Este Gobierno ha dado a los obispos más que ningún otro en democracia
"Con Gobiernos menos católicos, la Iglesia vive mejor", dijo el cardenal Tarancón en 1981. Le desesperaban los ministros democristianos, más papistas que el Papa en dar privilegios a la Iglesia católica a condición de que se supiese. La idea de Tarancón era que "la Iglesia pagó con el distanciamiento del pueblo" su largo abrazo -"cohabitación", fue la palabra exacta- con Franco. Para recuperar prestigio debía "ser ella misma, con radicalidad". Miles de curas y algún obispo se rebelaron. La dictadura abrió una cárcel especial para ellos en Zamora.
El almirante Carrero Blanco, segundo del dictador, se lo reprochó al cardenal en 1972. Le parecía intolerable "que permitiese" aquella rebeldía contra una dictadura que les había tratado a cuerpo de rey hasta sumar, sólo en dinero, 300.000 millones de pesetas en sueldos y otras regalías. El cardenal escribió en sus memorias que el almirante sumaba incluso los gastos de construcción del Valle de los Caídos.
Los obispos aprendieron la lección. Desde entonces no callan cuando un gobierno les disgusta. Lo hicieron contra Adolfo Suárez (UCD) por legalizar el divorcio; contra Felipe González (PSOE), por despenalizar el aborto y reformar la educación, donde los eclesiásticos administran un imperio; y también clamaron contra José María Aznar (PP).
Éste les llamó incluso inmorales por una pastoral de los prelados vascos contra la Ley de Partidos y la ilegalización de Batasuna, y llamó a consultas al nuncio.
El cardenal Antonio María Rouco tiene la impresión de que Aznar no cedió a los deseos episcopales porque pensaba que tratar bien a la Iglesia católica "restaba votos". El presidente Rodríguez Zapatero parece pensar lo contrario. Desde que llegó al Gobierno se ha esforzado en demostrar sintonía con el episcopado, de manera especial a través de su vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega.
Nunca había viajado tanto a Roma un vicepresidente del Gobierno español para ver al Papa o para despachar con el Secretario de Estado vaticano. No lo hizo Fernando Abril (UCD), tampoco Alfonso Guerra (PSOE), ni siquiera Francisco Álvarez Cascos o Mariano Rajoy (PP). De la Vega ha estado allí hasta para las tomas de posesión de nuevos cardenales.
Las críticas de los obispos, frecuentes en esta legislatura -hasta con manifestaciones en la calle-, pueden dar la impresión de que el Gobierno les ha tratado mal. Nada más lejos de la realidad. "Cría obispos y te sacarán los ojos", ironizó ayer el líder de IU, Gaspar Llamazares. Criticaba así que el Ejecutivo se haya excedido, en su opinión, en los beneplácitos. Estos son algunos ejemplos de cesiones.
– Financiación. Cada español -católico o ateo, judío, protestante, musulmán o budista- pagará este año 3,5 euros para el sostenimiento del clero y culto católicos. Es un 34% más que hasta ahora. Lo pactaron el Gobierno y los obispos en 2006. Además, el nuevo sistema tiene carácter de "estable", bendecido con un intercambio de notas entre el nuncio del Papa y el ministro de Asuntos Exteriores español.
– Impuesto religioso. Con el nuevo sistema, el coeficiente del IRPF que recibe el episcopado de sus fieles se eleva del 0,5% al 0,7%. A este sistema se le llama impropiamente impuesto religioso. La realidad es que el católico no añade ni un euro de su bolsillo en el IRPF. Es Hacienda quien lo resta de los ingresos públicos totales, a petición de un creyente que, con ese mecanismo, aporta al Estado el 99,3% de su cuota fiscal, no el 100% como el resto de los españoles.
– Autofinanciación. Lo más llamativo del nuevo acuerdo es que este Gobierno aceptó lo que habían negado a los obispos todos los anteriores, es decir, la renuncia a autofinanciarse en el futuro mediante un sistema que debió acordarse en 2001 y que Hacienda prorrogó año tras año hasta 2006. De la Vega y el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, habían predicado lo contrario. De la Vega, el 14 de noviembre de 2005: "Hemos llegado a un punto donde las aportaciones del Estado a la Iglesia católica, que han ido a más cada año, tendrán que ir a menos". Caldera, el 22 de julio de 2004: "Que el Estado financie a esta confesión religiosa tendrá que acabarse algún día".
– Eutanasia y aborto. El Gobierno -y ahora el PSOE, en su programa electoral- ha renunciado a legalizar la eutanasia, y a ampliar a un cuarto los supuestos de despenalización voluntaria del embarazo. Motivo: no molestar a la Iglesia católica.
– Acuerdos de 1979. Una reivindicación de los socialistas, durante décadas, es la denuncia de los Acuerdos bilaterales que atan desde 1979 las relaciones con el Vaticano. Rodríguez Zapatero la acaba de descartar.
– Educación para la Ciudadanía. El Gobierno ha cedido ante los colegios religiosos concertados, que podrán adaptar la polémica asignatura a su ideario, suprimiendo lo que les disguste.