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No toquemos los crucifijos

El nuevo gobierno de Zapatero no piensa meterse en más lios de los necesarios aunque eso suponga renunciar a algunas de las grandes banderas del PSOE en los últimos años como la de la Libertad Religiosa y el camino a la laicidad.  No quiere así perder votos por el centro pero corre el riesgo de perderlos por la izquierda.

 Ya De la Vega había aparcado la nueva ley para satisfacción de Rouco y compañía pero ahora ha quedado claro que el proyecto dormirá el sueño de los justos en algún cajón y probablemente si no se hace ahora, ya no se hará en mucho tiempo. La nueva Ley de Libertad Religiosa era una reforma imprescindible para un Estado que quiera ser de verdad aconfesional.

La influencia de la  jerarquia de la Iglesia Católica en España sigue siendo intolerable y sus prerrogativas y ventajas más propias de otras épocas. Las leyes no recogen además la variedad y la pluralidad religiosa de este pais. Zapatero ha sido sin duda el presidente que más se ha atrevido con la Iglesia pero su debilidad política actual y el tsunami de la crisis le ha obligado a dar un paso atras justo cuando además el Papa está a punto de llegar a Santiago y Barcelona.

Rubalcaba y Jauregui no creen que sea el momento de ponerse a quitar crucifijos cuando sólo tendrían el apoyo de la izquierda. Ni CIU ni el PNV, partido del que depende la respiración del gobierno, quieren saber nada de esta ley y que decir del PP que no se despega de las sotanas.

El  gobierno apela al pragmatismo y se escuda en la falta de consenso; algo que con el PP no ha habido nunca en estos 6 años; asi que con la misma justificación, el PSOE podía haber renunciado tambien a la nueva ley del aborto, a la del matrimonio homosexual o a la de la memoria histórica. Pero en aquellos casos, se impusieron los principios. Ahora la aritmética, tal vez comprensible pero tambien frustrante.

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