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Esposa, madre, criada? esclava

“Nosotras somos muy distintas a los hombres, ni siquiera somos iguales en oportunidades. No somos iguales para nada, y no reconocerlo es fuente sufrimiento seguro, como cada vez que se niega la verdad”. Este es uno de los postulados sobre los que la escritora italiana, Costanza Miriano, construye ‘Cásate y sé sumisa’. Un libro publicado en Italia en 2011 y que el Arzobispado de Granada ha editado en España porque  responde al interés cristiano. Un interés cristiano que, para la institución eclesial, pasa por alabar la sumisión de la mujer respecto al hombre, cuestionar la emancipación de las mujeres -¡en el siglo XXI!- e, incluso, poner en duda  si “está bien que trabajen”. El libro ha aterrizado en España acompañado de polémica. Porque el problema que subyace no son las’ verdades reveladas’ que el mismísimo San Pablo le hace a esta periodista que, confiesa,  ha abrazado “con celo” su vocación de predicadora, el problema fundamental es por qué una institución subvencionada por el Estado puede hacer apología de la desigualdad y el machismo en el siglo XXI. Colectivos de mujeres, sindicatos y partidos políticos exigieron ayer al Arzobispado la retirada del libro y pidieron que el Gobierno tome cartas en el asunto.

La diputada del PSOE Ángeles Álvarez anunciaba el lunes que iba a presentar una iniciativa parlamentaria para instar tanto al Instituto de la Mujer, como a la dirección general de Igualdad, que depende de Ana Mato, a pronunciarse sobre el libro y “no fallen” frente a este tipo de publicaciones que degradan la imagen de la mujer. El secretario general del PP andaluz, José Luis Sanz, tildó la publicación de “auténtico despropósito” y la concejal de IU en el Ayuntamiento de Granada, Maite Molina, pidió ayer a la fiscalía que intervenga por si hay un delito de “apología de la violencia contra las mujeres”.

Porque el libro de Constanza Miriano no es un relato socarrón sobre el papel de la mujer en el mundo, ni siquiera un alegato a favor de la maternidad y contra el aborto, la escritora italiana encumbra a la madre y a la esposa, echando por tierra valores reivindicados históricamente por mujeres de toda clase, también cristianas, católicas de base, e incitando a un machismo propio de otras épocas oscuras. “Sólo hay una manera de limar las aristas. Tendrás que aprender a ser sumisa”, insiste la autora a través de una carta a una amiga que vive una crisis de pareja: “Muérdete la lengua y ten el valor de esperar a ver qué sucede si el mundo se queda sin una opinión tuya”. “Renunciar al control quiere decir también que él es el Ministro de Hacienda y, puesto que te fías de él, tienes que resistirte a la tentación de controlar las cuentas”, le aconseja Miriano a la amiga para que su matrimonio fluya sin tensiones y en equilibrio.

A través de cartas que dedica a amigas, amigos y a su propias hijas, la periodista trata de construir el ‘código de la buena mujer’, aquella que consigue realizarse sólo a través de los hijos y el marido, llamando “cobardes” a las mujeres que no dan el paso a la maternidad por convicción propia. Bajo su prisma, excluye de la realidad a mujeres solteras, madres solas por elección, lesbianas… En su imaginario no caben. No existen.

El hombre, lejos de lo que pudiera parecer, no sale mejor parado: “El problema es que el hombre no sólo está perdido como padre sino también como hombre” y dibuja a un ser incapaz de empatizar “con la vida sentimental de los seres humanos”, de sus propios hijos, más interesado por el trabajo y el control del mando a distancia. ¿En serio es ese el modelo de hombre que defiende la Iglesia?

¿Qué pensaría la propia institución y aquel sector social que comulga con estas ideas si hubiera sido un libro hecho por musulmanes y destinado a aconsejar a la mujer de esa religión cómo comportarse con el marido?

APOLOGÍA DE LA VIOLENCIA 

El libro no justifica  abiertamente los malos tratos ni la violencia de género. Al menos la física. Aunque la violencia psicológica, la presión a la que quiere someter a las mujeres para contentar a sus maridos está implícita en todas las páginas: “Cuando tengas que criticarlo -a tu marido- hazlo con respeto, sin humillarlo aún cuando estés segura de que la crítica es indispensable […] Salir de la lógica de la reivindicación ayuda a crear un clima positivo”, defiende la autora, que toma como ejemplo de vida a su abuela Gina, la  mujer que la abroncó cuando tenía 15 años por haberse servido la pasta antes que su hermano. “No es que reneguemos -las que para la autora son mujeres ‘normales’- de los cambios, por favor. No obstante, he aprendido que para elegir a una buena mujer hace falta estar seguro de que sea una mujer que gusta, que se calla y que se queda en casa”. Es decir, una mujer que lleva inscrita la obediencia en su interior. El hombre, en cambio,  lleva la vocación de la libertad y de la guía”. ¿Es esa la mujer que quiere la Iglesia del siglo XXI? ¿Se sienten las mujeres cristianas reflejadas en ese espejo?

Pero la autora no se queda contenta sólo con este consejo envenenado, añade otro más: “Cuando entre vuestras dos opiniones te parezca que la suya es claramente errónea, para vosotros, y probablemente también para los niños, confía en su lucidez. Esto puede parecer un esfuerzo imposible. Te dará miedo, porque abandonar las propias convicciones es algo horrible, pero no te estás arrojando al vacío, te estás arrojando a sus brazos“.

La autora, cristiana confesa, madre de cuatro niños, augura, además, un futuro poco claro para su  dos hijas, gracias a la conquista de ciertas libertades: “Creyendo emanciparnos nos hemos vendido por un plato de lentejas […] Y el problema es que a cambio de la libertad obtenida, las primeras en sufrir somos nosotras. Sufrimos y sufre todo el mundo, porque si no lo hacemos nosotras, ¿quién custodiará el amor por la vida”.

Si hubiera alguna mujer imbuida por la prosaica literatura de Miriano, seguro que Rosario Valpuesta les habría recordado aquella frase que utilizó al recibir el premio Meridiana, un año antes de su muerte: “Quiero acordarme de esas mujeres que no están porque las mató la violencia de género o la vida no les dio la oportunidad o se perdieron entre peroles, entre hijos y entre una vida cotidiana que parecía ese Cielo que les prometían. Otras no pudieron llegar porque la visión machista de la sociedad no les permitió visualizarlas como grandes aportadoras de esta sociedad”.

libro Cásate y sé sumisa

El libro 'Cásate y sé sumisa' ha sido editado por el Arzobispado de Granada. // LAURA LEÓN.

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