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Lumbier reclama sus iglesias

LA Plataforma en Defensa del Patrimonio Navarro presentó recientemente en Lumbier su libro Escándalo monumental y alabó el trabajo de investigación llevado a cabo en esta localidad para demostrar el carácter público de las tres iglesias lumbierinas. El presidente de la Plataforma, Pedro Leoz, que estuvo acompañado por Carlos Armendáriz y José María Esparza, señaló que se trata de un documento "de gran valor jurídico, muy positivo para la Plataforma e importante para demostrar la participación del Ayuntamiento y el pueblo en la construcción de las iglesias", y animó a otras localidades a seguir este ejemplo. El documento sirvió de base en su día para la moción que presentaron los grupos municipales NaBai, Ondalan e Ilunberriko Ezker Aber-tzalea, y que fue rechazada por la Agrupación Independiente.

El trabajo, realizado por un investigador local, es una recopilación histórica que demuestra cómo los alcaldes y primicieros dejaron claro siempre de dónde salió el trabajo, el sudor y el dinero que hizo posibles estos edificios. Así, la iglesia, concretamente su cementerio, era el lugar donde se reunía el concejo (existen datos de 1389, 1396 y 1398) para designar procuradores a Cortes. Testimonio de sus obras y arreglos son: una demanda a la villa en 1558 por el pago de 400 ducados a obras ya ejecutadas en la sacristía, capillas y puertas; o el testimonio de 1571 de un vecino afirmando la expropiación de su casa por el Ayuntamiento para realizar la sacristía.

Todo ello demuestra que la decisión y responsabilidad de estas obras y arreglos corría a cargo del pueblo, "que jamás había usado permisos del Obispado para realizar las obras de su iglesia". Este argumento fue esgrimido por la propia villa en el pleito que la enfrentó contra el Obispado a cuenta del contrato de 1591 para la pintura del retablo mayor. Seña significativa del patrocinador de la obra de este retablo es la existencia en el ático del mismo de los escudos con las armas de Lumbier.

Desde el siglo XVI se conocen contratos sobre encargos de los retablos de Lumbier. En ellos se especifican con todo detalle su iconografía, los materiales, plazos de entrega y precios. Numerosos datos confirman que Lumbier tenía desde épocas medievales el derecho de Patronato para promover y financiar las reparaciones de la iglesia. Consta además en los archivos el derecho de elección y nombramiento de los vicarios (pleitos por la cuestión lingüística en 1627 y 1662). También la elección de predicadores: "Corresponde exclusivamente a la villa y nadie podrá entrometerse en sus asuntos" (1606). Asimismo, se desprenden datos sobre el órgano (1601 y finales del XVII), y el organista. Los dineros para ambos salían de las arcas municipales. Del mismo sitio salió el pago del reloj parroquial, comprado en Pamplona en 1899 por 2.650 pesetas y destacado como "elemento oficial" del que se encargaba el campanero elegido por el propio Ayuntamiento, en 1804, cuyo salario era de 6 ducados.

las ermitas Los datos del archivo revelan que a comienzos del XIX Lumbier ostentaba el Patronato de las ermitas del Pilar, San Adrián, San Bartolomé y la Trinidad; contribuía a sus reparaciones de urgencia y nombraba encargados de asearlas. La propia villa se encarga, desde tiempos inmemoriales, de la elección de ermitaños. Dan fe de ello los testimonios de nombramiento de la Trinidad, (1659, 1686) y 1689 de San Bartolomé, "que es propia de la villa". Las reparaciones recaían sobre ésta, el pueblo en general y los cofrades. Lo avalan documentos y cartas de pago de los años 1788 y 1799. Datos más cercanos en el tiempo recogen las obras de la Trinidad en 1953, impulsadas por la cofradía y secundadas por los vecinos. Costaron 13.700 pesetas, incluida la imagen del Santo Cristo actual. Otras reparaciones se ejecutaron en 1977, 1983 y 1988. Las últimas se llevaron a cabo en 2002, una profunda rehabilitación valorada en diez millones de pesetas que contó con la aportación económica popular. Señal significativa de la propiedad de esta ermita, muy querida en Lumbier, aparece en la puerta de acceso, en cuyo arco figuran las armas de Lumbier.

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