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Lleida coloca cadenas y candados en la mezquita clausurada para evitar el rezo

La Guardia Urbana de Lleida colocó ayer cadenas con candados en las dos puertas de acceso a la mezquita de la calle del Nord, clausurada hace una semana por quintuplicar el aforo permitido, que es de 400 personas. El Ayuntamiento ha tenido que tomar esta medida después de comprobar que miembros de la asociación que gestiona el oratorio habían roto los precintos oficiales del oratorio clausurado.

La comunidad musulmana parece haberse enfrascado en un pulso con el Consistorio. El miércoles, sobre las 6.00 horas, dos personas del colectivo que reza en esta mezquita, la más importante de las dos que hay en la ciudad, abrieron con llave la puerta precintada con cinta adhesiva y accedieron en su interior. El alcalde, el socialista Àngel Ros, les advirtió de que este comportamiento no se podía volver a repetir.

Ésta era la segunda vez que se abría la mezquita precintada. El jueves, los dirigentes musulmanes pudieron entrar con autorización del Ayuntamiento para poder retirar unos papeles que necesitaban, según ha reconocido el imán Abdelwahab Houzi. Sin embargo, el líder religioso no se hace responsable de la última rotura de los precintos. "Están en la calle y cualquier persona los ha podido romper", indica Houzi. La mezquita, situada en los bajos de un edificio de viviendas, tiene dos grandes puertas metálicas y en ambas hay restos de varias cintas adhesivas superpuestas que indican que han sido manipuladas.

Houzi volvió ayer a tensar la cuerda durante una reunión con la concejal de Seguridad Ciudadana, Sara Mestres, a quien comunicó que la comunidad musulmana renuncia a construir la nueva mezquita en un solar cedido por el Ayuntamiento en el polígono industrial. En diciembre de 2007, tras seis años de conflictos entre los usuarios de la mezquita del Nord y los vecinos del barrio, el imán y el alcalde de Lleida firmaron un convenio por el que el consistorio cedía un terreno de 1.868 metros cuadrados en régimen de concesión administrativa durante 50 años prorrogables, con un canon anual de 8.000 euros. La comunidad islámica no llegó a presentar ningún proyecto aduciendo falta de recursos económicos.

Houzi considera que las dimensiones de la parcela municipal, que fue recalificada para que pudiera tener un uso de equipamiento comunitario, son insuficientes para sus necesidades. El oratorio proyectado tenía una capacidad para 600 personas y la comunidad musulmana necesita acoger a 2.500.

Descartada finalmente la posibilidad de edificar el nuevo oratorio en zona industrial, los musulmanes tendrán que buscar otro solar o local dentro de la ciudad para convertirlo en mezquita, algo que Houzi ve complicado por falta de espacios que reúnan las condiciones para ese fin y por la reacción que pueda despertar entre los vecinos del barrio elegido. Mestres les advirtió ayer de que la nueva ley que regula la instalación de centros de culto es más estricta que antes desde el punto de vista de la seguridad y la movilidad.

El Ayuntamiento de Lleida recibió ayer las alegaciones contra el cierre de la mezquita del Nord y dispone de 15 días para dictar una resolución. La comunidad islámica ha expresado su compromiso de controlar el aforo del local cuando se reabra y de impedir la entrada de más fieles cuando en el interior haya 250 personas.

Un urbano de Lleida observa el local de la mezquita del Nord tras la comunicación del cierre cautelar, ayer. EFE / LAURENT SANSEN

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