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Los seculares inquietos en el nuevo Túnez

Con la promesa de celebrar nuevas elecciones un año después, el país esperó mientras se acercaba el 23 de octubre. El día llegó y pasó sin que el gobierno renunciara. Pequeñas protestas surgieron en las calles de la capital y después en otras partes, pero no hubo manifestaciones de gran escala.

“Experimenté la mayor decepción de mi vida”, dijo  una joven psicóloga y actriz de Túnez que se identificó solo como Meriem. Aunque el gobierno no renunciara inmediatamente, la gente esperaba alguna señal de que se avecinaba un cambio, planteó.

“No me importa quién está en el poder, pero quiero ver acción, que ocurra algo. Tras semejante decepción, lloré como una tonta”, agregó.

La coalición gobernante sostiene que se requiere más tiempo para preparar elecciones, y postergó la fecha de las mismas para el 23 de junio de 2013.

El bloguero Usama Zekri enfatizó que se requiere más tiempo para prepararse plenamente para los comicios que marcaraán el primer ciclo político de cuatro años.

“Aunque la Asamblea Nacional tal vez es lenta, los tunecinos no están acostumbrados a debates abiertos y a hablar entre sí, de ahí que necesitemos tiempo para aprender, y también para cometer errores”, dijo Zekri a IPS.

En los últimos tiempos, Nidaa Tounes (“el llamado de Túnez”) ha generado parte del más fuerte apoyo a la oposición. El partido es liderado por el octogenario ex primer ministro Beji Caid Essebsi (2011), y sigue una estricta línea secular.

El odontólogo Nesrine Dridi sostuvo que la mejor solución para Túnez sería una estructura de poder secular tal como la vislumbró Nidaa Tounes, dejando la religión como una opción.

“Solíamos ser una sociedad tolerante, pero ahora la religión está formando líneas divisorias”, dijo Dridi. “Lo que necesitamos es que la gente de todo tipo trabaje codo a codo para promover a nuestro país y establecer una sociedad libre”.

A muchos en la oposición les preocupa que mientras Ennahda adhiere al Islam moderado, en realidad promueve con entusiasmo la religión en todas las áreas del gobierno y la vida pública.

El movimiento salafista representa la rama de línea dura y ultraconservadora del Islam, pero Ennahda puede posicionarse como una vertiente moderada, que todos necesitan para preservar un equilibrio en el estilo de gobernanza.

Al crear la nueva Constitución, Ennahda pareció abierto a las demandas salafistas de una mayor inclusión de la shariá (ley islámica). Pero esto fue acallado por grupos opositores y partidos seculares.

Esto fue visto como una señal de alerta para aquellos a quienes preocupa que los valores democráticos liberales puedan quedar en entredicho. Además, según Zekri, la oposición también ha estado preocupada en atacar a Ennahda en el frente religioso, y podría hacer más para proponer un programa económico alternativo.

A fin de reafirmar plenamente al país que la evolución democrática está en el camino correcto, la coalición gobernante tendrá que demostrar que se están dando pasos adecuados.

La creación del independiente Comité de Elecciones es vista como esa señal, pero todavía falta convencer a muchos de su imparcialidad y de que está listo para ponerse a trabajar.

Más allá de esto, se necesitará que serios avances se vuelvan evidentes en otras partes. Entre los mayores desafíos que enfrenta el gobierno están el alto desempleo y el elevado costo de vida.

En octubre, el gobierno suizo y la Corporación Financiera Internacional concedieron a Túnez un millón de dólares para implementar una reforma de los procedimientos empresariales. Una delegación comercial austríaca visitó el país para explorar las posibles relaciones bilaterales.

Estas son apenas algunas de las muchas señales de apertura actuales, pero no está claro cómo se traducirá todo esto en materia de empleo.

Los tunecinos permanecen en un estado de incertidumbre, ansiosos de señales de que el país va en la dirección correcta, y que la sangre y el sudor de la Revolución de los Jazmines ayudará a consolidar al país como la democracia de mejor transición en el norte de África.

Por ahora, las calles están relativamente calmas, sin que haya protestas a gran escala, aunque el presidente Moncef Marzouki admitió tener pesadillas sobre una segunda revolución.

Activistas como Meriem están determinados a pasar a la acción, si se suscita la necesidad.

“No quiero ser activista, me gustaría seguir adelante con mi vida, pero siento que mi voz necesita ser oída de nuevo. No esperaré ni un minuto para salir a la calle”, enfatizó la actriz.

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