Turistas y sevillanos contemplan el nuevo monumento a Juan Pablo II con división de opiniones. Mientras unos lo alaban, otros critican que no esté dentro de la Catedral.
Posturas a favor y en contra. El nuevo monumento al beato Juan Pablo II, recién instalado en la Plaza de la Virgen de los Reyes, cosecha elogios y críticas prácticamente por igual. Los hay que, sin poner en duda la calidad y valía artística de la obra del profesor Juan Manuel Miñarro, piensan que no se ha acertado con la ubicación. Los hay que están encantados. También hay otros que piensan que la ciudad ya está saturada de estatuas, muchas de ellas de menor valor o que homenajean a personas que no cuentan con el suficiente mérito. La calle habla. Desde ayer, el Pontífice que visitó por dos veces la ciudad forma parte de su estética, muy cerca del lugar en el que se hospedó. A algunos les costará hacerse al nuevo paisaje. Otros ya lo han asimilado.
El entorno que cobija a Juan Pablo II es el que reflejan las postales y los catálogos de los tour operadores que ofertan la ciudad, aunque a primera hora de la mañana la estampa no sea precisamente idílica. Una furgoneta de cava y manzanilla descarga en la esquina de Mateos Gago. Un camión de distribución y logística, aparcado ante el Palacio Arzobispal, nutre a los bares de la zona de paella precocinada, donuts y patatas fritas congeladas. Un camión de Martín Casillas, estacionado ante el monumento, revela que se están dando los últimos retoques al conjunto. Justo al lado, decenas de coches de caballos buscan la sombra de una de las paradas de la zona. Una estampa muy poco edificante para un entorno que es patrimonio de la humanidad. "A mí no me parece ni bien ni mal. En algún sitio lo tenían que poner, ¿no? Igual algún caballo que sea nuevo se asusta", comenta socarronamente Iván Jiménez, el primero de la fila.
Los turistas pasean en busca de la Catedral y del Alcázar cuando se topan de bruces con la efigie del beato, aún con la valla protectora colocada. "Es un nuevo monumento a Juan Pablo II que se inaugura esta noche. Es una iniciativa de los ciudadanos de una ciudad que le gustaba mucho", explicó una señora que salía de la novena de la Virgen de los Reyes a un grupo de turistas asturianos. "A nosotros nos parece muy bien. Es muy bonita y está bien cobijada entre los árboles. Lo que no sé es si se va a derretir con el calor que hace aquí".
Uno de los repartidores que no da abasto con las cajas de bebidas, Joaquín, sevillano de 32 años, no está tan conforme. Entre viaje y viaje deja patente su opinión: "No me gusta. Y no es que discuta que esté bien o mal hecha. De eso no entiendo. Pero me parece muy mal que se inunde la ciudad con motivos religiosos, como está pasando con los nombre de las calles. El sitio más adecuado es dentro de la Catedral".
El monumento promovido por la plataforma ciudadana sí arranca el elogio de una pareja americana que baja por Mateos Gago. "He was a great Pope". Eso es algo que parece que queda por encima del monumento. Sí hay consenso a la hora de destacar la figura de este Pontífice polaco que se encargó de tender lazos y que realizó incontables viajes pastorales y que Sevilla recuerda ahora aunque, de momento, con tibia acogida.
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