Ni tampoco se recorta un euro de la multimillonaria fortuna que anualmente se le ingresa a la Iglesia católica del dinero público.
Subirá el IVA al 21%, suprimirá la paga extraordinaria de navidad de los funcionarios, a quienes somete, sin paliativos, a movilidad, y a quienes reduce también los días de libre disposición, y rebajará la prestación por desempleo al 50% a partir del sexto mes….¿Alguien da más? Al terminar el anuncio de estos “ajustes” todos los miembros de su equipo de gobierno aplaudieron exaltados, en el hemiciclo, la exposición verbal del presidente, como si acabara de anunciar una buena nueva; como si acabara de anunciar que el país ha salido ya del pozo negro y profundo en el que está sumido por obra de los neoliberales, es decir, por ellos. Y me pregunto ¿era necesario aplaudir unos recortes que deteriorarán gravemente la vida de millones de personas? La excusa del déficit público ya no cuela, porque el déficit no lo generó el gasto público, sino el descenso de la actividad económica; y porque pareciera que la derecha disfruta presenciando cómo empobrece a los españoles hasta límites insospechados.
Recordemos que Cospedal tachaba al Gobierno de Zapatero, cuando hacía la derecha siniestra oposición, de totalitario. Totalitario sí es el gobierno actual. Es como la fábula de la hiena que llama falsa a la mariposa. Y recordemos el falso y falaz discurso de Rajoy cuando, en campaña electoral, prometía que no subiría impuestos, ni tocaría las pensiones públicas, ni la educación ni la sanidad, ni abarataría el despido, ni aprobaría el copago, ni tocaría el desempleo, ni bajaría el sueldo de los funcionarios…., es decir, mentiras y más mentiras, porque justamente todo eso y mucho más lo está haciendo realidad su gobierno, y con mucho descaro. Nos seducían, como la bruja de Hansel y Gretel, de los hermanos Grimm, atraía a los niños con una casa de chocolate antes de aniquilarlos.
Curiosamente, como es de rigor en la derecha, percibimos atónitos cómo en el nuevo anuncio de recortes antisociales de Rajoy (el mayor deterioro de derechos ciudadanos de la democracia) no aparece ni una medida que grave a las grandes fortunas, ni a las grandes corporaciones, ni a las importaciones de productos orientales, que tanto daño hacen a la economía española, ni tampoco se recorta un euro de la multimillonaria fortuna que anualmente se le ingresa a la Iglesia católica del dinero público. Ni habla tampoco de reducir cargos públicos de élite, que ya se han encargado de multiplicar; ni habla de recortar los sueldos de los ministros y gobernantes, ni de acabar con la abusiva renta vitalicia que les queda a presidentes y ministros, ni de controlar a los bancos, ni de acabar con la fuga de divisas, ni con los paraísos fiscales, esos lugares mafiosos a donde llegan toneladas de dinero que se expolia a los ciudadanos…
La derecha está empobreciendo el país de manera alarmante. La excusa de la crisis es sólo una falsa excusa, porque los ciudadanos no la crearon, sino que la están padeciendo, y, mientras muchos corruptos disfrutan de fortunas ganadas a manos de la indecencia, millones de españoles ven reducidos a mínimos sus derechos democráticos. En este país vivimos ahora, el país al que la mayoría creíamos que no se volvería jamás. Los déficits públicos y las primas de riesgo son sólo las excusas que los neoliberales (europeos y españoles) utilizan para acallar la conciencia y la voz popular. Si así no fuera no se subiría, por ejemplo, el IVA, lo cual paralizará el consumo y dañará gravemente a la producción y, por tanto, también al empleo.
Y me vienen a la mente unas palabras del filósofo Emilio Lledó, quien, en una entrevista a El País del pasado noviembre, decía que “No podemos dejar el país en manos de políticos indecentes. Que el imperio de la indecencia domine en política es intolerable; ese imperio es fruto del dominio de ciertas oligarquías que piensan que lo único que hay que hacer es ganar dinero y crear ideologías aptas para que esas oligarquías sigan con poder…”. Y tengamos muy presente al acceder a la información y al escuchar a los políticos neoliberales, que, como decía Simón Bolívar, más que con la fuerza nos dominan con el engaño.
Coral Bravo es doctora en Filología