Alguna vez hemos fijado esta lupa en el semanario ultracatólico Alfa y Omega, que se reparte todos los jueves con el «Abc», y lo cierto es que de vez en cuando deja algunas perlas que merecerían ser guardadas en la Hemeroteca universal. Ayer fue uno de esos días. Una no sabe si llevados por el ambiente de procesiones y capirotes que nos hacen tragar esta semana, en su contraportada publicaba una información que a servidora le dejó ojoplática.
Explicaba el escribiente que «una ampolla con la sangre de Juan Pablo II podrá venerarse en la catedral de Madrid», lo que así, a primera vista, parece bastante tétrico, pero es que resulta que la sangre del Wojtyla, que al parecer hace un año fue beatificado, debe tener propiedades milagrosas. Fíjense si no en lo que pasó cuando llevaron la ampolla a un colegio madrileño. Lean el relato, que es estremecedor: «El colegio Fuenllana pudo acogerla durante la primera semana de Cuaresma, lo que provocó un aluvión de confesiones y de favores por parte del Beato. La reliquia presidió una Semana del Perdón en el colegio: `Pocas veces se ven (sic) a tantisímas personas rezar con tanta piedad, con tanta fuerza, con un silencio que hablaba a voces -aseguran desde el centro-. La gran mayoría de estas personas salían muy emocionadas, en algunos casos sin poder contener las lágrimas, lo mismo mujeres que hombres, personas mayores o jóvenes'». No se crean que el milagro es que el silencio hablara a voces, no. Ahora viene lo mejor: «El día que la reliquia llegó al colegio, una alumna pidió para `que a su padre le renovasen el contrato de trabajo que le vencía ese mes, y de cuyo sueldo vive toda la familia. El día que la reliquia se fue del colegio, le llamaron para renovar su contrato'». ¡Toma ya! El remedio contra el paro, una ampolla de sangre papal. Como se enteren los sindicatos…
Sin embargo, la tomadura de pelo empieza a ser de mal gusto cuando el plumilla afirma incluso que la «intercesión del Beato» puede incluso curar enfermedades graves. Así, sostiene que a través suyo se produjo «la curación inexplicable de un niño que tenía un tumor con metástasis. Su tía había ido ante la reliquia a pedir la curación de su sobrino. Cuando el médico vio que el niño estaba limpio, preguntó a los padres: `¿Creen ustedes en los milagros?'». Servidora cree que hay gente con la cara muy dura, y que hay cosas con las que no se puede jugar. No todo vale.