Los obispos de Bilbo, Donostia y Gasteiz no se salieron ayer mucho del guión trazado al convocar actos «por la paz y la reconciliación de nuestro pueblo». En una homilía conjunta, los prelados pidieron que «quienes han dañado y ofendido al prójimo sientan su llamada al arrenpentimiento verdadero» mientras instaron a las víctimas al «perdón sanador y liberador», «sin anular las exigencias de la justicia».
Si alguna conclusión se puede obtener tras conocer el contenido de la homilía leída por los prelados de la CAV ayer en los actos de oración convocados, es que «el trabajo de cocina» ha sido intenso. Oír a José Ignacio Munilla pronunciar alguna de las frases contenidas en el mensaje a los católicos sorprende cuando el prelado donostiarra viene efectuando repetidas manifestaciones publicas, aplaudidas por la caverna mediática y la ultraderecha española, en defensa de tan solo unas víctimas del conflicto, las de ETA.
De ahí que, en buena medidas, sorprendiese a muchos cristianos guipuzcoanos el tono conciliador de las palabras salidas de los labios de Munilla, en el encuentro oracional que tuvo lugar al mediodía en la iglesia de Iesu, en Riberas de Loiola. No sucede lo mismo con sus homólogos bilbaino y gasteiztarra, Mario Iceta y Miguel Asurmendi respectivamente, que mantienen un discurso muy similar al de tiempos pasados en el seno de la Iglesia vasca, con matices.
Los prelados llamaron a instituciones y ciudadanía en general «a colaborar en el afianzamiento de una cultura de la reconciliación y de la paz promoviendo e impulsando el encuentro, el diálogo y la reflexión, actuando con sabiduría».
El mensaje de los obispos trata de sumarse al nuevo tiempo abierto en Euskal Herria, pero lo cierto es que la Iglesia de Roma, anclada por su jerarquía y dos buenos ejemplos son Munilla e Iceta, cada vez consiguen atraer a menos personas a su seno. Un ejemplo de ello, sin duda, es la asistencia al acto convocado en Donostia, con un templo lleno pero nada que ver con gestos similares, más multitudinarios, protagonizados por anteriores prelados, en los que sí participaba al menos el arzobispo de Iruñea y obispo de Tutera.
En los encuentros oracionales bajo el lema “Busca la paz y corre tras ella'', los tres pastores de la Iglesia vasca aseguraron que quieren «renovar su misión y compromiso» en el camino de la reconciliación. Confesaron «satisfacción y esperanza» tras el anuncio del cese de la lucha armada por parte de Euskadi Ta Askatasuna, pero demandaron «su definitiva desaparición».
«Tras el cese de todo lo que amenaza la integridad física o moral de las personas, los senderos de la verdad y de la justicia constituyen el itinerario para una reconstrucción moral y social, que garantice una convivencia en paz, digna y respetuosa», afirmaron. Mención especial hicieron a la necesidad de «arrenpentimiento» y «perdón», «allí donde las agresiones del terrorismo y de toda clase de violencia o injusticia han abierto heridas profundas».
Practicar el perdón
«Pedimos a Dios -enfatizaron los prelados- que quienes han dañado y ofendido al prójimo sientan su llamada al arrenpentimiento verdadero y a la petición sincera de perdón».
Asurmendi, Munilla e Iceta recordaron que «Cristo nos enseña a perdonar y por el don del Espíritu se nos ofrece la capacidad de practicarlo. El perdón pedido y otorgado -incidieron- libera el corazón humano y nos hace semejantes a nuestro Padre misericordioso». De ahí que animasen «a quienes han experimentado la agresión y todo tipo de violencia física o moral les conceda la gracia de poder ofrecer este perdón sanador y liberador que, sin anular las exigencias de la justicia, la supera».
A los católicos se insistieron en que deben de ser en este nuevo tiempo «ministros de reconciliación, constructores de la paz». Con ese horizonte, llamaron al trabajo en común entre diferentes.