“Se puede ser o demócrata o religioso.” Estas profundas y valientes palabras las acaba de pronunciar el escritor israelí Yoram Kaniuk. O una cosa o la otra. Al pronunciarlas, el sabio hombre de letras lo aplicó a su país, Israel, y su estado actual, después de miles de años de experiencia. Vayamos al análisis de las religiones. ¿Qué han logrado en el mundo? ¿Cuántas guerras religiosas devastaron las presuntas civilizaciones? El odio nacido entre las religiones existentes pero también entre las distintas disidencias dentro de una misma religión, ¿cuántas vidas ha costado? Vayamos por ejemplo a la “quema de brujas” que hizo el catolicismo durante décadas.
Justamente aquí, en Alemania, ha causado tremenda impresión la publicación de documentación fidedigna de cómo el Arzobispado católico de Köln (Colonia) durante el gobierno nazi de Hitler aprovechó a los trabajadores esclavos traídos desde Rusia y Polonia para hacerlos trabajar en sus instalaciones. La historiadora Anne Ostermann, quien estuvo a cargo de esa investigación, lo explicó en una rueda de prensa. Allí señaló que “la Iglesia Católica aprovechó sin ningún escrúpulo esa situación”. Debieron trabajar esos prisioneros civiles en hospitales, en las chacras de la Iglesia, en orfanatos y en escuelas católicas, llevando a cabo siempre las tareas más inferiores, como las de limpieza, sin respeto de horarios. En esa zona se emplearon esas fuerzas de trabajo en 96 instalaciones. Cuando los hospitales, por ejemplo, necesitaban personal, las monjas o los sacerdotes se dirigían a las oficinas oficiales a pedir hombres o mujeres. Se traía entonces ese número pedido en camiones o vagones ferroviarios desde Polonia o Rusia, personas que se tomaban directamente de las calles y se las transportaba sin decirles el destino.
Entre los prisioneros se encontraban muchas madres que así se vieron alejadas de sus hijos y trasladadas a centenares de kilómetros de sus hogares. La autora señaló que en 1944 había 180.000 trabajadores esclavos en el Arzobispado de Köln (Colonia). Se los hacía trabajar entre 12 y 13 horas diarias. Una de las prisioneras, Nina de nombre, ucraniana, declaró: “Fui llevada a los 15 años como esclava. Los nazis destruyeron mi juventud. Yo quería estudiar, pero me llevaron prisionera desde mi ciudad a Alemania y me pasé esos años juveniles haciendo limpieza en un hospital”.
Pero, claro, para qué hablar del comportamiento de la Santa Sede frente al nazismo y al fascismo italiano si los argentinos tenemos para recordar la actitud de las autoridades máximas de la Iglesia Católica Argentina con respecto a la dictadura de la desaparición de personas, pese a la valiente excepción de algunos obispos y sacerdotes, como Angelelli y De Nevares.
La Historia está para aprender y los pueblos al parecer están aprendiendo. Por ejemplo, en la ciudad alemana de Rheinbach, entre 1631 y 1636 fueron quemadas vivas setenta “brujas” por orden de los llamados “comisarios de brujas”. El partido ecológico Verde ha presentado ahora una moción para rehabilitar la memoria de esas setenta mujeres. En principio, el alcalde señaló que esa tarea le corresponde hacerla a la Iglesia Católica porque los procesos contra esas mujeres fueron llevados a cabo por esa Iglesia. Finalmente se aprobó y se realizará un acto recordativo, y el alcalde declaró: “No podemos librarnos de la vergüenza por lo cometido hace casi cuatrocientos años, pero por lo menos podemos aprender a no hacer discriminaciones contra grupos o personas”. Aprender de la Historia.
Pero, salvo estos casos aislados de reacción contra lo irracional, hasta ahora hay poco eco en las religiones. Hemos visto en la Iglesia Católica que cada vez más salen a la luz casos de pedofilia cometidos por curas y los llamados hermanos en escuelas religiosas e iglesias en cursos de doctrina. En Holanda acaba de revelarse un nuevo escándalo sexual. Siempre, cuando salía a la luz un caso de pedofilia, en el catolicismo se respondía “No sabíamos nada”. Ahora ya no se puede responder así. Los curas recomendaban, cuando se conocían casos parecidos: “Rezar, rezar y mirar hacia adelante”. Lo de Holanda lo dice todo. El ministro Wim Deetmanm, presidente de la comisión independiente que ha investigado esos casos de abuso sexual por los sacerdotes católicos, ha escrito: “Desde 1945, en las instalaciones católicas han ocurrido más de diez mil casos de abuso sexual con menores. En todos los sectores de la Iglesia Católica se supo eso, pero todos callaron”. Ante esa declaración irrefutable, por primera vez los obispos católicos holandeses hicieron una declaración en la que señalan: “Estamos profundamente avergonzados porque los responsables dentro de la Iglesia no fueron capaces de tomar las medidas necesarias”. El arzobispo Simonis no respondió y fue defendido por el arzobispo Wim Eljk, así: “El obispo Simonis no se enteró de los abusos sexuales en los internados de alumnos”. De acuerdo al estudio realizado entre 34.000 holandeses, el 9,7 por ciento de ellos fueron abusados sexualmente. La Iglesia respondió que se trata de un problema de toda la sociedad. El obispo respondió a eso: “Fue un error callar y también la actitud de sólo trasladar de colegio a los responsables del delito. La inocencia de los niños tiene una importancia fundamental para la sociedad toda”. Los diarios holandeses comentaron que la Iglesia Católica de ese país este año vivió una Navidad nada agradable.
Es que el problema no está sólo en la denuncia. La Iglesia Católica tiene que rever aquello de la castidad y el celibato para sus sacerdotes y monjas y terminar para siempre con el mito de que María, la madre de Jesucristo, fue siempre virgen. El amor no puede ser nunca pecado salvo, sí, cuando hay violación.
Aquí, en Alemania, acaba de ocurrir un nuevo caso de abuso sexual por un sacerdote católico. Ocurrió en Würzburg, cuando un cura de 59 años reconoció haber tenido contactos sexuales con un menor de edad. El cura fue de inmediato pasado a retiro. Por lo menos eso se ha logrado.
Lo mismo ocurre con lo que es practicado por muchas otras religiones: ver el cuerpo de mujer como un objeto de pecado. Acaba de ocurrir en Israel, cuando la judía Tanja Rosenblit se sentó en la primera fila de asientos de un ómnibus para ultraortodoxos judíos. ¡Para qué! Los ultraortodoxos judíos se levantaron y trataron de desalojarla por la fuerza, ya que para ellos las mujeres sólo pueden sentarse en los asientos de atrás. El hecho trascendió, y ahora Tanja es una feminista heroica para sus congéneres que van a luchar para terminar con esa discriminación. Y ya se han movilizado grupos de israelíes que van a ocupar esos medios de transporte y defender a las mujeres que se sientan adelante. Pero hay preocupación en Israel porque los ultraortodoxos religiosos van ganando cada vez más poder. Cada vez más ultrareligiosos se retiran de sus ghettos y van a ocupar casas en los barrios llamados modernos de Tel Aviv. Hace pocos días, una niña de apenas ocho años fue escupida por ultraortodoxos porque su cuerpo no estaba totalmente cubierto con su vestido. Es increíble, en esa tierra que por sus experiencias y persecuciones debería ser habitada por sabios, todavía hoy se encuentran sectas –cada vez más numerosas– con esos principios absolutamente irracionales.
Para no hablar de los pueblos árabes y musulmanes y sus ultrarreligiosos, con su increíble limitación de la libertad de la mujer y sus atentados contra los que piensan distinto. Por eso, lo que acaba de suceder en Arabia Saudita es una verdadera revolución. Sí, es llamada “la revolución de los corpiños”. Por primera vez se ha permitido que las mujeres sean atendidas por mujeres en la compra de su ropa interior. Hasta ahora sólo estaba permitido a vendedores hombres aceptar el pedido de ropa interior femenina para mujeres. Pero, en una medida revolucionaria, el rey Abdullah aprobó la ley por la cual las ventas de ropa femenina y productos cosméticos puedan ser atendidas también por mujeres. Y ha habido una reacción inmediata: ya se han anotado 28.000 mujeres para ocupar esos puestos de trabajo.
Increíble el ser humano. Increíbles sus religiones. Ninguna de ellas ha conseguido eliminar las guerras entre los pueblos. Ninguna de ellas ha solucionado los problemas económicos del mundo entero. Ninguna de ellas inició nunca un diálogo con otras religiones para llegar a un consenso de sentimientos, dar pasos positivos y solucionar, por lo menos, el hambre de los niños en el mundo. En vez de esclarecer se aplica la palabra “pecado” como explicación de todo. Un trabajo para los congresos de psicólogos sería: ¿por qué el ser humano inventó tales religiones? En vez del diálogo racional, no, “eso es pecado”, “Dios lo dispuso así”, “el ser humano es malo por naturaleza”, donde cabe la racional pregunta: entonces, ¿por qué Dios lo creó así?
La única salida es la búsqueda a través de la Ciencia. Ciencia y no guerras. Ciencia y no countries para unos y villas miseria para otros. Ciencia, pero por sobre todo, el ser humano tiene la Etica como camino. La defensa de la vida. Ahí no puede haber dudas.