Estamos ante una situación similar a la del caso de las caricaturas de Mahoma aparecidas en un diario danés hace un año, con la diferencia de que ahora es el Papa quien ha propiciado la ira musulmana. Como entonces, la reacción empieza a ser desmesurada y como entonces debe defenderse la libertad de expresión, un derecho del que no están excluidos los dirigentes religiosos. Sería ingenuo pensar que Benedicto XVI ha sido imprudente y es probablemente más acertado considerar que era consciente de lo que podía suceder al expresar su opinión. La polémica desatada, por tanto, es improbable que sea ajena a la voluntad del líder del catolicismo, pero sería injusto pedirle que renunciara al debate intelectual porque otros prefieren el grito a la confrontación dialéctica.
Una nueva alcaldesa perpetua en La Alberca (Murcia) · por Juan Celdrán
Desde Europa Laica en la Región de Murcia queremos manifestar nuestro rechazo a la participación de cualquier cargo…