El pasado 26 de septiembre, José Luis Mendoza, fundador y presidente de la poderosa Universidad Católica de Murcia (UCAM), probablemente el seglar más influyente hoy en la iglesia, lanzó un dardo contra el Gobierno regional de Murcia, del PP. Aludiendo a la falta de cargos autonómicos invitados a un acto organizado por la universidad, el volcánico Mendoza declaró: “No tengo miedo ninguno a los que hacen un uso indebido del poder; tengo miedo a hacer el mal, a pecar, pero a estos, ya dios los quitará de en medio”.
Mendoza, al que se le atribuye el traslado del obispo Reig Pla cuando intentó controlar su universidad y padre de 14 hijos, repitió el gesto después. En el acto oficial de inauguración del curso, no llamó a nadie del PP. “Hemos querido tener un acto de paz académico y religioso dada la situación de tensión que hay durante varios años con este Gobierno y no hemos invitado a nadie”, declaró el pasado 14 de noviembre. No había sido un calentón de un día.
Mendoza está enfrentado al Gobierno regional por unas obras de ampliación de la universidad y otros problemas cotidianos. Puede que su obus fuese solo contra el PP regional, en el poder desde 1995 -“Mendoza se preocupa por sus garbanzos”, comenta un popular de Murcia-, pero el mensaje ha salido de la comunidad. Mendoza, perteneciente al camino neocatecumenal, los kikos, y que en su despacho tenía una foto de Escrivá de Balaguer, con enorme poder de movilización y donante habitual del Vaticano, se suma a la gota de malas noticias para el PP.
A la fuga de votos hacia Vox por la supuesta tibieza en Cataluña del Gobierno de Rajoy y por la política migratoria se añade otra corriente que está pasando más desapercibida: la fuga del voto religioso. Del muy religioso. Del procedente de los colegios del Opus, las congregaciones de kikos y otras organizaciones a la derecha del catolicismo. Ese trasvase subterráneo, aun imposible de medir, se palpa en las elecciones andaluzas y va creciendo.
Lourdes Méndez, miembro del Opus Dei, ha sido casi de todo en el PP. Entre 1990 y 2016 fue concejal, diputada autonómica por Murcia, consejera y diputada nacional. En el Congreso fue portavoz de Asuntos Sociales. Hoy es presidenta de la Asociación Familia y Dignidad Humana y presidenta de la Plataforma por las Libertades. Hace unas semanas sorprendió dando su apoyo a Vox. Explica que no se ha afiliado al partido de Santiago Abascal pero que el PP la ha traicionado. “Me di de baja en el PP a raíz de haber hecho dejación de la defensa de la vida, al permitir las leyes LGTBI y la imposición de una ideología de género que vulneran la libertad ideológida… Por este tipo de cosas me fui del PP”.
Méndez explica que ha dado su apoyo a Vox en actos públicos “porque ellos defienden el derecho a la vida y contra la ideología de género”. Vox lleva en su programa la “defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Es fundamental que las mujeres con embarazo inesperado tengan información veraz, asistencia y alternativas”. Para ella, la ruptura total se produjo en el congreso popular de 2017: “En ese congreso, que fue ideológico, presenté cuatro enmiendas: una a favor de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, otra en contra de las leyes LGTBI y de la imposición de la ideología de género, otra en contra de los vientres de alquiler y otra enmienda a favor de un apoyo específico a la familia fundada en el matrimonio hombre mujer”. Ninguna salió adelante.
La exdiputada aclara que no hay ninguna directriz política de la jerarquía de la Obra, que la suya es una posición personal: “Dentro del Opus Dei no se habla de política y los miembros son absolutamente libres de votar lo que quieran”. Lo mismo mantiene un portavoz del Opus. El Camino Neocatecumenal insiste en la misma idea. “El Camino no está adscrito ni pertenece a ningún partido político. Cada uno es libre de votar a quien quiera”, fue el mensaje que transmitió Kiko Argüello, el fundador, hace un mes en la convicencia de inicio de de curso que cada año celebra en Porto San Giorgio.
Aunque no sea un movimiento de la cúpula, hay bastantes indicios de que bajo la bandera española y la inmigración Vox está pescando en ese caladero, como en muchos otros, taurinos, cazadores y padres divorciados, por ejemplo. El candidato de Vox en Sevilla, el juez Serrano, famoso por criticar la ley de violencia machista, pertenece al camino neocatecumenal, los Kikos, un grupo muy vinculado a Rouco Varela. La capacidad de movilización y organización de los kikos está sobradamente demostrada. En mayo reunieron a 120.000 personas en un encuentro con el Papa.
Pablo Casado anunció al poco de ser elegido presidente del PP que quería volver a la ley del aborto de 1985, una norma que en todos los años que el PP ha estado en el poder -con Aznar y con Rajoy- no ha tocado. Y en campaña ha pedido que “vuelvan a casa los que se han ido a buscar al PP fuera del PP”. Para Méndez, el partido ahora tiene un problema de credibilidad y, sobre todo, duda de que vaya a ser posible reformar la ley del aborto: “En estas circunstancias va a ser muy difícil de reformar”. De las supuestas renuncias del Gobierno del PP a sus principios, esta es la más grave para Méndez: “Se pueden subir o bajar impuestos, pero defender la vida es determinante”. Y sobre la llamada al voto útil, opina: “Apelar al miedo me parece una forma déspota de conseguir votos”.
Según esto, el repliegue a la derecha tradicional de Casado habría llegado tarde. Paradójicamente -o no- en el gabinete de Casado y su entorno hay mucha gente religiosa y del Opus. “Que Pablo se haya rodeado de gente del Opus no implica que estos controlen la base”, explica una persona que conoce bien el PP. “Casado planteó volver a la ley del aborto en verano, cuando Vox no existía. Fue una decisión ideológica y personal, no un cálculo electoral”, opina uno de los consultados. Hay quien sitúa el origen del problema del PP con este asunto en la reforma de la ley del aborto de Gallardón, una norma tan dura que al final Rajoy optó por dejarla en un cajón. Razonan que si el PP en el Gobierno y con mayoría absoluta hubiese aprobado una modificación puntual de la ley del aborto, más restrictiva pero no tanto, ahora podría esgrimir que los años de poder absoluto del PP no fueron en vano.
Un cargo del PP considera que tienen poco margen de maniobra ante esto, que para un partido de mayorías dar esa batalla es inútil. “Si hay kikos que se van con Vox, ¿qué le vamos a hacer?“. Otro popular que conoce bien el Opus y que se reconoce de misa diaria matiza la fuga de votos. “Se va a Vox gente de Comunión y liberación, del Opus y kikos, pero Cáritas no se va, ni las monjas que atienden a los inmigrantes. Hay una Iglesia que cree en estar en la centralidad y esos siguen en el PP”.
El problema para el PP es que ese voto muy religioso no da un victoria electoral. Para un partido grande que aspirase a la mayoría probablemente sería un suicidio dar un perfil tan religioso. España es, por ejemplo, el país del mundo más tolerante con el matrimonio gay. Pero en el momento en que el partido se desangra, cada vía de agua cuenta. Y esta parece que es mayor de lo comentado.
Un influyente colaborador de Vox en Andalucía, antiguo votante del PP y religioso, señala que el partido insiste en ser aconfesional y que no va tanto al catolicismo como a la reivindicación de las raíces cristianas. Este remite al vídeo de Santiago Abascal en la mezquita de Córdoba en el que propone prohibir la apertura de mezquitas fundamentalistas y en la que el líder de Vox termina con un discurso diferente para una campaña que suele estar llena de banderas de Andalucía: “Frente a los que reivindican la Andalucía de Blas Infante y de Almanzor y de Al Andalus, nosotros reivindicamos la Andalucía de Fernando el Santo, de Gonzalo Fernández de Córdoba y de la Reina Isabel la Católica”. Vox apela a los costumbres, a lo español, y el nacionalismo en España ha estado tradicionalmente ligado a lo cristiano. “Ven a España un poco como Polonia, donde gobierna un partido nacionalista y cristiano porque allí las dos cosas van de la mano”, opina un analista político que asesora a partidos.
Abascal, que procede del PP, está separado y en privado confiesa que no va a misa tanto como debería. No es el prototipo religioso. “Me siento más cómodo que en la mezquita, por supuesto, pero la verdad es que tampoco voy mucho a misa“, declaró a este diario antes de su despegue. No ha sido necesario para que la organización ultracatólica Hazteoir haya bendecido su programa. En su tabla con las propuestas electorales de todos los partidos andaluces sobre los valores cristianos el único partido que saca todo en verde es Vox. En esa guía del votante, el PP saca un “a medias” en políticas de familia porque Hazteoir recuerda unas declaraciones de Maroto a favor del matrimonio gay. Vox obtiene un punto positivo en ese apartado. En su programa propone “la creación de un Ministerio de Familia” y la “promulgación de una ley orgánica de protección de la familia natural que la reconozca como institución anterior al Estado”.
Esa guía circula estos días entre los grupos de whatsapp de los padres de los colegios del Opus en Andalucía. Otro mensaje que ha recobrado vida en ese entorno movido por afines a Vox es el discurso del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, que en 2016 pidió que los católicos votasen en conciencia, olvidándose del voto útil. “Cuando los católicos renuncian a votar en conciencia y únicamente lo hacen por voto útil, por mal menor, por el camino del mal menor se va al mal mayor“, afirmó en Radio María.
En su nota de orientación del voto para las andaluzas, los obispos andaluces no recomiendan votar a ningún partido político -nunca lo hacen- pero el primer punto a la hora de recomendar el voto es este: “El derecho inviolable a la vida humana. Es importante discernir en los programas de los partidos la garantía del derecho a la vida humana, desde su concepción hasta su muerte natural. Esto significa no aceptar la proclamación del aborto y de la eutanasia como un derecho de algunos en detrimento de la vida de los más indefensos”.
Un votante de Vox procedente del PP por el ala católica cuenta la situación en un centro religioso andaluz que ilustra bien el cisma del voto religioso. “Muchos padres arrastran los pies para votar al PP y los hijos en colegio del Opus van a votar a Vox. Es como lo que pasaba con padres del PSOE cuando salió Podemos”.
Al menos en Andalucía las encuestas están dando alas a Vox. En primer lugar, porque le pronostican un gran resultado pero es que además el panorama que aventuran anima a desencantados del PP a votarlos, como explica uno de los citados: “Las encuestas dicen que va a ganar Susana así que no hay voto útil. Pues entonces qué más da. Además, Susana aquí no nos da miedo, no es Pedro Sánchez, que es algo que en Madrid no entienden. Se ha enemistado con Podemos y Canal Sur es todo folclore y vírgenes todo el rato. En el fondo es un voto conservador“.