Estimado Sr. Ratzinger:
En relación con su visita pastoral en Madrid (JMJ), deseo expresar mi rechazo a esa "nueva evangelización", producto de su último plan estratégico corporativo, cuya finalidad es recuperar la cuota de mercado que su religión viene perdiendo, de forma imparable, en las últimas décadas. En España (Barómetro CIS, junio 2011), el 22,6% de la población se declara no creyente o atea. Sólo el 11,7% de la población católica acude a misa una o más veces por semana. Restando los que practican otras religiones (1,7%) y los que no contestan (2,2%), nos queda un 61,8% de católicos "culturales" que solo pisan una iglesia en bautizos, comuniones, bodas y funerales; los ritos de paso que marcan la aculturación católica. Así que, por favor, deje ya de aludir a esa manida "gran mayoría de católicos", para justificar todos sus privilegios. Recuerde que los ateos duplican a los místicos.
Entiendo que la visita se llame Jornadas Mundiales de la Juventud, máxime cuando el desapego de los jóvenes a la religión es para ustedes alarmante; una auténtica debacle. En cualquier empresa privada, esta situación hubiera supuesto el cese fulminante de su manager regional para España (Rouco Varela) y por eso es necesario tomar personalmente las riendas del negocio y presentarse en el coso madrileño a torear y salir a hombros de la plaza o con una buena cornada en la femoral.
Sr. Ratzinger, me imagino que sus estrategas purpurados tendrán por objetivo reevangelizar a ese 61,8% de católicos culturales y poner a trabajar de catequistas al 11,7% de fieles practicantes. Comenzar una "nueva evangelización" en España es una empresa destinada al fracaso. Ya le anticipo que no va a ser posible, ni con la ayuda del mismísimo espíritu santo y las cohortes celestiales. Usted no se dirige a evangelizar negros, indios o ignorantes como antaño, sino a ciudadanos libres con autoestima que han aprendido a pensar por sí mismos y a otorgar más validez a sus propios juicios morales. Fíjese lo que yo desapruebo:
1. Que el Estado use el dinero de todos los españoles para que usted nos adoctrine en su moral particular, de dudoso valor epistemológico.
2. Que su Estado ficticio, llamado Vaticano, tenga "patente de corso", la que proporciona la religión; para influir en la política (aborto, divorcio, matrimonio homosexual, muerte digna, etc.) de otro Estado y fuera de los cauces democráticos.
3. Que pretenda usted, Sr. Ratzinger, que sustentemos nuestra vida en la superchería y las creencias infantiles.
4. Que tengamos todavía que mantener a un parafuncionariado de curas y obispos, y a otro de catequistas en los colegios e institutos.
A pesar del tan grande como inmerecido apoyo institucional que está recibiendo su última campaña de marketing (alquileres baratos, cesión de instalaciones, 80% descuento transporte público, exenciones fiscales para patrocinadores), que se enmarca en el citado plan estratégico; muchos ciudadanos mostraremos en público y en privado nuestro desacuerdo. Da igual que su manager regional, Rouco Varela, haya lanzado su último "ofertón del verano": Absolución de abortistas arrepentidas; indulgencia plenaria para los fieles de la JMJ e indulgencia parcial para el resto de fieles que "eleven oraciones a dios para que impulse a los jóvenes a anunciar el Evangelio". Rouco dirá que esta es una oferta "difícil de rechazar" pero lo siento mucho Sr. Ratzinger, la razón no está en venta.