Recientemente el Vaticano ha anunciado que va a poner a disposición de las víctimas, familiares y autoridades religiosas la documentación ordenada y digitalizada sobre el papel de la iglesia en el tiempo de la dictadura argentina; este trabajo, se dice en el Vaticano, se viene realizando desde marzo a iniciativa e impulso del Papa Francisco.
El anuncio parece una operación de blanqueo de la participación del Provincial de los Jesuitas durante la dictadura, Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, en casos muy concretos de secuestros de clérigos y catequistas y de adopción ilegal de menores. Se pretende que Bergoglio no solo quede limpio de su colaboración activa con la dictadura argentina en la represión de activistas y de clérigos vinculados con la “opción de los pobres” sino que, además, aparezca como un hombre que hizo lo que pudo en ayudar a las víctimas.
Pero Bergoglio ha tenido ocasión de confesar lo que sabe y nunca lo ha hecho. Y lo ha podido hacer en varios procedimientos de secuestro y de rapto ilegal de menores en las que Bergoglio ha tenido que atestiguar. Pero lo único que ha confesado, en esos procedimientos, es que “no sabía nada”. En efecto, en el 2010 el entonces cardenal Bergoglio fue obligado a testificar en el caso de unos crímenes de lesa humanidad en la ESMA (escuela superior de mecánica de la armada) que fue el mayor centro conocido en Argentina de detenciones y desapariciones. Bergoglio declaró durante cinco horas sobre el secuestro de dos jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio y varios jóvenes catequistas. Algunos catequistas no volvieron a aparecer nunca pero sí Yorio y Jalics que aparecieron semidesnudos y drogados cinco meses después. Yorio ,que murió hace años, siempre acusó a Bergoglio de los secuestros y Jalics, que vive en la actualidad, escribió un libro, en los 90, en los que sin nombrarlo acusaba a Bergoglio. La hermana de Yorio ha acusado a Bergoglio del secuestro de su hermano.
Hay que tener en cuanto que Yorio y Jalics fueron los representantes más cualificados de un sector del clero que denunció la dictadura y por esa razón fueron abandonados por la jerarquía e, incluso, como parece ser este caso, denunciados.
El problema de fondo es la participación de la iglesia católica argentina en la colaboración con la dictadura. En unas declaraciones, realizadas poco antes de morir, el ultra católico jefe de la junta militar, Videla, relató que el nuncio apostólico Pio Laghi y los obispos “nos asesoraron sobre la forma de manejar la situación de los desaparecidos” y además añadió, “la Iglesia ofreció sus buenos oficios, y frente a familiares que se tenía la certeza de que no harían un uso político de la información, se les dijo que no busquen más a su hijo porque estaba muerto”.
Tampoco la iglesia protestó por las decenas de clérigos y monjas que fueron desaparecidos y de dos obispos que murieron en extrañas circunstancias.
El conclave que eligió a Bergoglio Sumo Pontífice, conocía todas estas circunstancias y quizás por esa misma fidelidad del catolicismo con la dictadura argentina es por la que Bergoglio fue electo Papa de Roma. Ahora, una operación de blanqueo se está poniendo en marcha pero la operación, en verdad, comenzó el mismo día de la elección ya que la sombra de su colaboración con la represión era entonces vox populi. En primer lugar, el clérigo jesuita Jalics, que vive retirado en Alemania, realizó unas declaraciones en la que si bien no disculpaba a Bergoglio tampoco lo acusaba de delación. Pero más extraña aun ha sido la actitud del premio nobel Adolfo Pérez Esquivel, quien sufrió encarcelamiento durante la dictadura y que en el año 2005, cuando sonó el nombre de Bergoglio para Papa declaró lo siguiente: “cuando yo estaba en prisión iban a ver a los obispos y decían :”si vamos atenderle, vamos a ver qué podemos hacer” y después hacían todo lo contario(..) entonces la actitud de Bergoglio se inscribe en esta política de pensar que todos aquellos clérigos o catequistas que trabajan socialmente y que trabajan con los sectores más pobres y necesitados eran comunistas, terroristas y subversivos”. Poco después de la elección del Papa, Esquivel rectifica estas declaraciones por estas otras: “le faltó coraje para acompañar la lucha por los derechos humanos en los momentos más difíciles, pero no fue cómplice de la dictadura”.
El asunto es bochornoso para Pérez Esquivel que, últimamente,se ha convertido en una especie de lambón del Papa de Roma. En esta operación de lavado de cara el Vaticano ha contratado nada más y nada menos que a Liliana Cavani para rodar una película “la lista Bergoglio” basada en el libro del mismo nombre escrito por Nello Scavo del periódico italiano católico Avvenire. Lo que el libro relata son casos supuestos de personas perseguidas ayudadas por Bergoglio quien hubiera dirigido una especie de red clandestina de ayuda. Toda una fantasía que está escandalizando a las familias de las víctimas que fueron detenidas y torturadas y desparecidas gracias a Bergoglio y a otros clérigos argentinos. Este libro está prologado nada más y nada menos que por el propio Esquivel con el título “Bergoglio ayudó a los perseguidos”. Es increíble que Adolfo Pérez Esquivel, que había denunciado decenas de veces a Bergoglio, se haya prestado, ahora, a esta vergüenza.
Dentro de la operación blanqueo está la de su propia personalidad. Bergoglio, durante el periodo de gobierno de los Kirchner, se caracterizó en ser uno de los prelados más reaccionarios. Nestor Kirchner lo calificó como el “líder espiritual de la derecha argentina” Por ejemplo, cuando se presentó el proyecto de unión de hecho de homosexuales lo calificó de ley antinatural y diabólica. Estas fueron sus declaraciones en el 2010: “Aquí también está la envidia del Demonio, por la que entró el pecado en el mundo, que arteramente pretende destruir la imagen de Dios: hombre y mujer que reciben el mandato de crecer, multiplicarse y dominar la tierra. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios. No se trata de un mero proyecto legislativo (éste es solo el instrumento) sino de una ‘movida’ del padre de la mentira que pretende confundir y engañar a los hijos de Dios”, Ahora, el Papa Francisco I, hace declaraciones de cierta apertura en cuestiones morales. Bergoglio, es un gran impostor.