El cardenal Sturla defiende que haya una imagen de la Virgen María en la rambla; Pasquet ve amenazada la laicidad.
La Intendencia de Montevideo envió un proyecto de decreto a la Junta Departamental en el que se solicita autorizar la colocación de una imagen de la virgen María, de casi cuatro metros de alto, en la rambla de la ciudad.
El pedido de instalar la virgen fue realizado por el arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, quien se encargará de los costos que implica la colocación de la imagen. En una resolución de la intendencia, la Unidad de Patrimonio sostiene que la propuesta de la Iglesia Católica se integra “al contexto general del espacio público”, por lo que considera “viable” su instalación.
“Aún hay reminiscencias del anticlericalismo”.
El arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, considera que la oposición que ha surgido a la instalación de una imagen de la Virgen María cerca de la Aduana de Oribe, en la rambla montevideana, tiene que ver con una postura “anacrónica” con reminiscencias anticlericales. Sturla dijo a El País en su despacho del arzobispado de Montevideo que “los ediles de la Junta Departamental en 1994 cuando votaron por instalar la imagen de Iemanjá, 26 en 28, no tuvieron ningún reparo; esto surge porque es cristiano-católico”. “No surge por otra cosa. Si estuvieran por poner una imagen o un símbolo de la religión judía, una estrella de David, seguramente no ocurría esto. La separación Iglesia-Estado, si bien se procesó hace 100 años, dejó algunas secuelas. Y hay personas que desde una postura anacrónica todavía tienen como algunas reminiscencias de ese anticlericalismo. El tema es que en una sociedad plural nos manifestemos y nos respetemos unos a otros”, sostuvo.
“No quisiera ser malinterpretado. Yo creo que Uruguay evolucionó positivamente desde la época de la separación de la Iglesia y el Estado del año 18. Después del retorno de la democracia, hemos tenido muchísimas manifestaciones de que ese antiguo antagonismo Iglesia-Estado pasó. Cuando asumí como arzobispo vinieron representantes de todos los partidos políticos incluso el presidente Mujica, vino el ex mandatario (Luis) Lacalle, el senador Pedro Bordaberry, el senador Pablo Mieres estaba también. Era imposible que antes de 1960 el Estado pusiera a un arzobispo en una Comisión para la Paz”, agregó.
Sturla consideró que en determinado momento “el laicismo acá fue un laicismo combatiente, no fue esa neutralidad que a veces se nos quiere hacer creer”. “Se quiso arrinconar lo religioso en la conciencia individual, cuando lo religioso de por sí se manifiesta. “Manifestar lo religioso es parte de la realidad de todas las culturas y de todos los hombres de todas las épocas, basta mirar un poco el mundo que nos rodea”, complementó.
Sturla hace notar que no hay ninguna imagen religiosa vinculada al catolicismo mientras que sí están la imagen de Iemanjá, otra de Confucio y una plazoleta que homenajea al rabino Jaime Spector. El arzobispo, que tiene obras publicadas sobre el proceso de secularización en Uruguay, reivindica, además, el profundo arraigo de la Iglesia en Uruguay. “La Iglesia es partera del Uruguay. La Iglesia está presente en Uruguay antes de que existiera como Estado. La Iglesia fundó las primeras escuelas. La Iglesia acompañó a Artigas a través de sus secretarios. Fundó la Escuela de la Patria con Artigas y la Biblioteca Nacional Los primeros científicos del Uruguay fueron sacerdotes: José Manuel Pérez Castellanos y Dámaso Antonio Larrañaga. Los primeros observatorios meteorológicos que tiene el Uruguay son los del Colegio Pío de Villa Colón. Es decir, ¿de qué estamos hablando?. ¿De unos paracaidistas que cayeron en una nación laica? ¿O estamos hablando de la iglesia católica que es forjadora, junto con otros, de este Uruguay en el que vivimos?”, preguntó.
“No sacar al Estado de neutralidad religiosa”.
El diputado colorado Ope Pasquet ya votó durante el primer gobierno de Julio María Sanguinetti en contra de la instalación de la gran cruz que en la zona de Tres Cruces recuerda la visita al país del papa Juan Pablo II. Tres décadas después, nuevamente diputado, manifiesta su oposición a la posibilidad de que instalen una estatua de la virgen María en la rambla del Buceo.
Desde una postura batllista clásica, Pasquet explicó su posición a El País. “Este no es un tema urbanístico, sino que es una tema de laicidad. La constitución de 1918 estableció la libertad de cultos y que el Estado, que nos comprende a todos , no sostiene religión alguna. No son contrarias la laicidad y la libertad religiosa, son complementarias. La fórmula ha sido “Iglesia libre, en Estado libre” y ha sido un éxito en la construcción histórica que fue responsabilidad no solo de colorados, sino también de blancos”, contextualizó.
Pasquet explica que su postura tiene que ver con el mantenimiento de la paz religiosa. “No se trata de prohibir las manifestaciones públicas de la religiosidad como puede ser la procesión de Corpus Christi. No tengo ningún inconveniente. Pero no se puede sacar al Estado de la neutralidad y dar un espacio público a una confesión”, considera el legislador.
“No son hechos aislados. Hay algo así como un embate a la laicidad. En un hecho insólito, en el hospital Militar hay hace meses una especie de Departamento de Asuntos Religiosos. Está a cargo de un sacerdote católico que es militar retirado. No tiene goyete. Pedí informes hace meses y no me contestaron. Hay que poner un poco de orden”, consideró.
Pasquet reivindica su coherencia en estos temas. “Yo voté en contra de la instalación de la cruz. No me hago ilusiones con el tema (de que se pueda retirar la cruz) pero viola la laicidad. No sigamos por el mal camino, con una nueva fragmentación del espacio público. Si en un pedazo de nuestra preciosa y democrática rambla se instala una imagen de cuatro metros difícilmente quienes no sean creyentes o tengan otra creencia vayan allí. Irán para otro lado”, consideró.
Al menos en este aspecto, la postura de Pasquet se diferencia de la de otro batllista, el ex presidente Julio María Sanguinetti, que se define como agnóstico. Sanguinetti ha reivindicado públicamente su posición de dejar la cruz en el lugar donde Juan Pablo II ofició misa durante su primera presidencia. En el gobierno de otro mandatario colorado, Jorge Batlle, se instaló una estatua del fallecido pontífice al pie de la cruz mencionada.
“Sin tremendismos pero valoremos lo logrado con la constitución de 1918. Y no perdamos la paz religiosa, que es una cosa valiosa”, pidió Pasquet.
Hasta la aprobación de esa constitución, la segunda que tuvo Uruguay en su historia, el Estado uruguayo era católico.
La constitución vigente, en su artículo 5, establece que “todos los cultos religiosos son libres en el Uruguay”. “El Estado no sostiene religión alguna. Reconoce a la Iglesia Católica el dominio de todos los templos que hayan sido total o parcialmente construidos con fondos del Erario Nacional, exceptuándose sólo las capillas destinadas al servicio de asilos, hospitales, cárceles u otros establecimientos públicos. Declara, asimismo, exentos de toda clase de impuestos a los templos consagrados al culto de las diversas religiones”, agrega. Esto supuso un cambio respecto a la constitución de 1830 cuya primera frase es: “En el nombre de Dios todopoderoso autor, legislador y conservador supremo del Universo”. El artículo 5 de esa constitución decía: “La religión del Estado es la católica, apostólica y romana”.
Para Pasquet, la separación de la Iglesia y el Estado fue positiva para todos los actores: el propio Estado, todas las confesiones religiosas y la sociedad. Entiende que la laicidad ha permitido convivir en paz a los ciudadanos sin que nadie sienta temor por asistir a templos o por no hacerlo. Pide mantener la neutralidad religiosa del Estado y por tanto, la de los espacios públicos.