Ni entregar la vida a Dios protege en México contra la terrenal violencia de los sicarios. Ya han demostrado en varias ocasiones que los muros de una iglesia no detienen a sus rifles y que ni siquiera dejan descansar a sus víctimas después de muertas, pero son capaces de ir más allá: el domingo secuestraron a un cura mientras oficiaba la misa.
Por lo que cuenta la prensa local, los pistoleros entraron ya disparando ráfagas de metralleta al aire en la iglesia cristiana Shanddai, en el puerto Lázaro Cárdenas, en el estado de Michoacán.
Los integrantes del comando, que iban encapuchados, aterrorizaron a las decenas de fieles que escuchaban en ese momento el sermón y que vieron cómo se acercaron al sacerdote y sin mediar palabra se lo llevaron.
Los mismos feligreses solicitaron ayuda de los cuerpos policiales para que buscaran a su cura, pero de momento no se sabe nada de su paradero ni del móvil del secuestro.