“Aún más importante que la educación de los jóvenes sobre la ciencia, es la educación sobre la religión.” Daniel Dennett.
Uno de los principales aportes (creo yo, positivos) del nuevo ateísmo es el de identificar el adoctrinamiento de niños como la principal fuente de irracionalidad y fanatismo en las nuevas generaciones, y como el causante de la perpetuación de tonterías en la cultura (tales como la superstición, la intolerancia, la discriminación y el fundamentalismo).
os nuevos ateos, tales como Richard Dawkins o Sam Harris, abogan incesantemente porque los padres ya no enseñen a sus hijos la religión en la que creen, ni que los obliguen a formar parte de una congregación religiosa. Para Dawkins, el que un niño sea identificado como cristiano o como musulmán le parece tan absurdo como el que se dijera que existen niños capitalistas y niños comunistas. La analogía de hecho es correcta y válida.
El adoctrinamiento infantil es visto por sus críticos como uno de los más atroces crímenes contra la humanidad, el cual debería de ser prohibido. Los defensores argumentan que la educación religiosa en una edad mentalmente vulnerable (como lo es la infancia, etapa fundamental en la que se definen buena parte de la conducta y el modo de pensar del individuo) puede provocar que el niño sea incapaz de diferenciar entre afirmaciones verdaderas y falsas, teniendo un desarrollo pobre de sus capacidades de análisis crítico (este punto parece estar bien respaldado por la evidencia actual). Lo que es más, adoctrinar a los niños con creencias inhumanas e inmorales como las de los textos sagrados (los cuales en su mayoría, fueron redactados en la antigüedad, con costumbres y concepciones éticas radicalmente diferentes, basadas principalmente en el pensamiento mágico) resulta contraproducente y hasta peligroso. Por estas razones, se nos dice, el adoctrinamiento de niños es una forma más de abuso infantil.
Esta postura ha sido ampliamente cuestionada tanto desde opiniones religiosas como desde opiniones seculares, pues, si realmente consideramos que inculcarle la creencia religiosa a un niño resulta un abuso, más del 90% de los padres en el mundo son abusadores en la actualidad. Muy probablemente, a usted también le fue inculcada alguna creencia religiosa. ¿Considera que sus padres abusaron de usted por esto?
Dejando de lado la (posible) exageración de catalogar como abuso infantil al adoctrinamiento religioso, lo cierto es que el adoctrinamiento sí atenta contra la libertad individual, ya que la religión es implantada en los niños mucho antes que puedan ser capaces de decidir por sí solos si están de acuerdo o no en pertenecer a ésta, de modo que el adoctrinamiento a una edad muy temprana puede verse como inmoral. ¿Debería prohibirse la enseñanza religiosa que se llega a dar en la familias?
Esta última pregunta es la que se ha planteado varias veces el filósofo y escritor Daniel Dennett. En 2008, Dennett participó en una asamblea de escepticismo en China en la que (junto a otros ponentes como el difunto humanista Paul Kurtz), resumió su postura sobre el tema: no se debe prohibir que se les enseñe religión a los niños, sino todo lo contrario. Se debe enseñar la religión a los niños, pero no solo las creencias que se inculcan tradicionalmente y las supuestas virtudes de la religión en la que creen los padres, sino que también la historia, aportes (buenos y malos) culturales, mitos y contradicciones de las religiones, para que así, con toda la información disponible, el niño sea capaz de discernir críticamente entre lo que es real y lo que no, y entre lo que quiere creer y lo que no.
La propuesta de Dennett no solo se refiere al núcleo familiar, sino que también es una propuesta para la educación escolar. Es necesario acercar a los niños a la historia de las religiones para que así la posibilidad (siempre latente) del fanatismo llegue a ser la menor en la comunidad, permitiendo que el niño forme sus propias conclusiones basadas en los hechos.
p”La toxicidad de la religión depende de la ignorancia forzada de los jóvenes.p[…]pPropongo que les enseñemos acerca de los hechos de su propia religión que sus mayores no quieren que sepan [o que tampoco saben].p[…]pAsí ellos no serán víctimas de la religión de sus padres. Creo que hay que abrir las compuertas. Enseñar a los niños acerca de las religiones del mundo.”
Muchos padres de familia (sobre todo aquellos que consideran un deber moral el inculcar a sus hijos en la fe propia) podrían llegar a considerar esto como algo impensable y como un verdadero crimen contra la educación de sus hijos. Para esas personas, tal vez deberían considerar una importante cuestión: ¿Qué es más importante para usted? ¿Que sus hijos sean capaces de crecer como adultos maduros y racionales que sepan enfrentarse al mundo real con conocimiento fidedigno de éste, u obedecer el mandato de su capilla, con el latente peligro de provocarle un daño a su hijo en su educación, y por tanto, en su desarrollo como persona? No necesita callar su fe, todo lo que necesita es dejar que su hijo conozca más allá de la fe que usted le quiere compartir, y así pueda decidir por él mismo.