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Zapatero usa a Sarkozy como munición de su «hoja de ruta» laicista

Pan y circo fue la fórmula romana para distraer al pueblo en tiempo difíciles. Las cosas cambian con los siglos, pero nuestro presidente sigue empeñado en que la carnaza es bella.

Me cuentan que en uno de sus últimos viajes al extranjero Zapatero afirmó: "Mi ejemplo a seguir para España es la República laica de Nicolás Sarkozy". En fin, la reflexión en voz alta del presidente del Gobierno, naturalmente, no era gratuita. Ni mucho menos.

Es verdad, Francia representa el corazón de la Europa laica, aunque el inquilino de La Moncloa confunda ese extremo con una visión antirreligiosa tan opuesta al laicismo como el que quiere implantar su credo por ley. Porque Zapatero, por pura estrategia político-electoral, aspira a establecer un duelo entre laicos y católicos en España. Y en ello está, en la imposición de la laicidad por decreto a partir de una Constitución aconfesional. Un innecesario agravio al sentimiento más profundo de millones de españoles, además de crear un problema donde no existía en asunto tan sensible.

La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega encabeza la reforma de la Ley de Libertad Religiosa que incluirá la retirada de los crucifijos de los centros escolares. Así lo reconoció en la rueda de prensa posterior al último Consejo de Ministros. En esa línea, nuestro compañero Ricardo Rodríguez Maeso destapó este pasado viernes desde la Cadena COPE una ofensiva en toda regla de cara a la próxima primavera para excluir los símbolos religiosos de colegios, pero también de cuarteles o cárceles, además de actos públicos o de tomas de posesión. ¿Quitarán también el crucifijo que preside junto a la Constitución la toma de posesión de los ministros en La Zarzuela ante el Rey don Juan Carlos?

Es la nueva estrategia prevista por el zapaterismo para "tensar" el país en vísperas de las elecciones en Cataluña, en otra carrera por encontrar votos radicales (anti-PP) que añadir a los entendidos dentro de las tradicionales barreras del PSOE.

Poco parece importarle a Zapatero y sus asesores de comunicación que esa "hoja de ruta" del Ejecutivo suscite además del repudio del Partido Popular, sin duda, el de muchos católicos que votan al PSOE. Tenemos por tanto carnaza para sectores radicales y controversia a la vista.

La pretensión de Zapatero implica hacer tabla rasa y considerar a la religión católica como una más de las muchas que se practican en España. El diario El País, atento a la jugada, este domingo, publicaba una entradilla en su portada dando por hecho que los españoles estaban de acuerdo, entre otras cosas, en reformar la Constitución para acabar con "el trato especial a la Iglesia", luego ya, en páginas interiores, el dato no parecía tan claro puesto que en la encuesta sólo el 51% de los consultados se manifestaba en ese sentido, frente al 49% que decía lo contrario. Es decir, división máxima. División que del mismo modo era evidente entre los votantes socialistas según la encuesta: casi 30% en contra.

Con todo, la provocación canta y promete poner a la defensiva a una buena parte de la sociedad, porque estas cuestiones están muy arraigadas. Es creencia, claro. Pero también es costumbre. Fíjense ahora que estamos en Navidad en los belenes, o miren luego, unos meses después, el seguimiento y fervor de la Semana Santa. ¿Acaso el crucificado de los colegios es distinto que el niño de Belén o que la figura en los Pasos que avanza en procesión iluminada por cirios?

Ignorar en nuestro país la cruz de Cristo es querer borrar de un plumazo la historia que nos define. Sería muy aconsejable que José Luis Rodríguez Zapatero -que debería gobernar para todos los españoles- no se precipitara en un asunto de este calado. Si alguna lección se ha podido extraer del pasado reciente de España es la seria equivocación que constituye utilizar el laicismo como arma arrojadiza contra creyentes y no creyentes que están hasta la peineta de que les quieran hacer pasar por el aro contra las cosas normales que han visto toda la vida.

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