Y eso que mi familia cumple los requisitos que piden los obispos: estoy casado por la Iglesia con una mujer y tengo dos hijos. Pero no comparto nada el discurso que allí dieron los 39 obispos españoles, capitaneados por Rouco y los 14 cardenales y obispos europeos. Y estoy muy lejos del discurso de Kiko Arguello y sus incondicionales seguidores. Los respeto, eso sí. Y tienen el derecho a expresar sus creencias. Pero no estoy de acuerdo con ellos.
Pueden defender un modelo de familia católica tradicional, pero de ahí a que lo quieran imponer a todos los ciudadanos españoles y europeos hay un abismo. Y mucho menos, con un lenguaje catastrofista, como si Europa se viniera abajo si todos no siguen ese modelo de familia “católica tradicional”. Y es que creo que nuestros obispos no se enteran. No estamos en el siglo XVI, ni siquiera en la época del nacional-catolicismo. No pueden pretender que los parlamentos europeos aprueben las leyes de acuerdo a esa concepción que ellos tienen sobre la familia. Esos tiempos ya pasaron. El Estado es aconfesional y tiene que gobernar para todos los ciudadanos.
No comparto para nada esos ataques a las leyes aprobadas en nuestro Parlamento para dar respuesta a los problemas de millones de ciudadanos. Esa guerra a muerte contra los matrimonios homosexuales, a la regulación de la ley del aborto o del divorcio resulta verdaderamente anacrónico. La jerarquía sigue dando una imagen trasnochada, incapaz de entender los cambios profundos que se están dando en el siglo XXI. En nuestro país y en toda Europa existen diversos modelos de familia: de solteros o solteras con hijos, de divorciados vueltos a casar (a los que la Iglesia les niega la comunión), de parejas de homosexuales etc…Es una realidad que no se puede ignorar.
Tampoco puedo con la hipocresía de unos obispos que ponen el grito en el cielo clamando a favor del “nasciturus” y miran para otro lado ante los centenares de miles de seres humanos que pierden su vida por otras causas: guerras, violencia de género, hambre, enfermedades etc… Especialmente lamentable me pareció el silencio de nuestros obispos cuando la Guerra de Irak donde tantísimas vidas se perdieron. ¡Ellos tan preocupados por la vida…! No movilizaron a los católicos a salir a la calle, como han hecho ya en numerosas ocasiones por el problema del aborto, los divorcios y los matrimonios de homosexuales. Tampoco los hemos visto en la calle apoyando la Campaña Internacional de “Pobreza 0” contra el hambre en el Mundo que tantas vidas destruye…
¿Será que entonces gobernaba el P.P y ahora los socialistas? ¿ Hay un trasfondo político en estas movilizaciones como han apuntado muchísimos comentaristas? Esa hipocresía me duele sobremanera. Si se tiene tanta sensibilidad por la vida, que sea por todas las vidas que se pierden. Si se quiere atacar al Gobierno, que sea a cualquier Gobierno.
Durante los 8 años del Gobierno del P.P se cometieron en España más de 500.000 abortos. No los vimos movilizando a sus fieles en la calle como ahora.
Por estas y otras muchas razones yo no estuve en la Plaza de Lima. ¿Pero creéis que soy el único? Me consta que miles de cristianos tampoco estuvieron allí. Tampoco ellos comparten esa visión de “familia católica tradicional” que tienen los obispos.
Juan Cejudo es miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares