El Daily Telegraph ha publicado esta semana la primera estimación del número de combatientes rebeldes que luchan en Siria contra el régimen, según un trabajo de la consultora IHS Jane’s, y que se elevaría a 100.000 aproximadamente.
El estudio dice que en total hay unos 10.000 combatientes pertenecientes a grupos relacionados directamente con Al Qaeda. Estos son combatientes que se identifican por así decirlo con la yihad universal y no únicamente regional.
Entre 30.000 y 35.000 combatientes son “islamistas radicales” que luchar por el islam, aunque a diferencia de los anteriores, su objetivo está en Siria y no aspiran, al menos de momento, a una yihad universal.
Otros 30.000 combatientes pertenecen a “grupos que tienen un carácter islamista”.
Esto significa que los islamistas representan aproximadamente el 75 por ciento de los combatientes rebeldes, una cifra que a algunos puede parecer exagerada pero que creo que es bastante razonable.
Del estudio se desprende que solamente el 25 por ciento de los combatientes no son islamistas, aunque a mí me parece que tal vez su número sea en la práctica inferior a la estimación de IHS Jane’s, ya que sospecho que en este grupo también habrá islamistas.
Los combatientes islamistas están muy divididos, puesto que la mayor parte de ellos pertenecen a milicias locales que actúan por su cuenta y no siguen las directrices de los grupos de islamistas mayoritarios. Esto es un problema adicional ya que la fragmentación es enorme. Según el estudio, existen “1.000 bandas” islamistas que van a la suya, y cuando acabe el conflicto será muy difícil controlar a tantos y tantos grupos autónomos.
Cada de uno de estos grupos se busca la vida como puede. Los más afortunados reciben ayuda militar y económica de países sunníes del Golfo que han declarado la yihad contra los chiíes, pero otros grupos obtienen sus ingresos mediante el robo y la extorsión directamente, lo que crea una gran inseguridad en las zonas donde operan, especialmente en el norte del país.
Uno de los errores de Occidente, que está apoyando directa e indirectamente a los rebeldes, ya se cometió con Egipto cuando se intentó exportar la democracia liberal a toda costa, sin atender a las peculiaridades del país, especialmente las peculiaridades religiosas.
En Siria ocurre algo parecido, y en este país el número de “liberales” es sin duda muy inferior al de Egipto. Si en Egipto el experimento no ha funcionado, en Siria todavía tiene menos posibilidades de prosperar.