«Esta es una desgracia masiva para Von der Leyen y la Comisión Europea. Una traición a la Justicia europea y al orden jurídico de la UE (…) Von der Leyen traiciona al Estado de Derecho en Polonia y en la UE y después habla de promoverlo en Ucrania», denuncia Daniel Kelemen, profesor de Derecho y experto en política europea. Bruselas acaba de desbloquear el fondo de recuperación polaco, que llevaba meses congelado por los continuos ataques del país al Estado de Derecho.
Varsovia podrá así acceder a 35.400 millones de euros. Una decisión que ha generado mucho malestar en las instituciones europeas. No obstante, el dinero solo llegará una vez comprobados que los hitos se cumplen. Pero en el país que suma siete años de ataques a su Estado de Derecho, las garantías de que no haya una marcha atrás una vez arriben las remesas.
Dentro del propio colegio de comisarios -que viene siendo como el Consejo de Ministros de la UE- la decisión ha levantado polvo. Cinco de los 27 representantes se mostraron en contra de este banderazo de la alemana al gobierno del partido ultranacionalista Ley y Justicia (PiS): los socialdemócratas Frans Timmermans e Ylva Johansson y los liberales Didier Reynders, Vera Jourová y Margrethe Vestager. El belga Reynders y la checa Jourová son precisamente los responsables de los portfolios relacionados con el Estado de Derecho en los Estados miembros. Ambos han enviado una carta de queja a su jefa expresando su preocupación.
En la esfera de los derechos fundamentales y en ponerle freno a los gobiernos reaccionarios de Budapest y Varsovia, la estrategia de la inquilina del Berlaymont recuerda a la que mantuvo Angela Merkel, su jefa durante años en Alemania: la tibieza. La ex canciller siempre fue dócil con las tentaciones autoritarias de Víktor Orbán y Mateusz Morawiecki por sus sensibilidades históricas y de culpabilidad con el Este. También el predecesor de Von der Leyen, Jean-Claude Juncker, dejó en su legado la mancha de no imponer la mano dura con los líderes en deriva autoritaria.Polonia es el país que defiende una mano más dura con Putin en el seno del Consejo Europeo
Ahora, la líder del Ejecutivo comunitario ha dado uno de los pasos más polémicos con la luz verde al plan de recuperación polaco. El país está aprovechando la coyuntura de la guerra en Ucrania para erigirse como un aliado de confianza para Bruselas después de arrastrar años de enfrentamiento por sus sucesivos desmanes con el Estado de Derecho y la independencia del poder judicial. Así, ha pasado de ser la oveja negra a uno de los alumnos aventajados de la clase.
Polonia es el país que defiende una mano más dura con Vladimir Putin en el seno del Consejo Europeo. Y con la acogida de más de 3,5 millones de ucranianos, es el Estado del mundo que ha recibido a más refugiados procedentes de este país. «La historia no olvidará vuestra solidaridad», ha señalado Von der Leyen en una rueda de prensa en visita oficial por el país. Hace varios meses, sin embargo, el Gobierno polaco instigó una suerte de ‘caza del refugiado’ a las personas -en su mayoría de Oriente Próximo y África- atrapadas en los bosques de la frontera con Bielorrusia.
La luz verde se produce con la guerra de Rusia y el veto al impuesto mínimo de sociedades del 15% en la UE de fondo. Y llega sin que el país no haya revertido el ‘Polexit legal’, la decisión histórica de imponer la soberanía nacional sobre el derecho comunitario. A todo ello se suma al progresivo desmantelamiento de la independencia del poder judicial, que ha sido la gran obsesión del PiS -el partido aliado de Vox en la Eurocámara- desde que alcanzó el poder en 2015. En este marco, la Comisión Europea exige a Polonia garantías sobre su Estado de Derecho antes de desembolsar los primeros tramos monetarios, pero el espaldarazo político ya ha calado y ya es una victoria para los de Morawiecki.
El veto como instrumento de coerción
Bruselas y Varsovia sellan con este movimiento un alto al fuego. «La aprobación del plan de recuperación es una buena noticia que apoyará el desarrollo de Polonia y de toda la UE», ha celebrado el primer ministro polaco. El riesgo es que la deriva, especialmente de Polonia y Hungría, acabe estallando en el futuro haciendo saltar la cohesión y las costuras del proyecto europeo. Este es uno de los grandes riesgos del porvenir europeo. La dependencia energética con Rusia mostró a la UE que había errado a la hora de medir las consecuencias en política exterior y algo podría ocurrir a nivel interno con esta cuestión.Es bien sabido en la capital comunitaria que Von der Leyen mantiene una mala relación con Charles Michel
De fondo planea un malestar cada vez más patente y generalizado con el personalismo de Von der Leyen, una líder que se ha rodeado de muy pocos afines -muchos alemanes- y que con demasiada frecuencia no se apoya en su equipo de comisarios. Es bien sabido en la capital comunitaria que mantiene una mala relación con Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. Y la decisión de desbloquear el plan ha generado mucho malestar en el arco más progre de la Eurocámara. De hecho, el Pleno de Estrasburgo celebrará un debate el próximo martes sobre la polémica decisión de dar luz verde al plan polaco. En estos momentos ya solo queda retenido el húngaro (mientras que Países Bajos ni siquiera lo ha presentado).
El movimiento coincide con la semana en la que el húngaro Víktor Orbán ha amagado en dos ocasiones con secuestrar el sexto paquete de sanciones a Rusia. Y ha salido victorioso en las dos. Primero, consiguiendo que el resto de líderes europeos sucumban a su órdago permitiéndole que continúe comprando petróleo ruso. Y en las últimas horas, ha conseguido sacar de la lista de personas sancionadas al patriarca de la iglesia ortodoxa Kirill con el doble objetivo de irritar a sus socios europeos y dejar su huella sobre la defensa de los valores cristianos, tradicionales y ultraconservadores.
«Dos Gobiernos autocráticos en una semana están utilizando su derecho de veto para obtener concesiones. La regla de la unanimidad no da poder a los pueblos, sino a los autócratas. Es una perversión de la democracia», ha denunciado la eurodiputada liberal holandesa Sophie in’t Vield.