El Ministerio de Cultura y Orientación Islámica ha anunciado que la intérprete no podrá actuar nunca más en Irán por posar sin velo
Su atrevimiento obedece al deseo de la actriz de protestar públicamente por la norma que obliga a todas las iraníes a llevar hijab
Nunca más podrá pisar un plató en Irán. Nunca más podrá caminar tranquila por las calles de su ciudad. Su valiente imprudencia le ha costado su derrocamiento en su país. Hace una semana, la joven actriz iraní Sadaf Taherian tomó una decisión sin retorno: publicar en su cuenta de Instagram y en Facebook unas fotos suyas sin el velo islámico. Consciente de su desafío a la legislación de Irán, que prohíbe a todas las mujeres sin excepción aparecer en púbico sin cubrirse la cabeza, Taherian actuó a sabiendas de que ponía en peligro su carrera. Y lo hizo harta de no poder ser ella misma, cansada de tener que obedecer unas leyes con las que no está de acuerdo. Lícito, pero arriesgado. Y el precio que ha pagado es alto.
El Ministerio de Cultura y Orientación Islámica, en una airada reacción, ya ha anunciado que la actriz, de 27 años, no podrá actuar nunca más en Irán debido a su comportamiento inmoral y le ha exigido que se disculpe por las ofensas causadas a la población. Pero Taherian no piensa disculparse, porque su gesto va más allá de una simple provocación. Su atrevimiento obedece al deseo de la actriz de protestar públicamente por la norma que obliga a todas las iraníes a llevar hijab, con independencia de sus creencias religiosas. Desde que en 1979 se instauró la República Islámica en Irán, la legislación es muy estricta con la vestimenta femenina y no permite a las mujeres descubrir ninguna parte de su cuerpo excepto el rostro, manos y pies. En el caso de las actrices, la ley no contempla salvedades y les obliga a actuar siempre con velo, incluso cuando fingen estar durmiendo, lo cual, según la joven intérprete, limita por completo su talento y le impide expresar las emociones de su personaje ante la cámara.
Huida del país
Tras estallar el escándalo, Taherian ha abandonado el país y en estos momentos se encuentra en Dubai, donde prevé retomar su carrera, según ha declarado ella misma en la única entrevista concedida tras la polémica. Las declaraciones de la actriz en el canal de televisión estadounidense en lengua persa Voice of Américahan provocado, si cabe, un mayor estruendo que el que causaron sus fotos posteadas con cabello, hombros y ombligo al aire.
Así, vía skype, Taherian revela que decidió publicar las imágenes tras no poder soportar más la asfixia de tener que actuar siempre con limitaciones. No solo por tener que llevar el velo, explica, sino por no poder tocar a mi padre o a mi marido en la pantalla, porque las leyes del país lo impiden. “Nadie sabe lo que siento dentro de mí. Hasta ahora he acatado la ley por amor a mi carrera y por las exigencias del guión, […] pero quiero vivir en un sitio en el que me sienta feliz. Un lugar en el que pueda ser yo misma”, reconoce la actriz.
Su deseo es compartido por muchas iraníes que, aún sintiéndose musulmanas, desearían poder elegir ellas mismas llevar o no hijab. El gobierno de Irán ha intentado suavizar esta norma, pidiendo a los legisladores que rebajen la presión sobre la indumentaria femenina, pero por ahora, las medidas que ha logrado adoptar el Ejecutivo de Hassan Rohani no han mejorado de forma sustancial la situación de la mujer en Irán.
Taherian, que desde 2011 ha trabajado en tres series de televisión y en cuatro películas, entre ellas, la recién estrenada Asr-e Yakhbandan (Edad de Hielo), reconoce durante la entrevista que estaba nerviosa y preocupada por reacción de la gente, pero “no esperaba recibir tantos insultos de la gente de Irán, de mi propia cultura. Lo lamento, pero no puedo decir nada más”, desliza.
Y es que, junto a los mensajes de apoyo, son muchas las personas que la han atacado en las redes sociales al considerar su gesto un comportamiento obsceno y una flagrante falta de respeto hacia el Islam. Pero la actriz insiste en que no pretendía ofender a nadie y, para terminar de adornar su alegato en favor de la libertad de expresión, arremete contra la doble moral que existe en Irán aireando los trapos sucios del mundo del cine. Taherian asegura haber sido acosada detrás de las cámaras en más de una ocasión, con proposiciones sexuales a cambio de “cinco o seis contratos”. Lo que más la molestaba, remacha, es “cuando el director me mira mientras actúo, pensando en mí de todas las maneras posibles menos como actriz. Solo espera a que termine de actuar para volver a susurrarme al oído”.
Sadaf Taherian ha decidido cruzar una línea que pone fin a su carrera en Irán, pero, como ella misma reconoce, “después de haber tomado la decisión de ser libre, aquellos que me critican sólo me dan fuerzas para seguir”.