A raíz de estas declaraciones del director del colegio Juan Pablo II, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid ha abierto una investigación para estudiar si sus expresiones podrían infringir la ley.
Por su parte, José María Gil Tamayo, durante la rueda de prensa posterior a esta Comisión Permanente y a preguntas de los periodistas sobre esta polémica, ha remitido al documento de 2012 escrito por los obispos españoles. Tamayo no ha querido entrar en valoraciones sin “conocimiento exacto” y ha insistido a los medios: “Si quieren saber lo que piensan los obispos españoles sobre la ideología de género, hay un documento del año 2012 que se llama “La verdad del amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar”.
Gil Tamayo ha pedido libertad para que la Iglesia exprese sus convicciones: “La ideología de género representa una imposición absolutamente contraria al pensamiento de la Iglesia. La Iglesia no puede dejar de decir su visión del hombre, del matrimonio y de la familia y debe hacerlo con libertad. Gracias a Dios hemos superado todas las inquisiciones, no pasemos ahora a inquisiciones laicas”, afirmó.
Respeto a todas las personas
Pues bien, en dicho documento de los obispos españoles sobre la ideología de género, se recogen más de 20 puntos que podrían ser contrarios a la ley de protección integral contra la LGTBIfobia de la Comunidad de Madrid.
Si bien esta carta expresa su más absoluto respeto por todas las personas y su dignidad y su orientación sexual, lo cierto es que este documento también podría infringir la ley.
Por ejemplo, el punto 20 afirma que “la dimensión sexuada, es decir, la masculinidad o feminidad, es inseparable de la persona. No es un simple atributo. Es el modo de ser de la persona humana. Afecta al núcleo íntimo de la persona en cuanto tal. Es la persona misma la que siente y se expresa a través de la sexualidad”. Asimismo, el punto 23 señala: “El hombre es para la mujer y esta es para el hombre, y los padres para los hijos”.
El número 37 va más allá y dice: “Si se comprende la felicidad como un simple “sentirse bien” con uno mismo, se cae en el error de no medir el valor y sentido de la sexualidad por la complementariedad y crecimiento personal en la construcción de una vida compartida”. O el 47 que señala: “Las teorías contemporáneas de “género”(….) pretenden desvincular la sexualidad de las determinaciones naturales del cuerpo, hasta el punto de disolver el significado objetivo de la diferencia sexual entre hombre y mujer”.
A partir del punto 52 explica la “ideología de género”: “Los antecedentes de esta ideología hay que buscarlos en el feminismo radical y en los primeros grupos organizados a favor de una cultura en la que prima la despersonalización absoluta de la sexualidad”.
En el punto 57, analiza que la ideología de género ha traído nocivas consecuencias: “Una cultura que no genera vida y que vive la tendencia cada vez más acentuada de convertirse en una cultura de muerte”.
En el punto 60, los obispos denuncian la estrategia de dicha ideología de “impregnar esa ideología el ámbito educativo. Porque el objetivo será completo cuando la sociedad –los miembros que la forman– vean como “normales” los postulados que se proclaman(…). No extraña, por eso, que, con esa finalidad, se evite cualquier formación auténticamente moral sobre la sexualidad humana”.
El punto 65 se menciona que debajo de la “deconstrucción del cuerpo, hay un pensamiento materialista y radical, en definitiva inhumano. Inhumano, porque se niega la diferencia esencial entre el ser humano y el animal(….) La corporalidad, según esta teoría, no tendría significado antropológico alguno. Y por eso mismo carecería también de significado teológico. La negación de la dimensión religiosa es el presupuesto necesario para poder construir el modelo de hombre y la construcción de la sociedad que se intentan. No es arriesgado afirmar que esta teoría lleva a una idea inhumana del hombre, porque, arrastrada por su concepción del mundo, absolutamente materialista, laicista y radical, es incapaz de reconocer cualquier referencia a Dios”.
Derecho a mostrar disconformidad
En el punto 74, los obispos llaman a todos los fieles a mostrar su desacuerdo: “En el caso de leyes que no respetaran el bien común, correspondería a todos y cada uno de los miembros de la sociedad hacer notar su disconformidad. Eso, sin embargo, nunca podrá hacerse de cualquier manera. Ese derecho y deber de denuncia, por tener como fundamento el bien común, siempre ha de ejercitarse dentro del respeto del bien que los justifica. Por lo que, si nos atenemos al caso de la legislación actual en España sobre el matrimonio, es un derecho y un deber de los ciudadanos mostrar su desacuerdo e intentar la modificación de la ley que redefine el matrimonio eliminando su contenido específico”
Y el punto 76 llama la atención a los políticos: “No pueden caer en la tentación de hacer una política basada en ideologías que contradicen el bien de la persona”.
En el punto 106 se reitera la definición de familia: “Hemos de afirmar con renovado vigor que la familia –como comunidad específica constituida por padre, madre e hijos– es un “capital social” de la mayor importancia, que requiere ser promovido política y culturalmente”.
Y el punto 110 dice: “Lo que está en juego no es solo una cuestión de palabras. Es algo mucho más profundo. Se trata del intento de construir un modelo de sociedad en la que, mediante una supuesta “liberación” total, se establezca una presunta igualdad entre todos los ciudadanos que suprima todas las diferencias que se estiman “discriminatorias”; incluidas las que derivan de la condición dada y creatural de ser varón o mujer. Esta diferenciación, tildada de superestructura cultural biologicista o machista por la “ideología de género”, debería ser superada por medio de una nueva construcción. El ser humano se construiría a sí mismo voluntariamente a través de una o diversas “opciones sexuales” que elegiría a su arbitrio a lo largo de su vida, y a las que se debería reconocer la igualdad de derechos. En ese contexto y con esa finalidad se mueven también los Decretos sobre enseñanzas mínimas de la llamada “Educación para la Ciudadanía”.