Es lo que le cuesta de media a una hermandad sevillana de dos pasos salir en procesión
¿Cuánto le cuesta a una hermandad poner sus pasos y sus nazarenos en la calle? Pues un dineral. Y ojo, que con la crisis no es que los presupuestos se hayan desinflado. Veamos de cuánto dinero estamos hablando exactamente. "Ahora los gastos se pelean más, claro, pero tampoco es que hayan bajado mucho. No crea que hay mucho margen…". Habla el hermano mayor de una cofradía del Jueves Santo que prefiere no levantarse el antifaz.
Echemos cuentas para una corporación que lleve dos pasos, dos bandas de música y un cortejo de unos 900 o mil nazarenos. Con cierta diferencia, la partida más elevada es la destinada a contratar las bandas de música. Su caché oscila entre los 6.300 e incluso 7.000 euros, pero puede variar aún más según el día de la semana para el que se la contrate. El Jueves Santo, junto con la Madrugá, supone el día más caro. De hecho una misma agrupación no cobra lo mismo por tocar un Martes o Miércoles Santo que el Jueves. Claro que hay hermandades con suerte que ya llevan de serie la banda. El caso, por ejemplo, de la banda de cornetas y tambores de Las Cigarreras, la Centuria en la Macarena, las tres bandas de la Esperanza de Triana, la del Sol o Santa Genoveva.
La decoración floral también es un pico. Unos seis mil euros entre ambos pasos, aunque también aquí hay variantes según hablemos de crucificado, misterio o palio. Con la cera ocurre igual. Las grandes cofradías gastan, lógicamente, mucho más debido a su amplísimo cortejo de nazarenos. Entre 4.500 y 5.000 euros pueden costar los cirios en una cofradía media. Aparte se cuantifica la cera de los pasos. Sólo en el caso del de la virgen, su precio puede alcanzar los 2.600 euros.
Y aún puede haber más gastos. Por ejemplo, hay hermandades que deben contratar cuadrillas de costaleros ajenas a la cofradía, algo que les puede obligar a desembolsar hasta 8.000 euros adicionales. Otras deciden incorporar a su cortejo a personal auxiliar para el mantenimiento de los pasos durante la procesión (se encargan de portar una escalera y otros utensilios para solucionar cualquier problema).
La lista de gastos, considerable, es amortiguada con los ingresos. Mayormente, por la subvención que el Consejo de Hermandades y Cofradías otorga a cada una, y cuyo importe depende del número de pasos que lleve el cortejo. Si son dos, la ayuda sobrepasa por poco los 30.000 euros. Con uno, ronda los 20.000. En menor medida, las cuotas de los hermanos, las papeletas de sitio (en el caso de las que la cobren aparte) y los donativos privados (cada vez menos generosos) empujan al alza las cuentas de cada hermandad. La salida penitencial supone, por tanto, una inversión controlada.
¿Se pierde dinero si llueve?
Controlada y además, cada vez más segura. La gran amenaza de las cofradías, la lluvia, compensa en parte el sofocón cuando impide salir al cortejo: al menos hay gastos que no culminan y otros se reducen. La cera, por ejemplo, se devuelve íntegra. Con la música, a pesar de que se suele pagar el cien por cien por adelantado, se pueden pactar descuentos si al final no se sale. Con las flores, sin embargo, no queda opción de reintegro.
A este respecto, el riesgo de lluvia ha encendido la bombilla de las compañías de seguros, que han visto filón. Son numerosas las hermandades sevillanas que tienen contratada una póliza en caso de que el agua les impida hacer estación de penitencia. Funcionan como los seguros de grandes espectáculos, como los conciertos que se vean abocados a la suspensión por el agua. Grandes firmas como Mapfre, Reale o Caser las ofrecen. Su precio oscila entre los 800 y los 1.000 euros y, según el capital asegurado, puede permitir recuperar entre 18.000 y 20.000.
Eso sí, si una hermandad decide salir y aparece la lluvia con sus nazarenos ya en la calle, pierde la cobertura de la póliza. Es por ello que, dado que son mayoría las corporaciones que lo contratan, son cada vez menos las que se arriesgan a salir cuando las nubes amenazan. Los requisitos: deben contratarse como muy tarde 40 días o un mes antes de Semana Santa (lejos aún de las previsiones de meteorología) y, en caso de que haya que ejecutarla, justificar a posteriori con certificados de la Policía o de la AEMET las precipitaciones sufridas durante dicho día para poder cobrar el seguro. Religiosamente.