LA ASOCIACIÓN EUROPA LAICA, EN ESTE INICIO DEL MILENIO, APORTA UNAS IDEAS Y REIVINDICA DERECHOS CIVILES UNIVERSALES QUE SE ESTÁN PERDIENDO O NO SE HAN CONQUISTADO TODAVÍA. EXIGE A LOS ESTADOS E INSTITUCIONES EUROPEAS SE VELE Y SE FOMENTE EL DERECHO A LA LIBERTAD DE CONCIENCIA Y LA SEPARACIÓN DEL ESTADO DE LAS IGLESIAS. ESA REIVINDICACIÓN LA EXPLICITA EN UN DOCUMENTO, QUE SE ACABA DE ELABORAR, DENOMINADO “CARTA EUROPEA POR LA LAICIDAD Y LA LIBERTAD DE CONCIENCIA”, EN DONDE SE HA TRATADO DE TENER EN CUENTA LA DISPARIDAD DE CONTEXTOS Y DE TRAYECTORIA HISTÓRICA DE LA DIVERSIDAD DE PUEBLOS Y NACIONES DEL CONTINENTE DE NORTE A SUR Y DE ESTE A OESTE.
El laicismo forma parte de todo proyecto jurídico y político de un Estado Democrático y de Derecho que defienda el pluralismo ideológico, la libertad de pensamiento, expresión y conciencia de las personas, los derechos y libertades cívicas, frente a la interferencia de entidades religiosas o de otra naturaleza ideológica, que impliquen privilegios o traten de imponer al conjunto de la ciudadanía su moral particular y excluyente o que desde las instituciones del Estado se trate imponer determinadas orientación ideológicas que forman parte de la moral o el dogma religioso.
El objetivo de la laicidad y del derecho a la libertad de conciencia plena de todas las personas independientemente de sus convicciones, origen, situación social y creencias… en el ámbito de las naciones y pueblos europeos es, aunque haya habido algunos caminos recorridos, un reto pendiente, quien sabe si no un sueño, …una utopía.
En la diversidad de pueblos que constituyen Europa existen contrastes y sensibles diferencias entre los territorios y naciones. Hay países con una mayor tradición laicista y de consecución histórica de los derechos civiles, como (por ejemplo) el modelo francés y sus entornos territoriales (en parte originarios del proyecto político de la revolución ilustrada), que se inicia -jurídica y políticamente- con la “Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano” de 1789 (posteriormente de la Mujer) y mucho más tarde con el establecimiento de la “Ley de separación del Estado de las iglesias de 1905”. (*)
(*) En este contexto histórico del siglo XX, es obligado hacer referencia a la “Constitución española de la II República” (1931-39), ya que posiblemente son los principios constitucionales más laicistas que se hayan aprobado jamás por un Parlamento democráticamente elegido en cualquier lugar del Planeta. Siendo abolida, como todo el mundo sabe, por el fascismo internacional, en complicidad con diversos Estados (políticamente liberales) de la época.
En otros territorios europeos persiste una fuerte presencia política y jurídica de las religiones y, en mayor o menor grado, no se respeta la libertad de conciencia de forma rigurosa, esencialmente en los países de larga imposición del “catolicismo de Estado”, como es el caso de España, y en menor grado de Irlanda, Portugal, Italia… o en otros de un fuerte arraigo del cristianismo ortodoxo, como es el caso más extremo de Grecia. Hay otro grupo de países que han salido hace unas pocas décadas de totalitarismos (con grados diversos del mal denominado como “ateísmo” de Estado) y cuyos gobiernos actuales (de distintos signos) “abrazan”, con énfasis y desde el poder político diversas ramas del cristianismo (católicos y cristianos ortodoxos… fundamentalmente), como son el caso de la católica Polonia (en grado muy extremo) y cada vez más Rusia, Bulgaria, los Balcanes…
…Además están los Estados de fuerte arraigo político luterano y protestante (en sus diversas iglesias) sobre todo del centro y norte europeos. Por supuesto que hay existen miles de pequeñas comunidades religiosas de origen oriental… y de otras múltiples facciones cristianas…
…También hay que tener muy en cuenta que en casi todo el continente hay una presencia musulmana muy extendida… No solamente en algunas regiones del sur-este europeo de mayorías seguidoras del islam desde hace siglos, sino que ha habido un sostenido crecimiento de estas comunidades religiosas en sus diversas ramas… por el resto de Europa, como consecuencia de las migraciones políticas o económicas… de estos últimos sesenta años y, sobre todo, por el mayor crecimiento demográfico de estas comunidades en algunas grandes urbes…
Como se puede observar… el mosaico religioso es muy amplio y colorido… en un continente de enormes contrastes políticos, históricos, culturales… Dentro de unas sociedades, en general, profundamente secularizadas, que protagonizan individuos y colectivos de múltiples convicciones: creyentes, indiferentes, no creyentes, deístas, ateos, escépticos, librepensadores…
… Por cierto, las personas declaradas agnósticas y ateas de todas las edades (según diversas encuestas y en el conjunto de Europa) se pueden considerar como un tercio de la población, sobre todo entre los individuos más jóvenes y de raíces (esencialmente) europeas (no tanto entre los emigrantes africanos y americanos del sur).
Esta diversidad de realidades en cuanto a las convicciones de la ciudadanía europea hay que tenerla muy en cuenta para desautorizar y condenar a quienes, desde la política, la religión o desde una cierta pseudo-intelectualidad, trata de confundir -intencionadamente- (o no) lo interreligioso con lo multicultural o con la diversidad de convicciones, ya sean de tipo religioso o no.
Es un hecho que hoy, en toda Europa, se puede pertenecer, libremente, a cualquier religión, declararse ateo, indiferente, escéptico o librepensador, masón… en general, sin mayores problemas, frente a momentos históricos (no hace tantas décadas) en donde había religiones de Estado en muchas naciones y se prohibían o perseguían de forma abierta o más sutil, convicciones y religiones, que no estuvieran “protegidas” y fomentadas por el poder político o fueran el mismo poder.
Sin embargo, hoy, todavía, la “cooperación y complicidad (insana) entre política y religión” es muy estrecha en muchos países europeos, disfrutando éstas (las corporaciones religiosas de distinto signo) de enormes privilegios económicos, tributarios, societarios, simbólicos… etc. que las diferencian de cualquier otro tipo de asociaciones y entidades no gubernamentales. Hecho que, en mi opinión, es ilegítimo y socava principios democráticos de libertad y de igualdad ante la ley.
…Cuando desde un punto de formal una comunidad religiosa (sea del tamaño que sea), no es nada más que una “asociación de creyentes” y, por lo tanto, el tratamiento jurídico y político debería de ser idéntico al de una asociación deportiva, cultural, de servicios socialesl, de vecinos… etc.
Pero además, las cúpulas religiosas mayoritarias y predominantes en cada Estado o territorios europeos no se conforman con tener un tratamiento jurídico especial…
… Sino que, además, son titulares de hospitales y escuelas religiosas, que como, en el caso de España (y otros lugares), son financiadas con fondos públicos. Por si con esto no tuvieran suficiente, también en una mayoría de regiones y países europeos incrustan la moral religiosa (que es particular) dentro de las escuelas públicas (que son de todos, creyentes y no creyentes), a través de verdaderos “delegados diocesanos”… colocados por los obispados (católicos) o, en su caso, personas designadas por los pastores, imanes, rabinos o popes de turno… que, además, en muchos lugares son financiados con fondos del Estado: Proselitismo religioso pagado por el Estado…
….A esta ilegítima situación se suman las fuertes “organizaciones de caridad” de las diferentes confesiones religiosas, que en tiempos de empobrecimiento de la población y de agrandamiento de la brecha social (como la que padecemos en toda Europa), se hacen más fuertes y “populares”, pues las instituciones de los Estados, en vez de preocuparse en el ámbito de la “res pública” asistencial, les “ceden” arbitrariamente el “control” de la asistencia social comunitaria, para que éstas (las religiones) se empoderen de una parte de la ciudadanía, la más desfavorecida…
En ese “doble papel” que toda religión (especialmente las abrahámicas) han utilizado históricamente: “La iglesia de los ricos y de moral dogmática” y la otra “iglesia, “la de los pobres y más contestataria”: “Un dragón con dos cabezas”. Un sistema que les ha proporcionado muchos beneficios a todas ellas, a lo largo de la historia.
En estas últimas décadas, como consecuencia de los avances de un capitalismo depredador aliado con el poder religioso y político, se observa -en todos los países- vulneraciones constantes y crecientes, en mayor o menor grado, de derechos y libertades cívicas y carencias crecientes de libertad de conciencia y de expresión… y muy sutilmente se va sustituyendo por la moral religiosa y la doctrina de los mercados, que ejercen (ambos poderes) un enorme control social y político.
De este sistema depredador, también participan las diferentes corporaciones religiosas, ya que, además de ser “multinacionales” de una “determinada moral”… sostienen o participan en el Sistema capitalista a través de multinacionales del turismo, alimentarias, financieras, editoriales, nuevas tecnologías…
…Vamos que cuando el papa populista argentino (Francisco) hace crítica a la “dictadura del dinero”… no piensa en las riquezas terrenales de su iglesia, ni en los privilegios tributarios y económicos de los que disfruta en infinidad de países. Toda una gran hipocresía.
Esta compleja realidad que padecemos, a la hora de diseñar estrategias laicistas en defensa de los derechos cívicos y de la libertad de conciencia; a la hora de exigir una real separación del poder político, del religioso; a la hora de propiciar una modelo de democracia participativa…
… complica mucho el discurso y las estrategias, ya que una parte muy importante de la ciudadanía europea que no ha sido “educada” en valores de libertad y de democracia reales…
…no percibe estos peligros que tienen que ver con la ética política y con su realidad cotidiana y de los que la administran…
… Sino que, en la actualidad, la inmensa mayoría de la ciudadanía, reivindican lo que perciben como más inmediato para la subsistencia: alimentación, trabajo y vivienda, sanidad… incluso una “enseñanza-guardería”, sin ir más lejos…
…De ahí que las corrientes políticas neo-nacis y totalitarias, el patriotismo, las fronteras, el negocio de la caridad religiosa… el autoritarismo, la misma religión mayoritaria y abanderada en cada territorio… calen entre la población… quizá desencantada de un modelos de un modelo de hacer política… incapaz de aportar soluciones a sus problema inmediatos y cotidianos de cada día: (la vivienda, el empleo…)…
En este contexto no muy optimista de la situación y aprovechando una coyuntura social y política muy compleja, hay quienes (desde posiciones políticas del centro derecha y del centro izquierda europeas, como la socialdemocracia), en complicidad con líderes religiosos (especialmente los católicos), han impuesto, desde hace unos años, muy intencionadamente, dos conceptos nuevos (y viejos) de laicidad: la “positiva o inclusiva” y la “excluyente”.
Por supuesto la “laicidad positiva” significa (para estas corrientes de opinión) “dejar las cosas como están” o empeorarlas, si cabe. Por ejemplo, desde hace unos años en la “laica Francia” se han producido notables avances de la religión (como corporaciones) en el ámbito político y público. Propiciado, abiertamente, por el ex-presidente Sarkozí.
Y en estos momentos va a continuar con la designación del primer ministro socialdemócrata Valls (de origen catalán) y su gabinete, me temo, que muy poco laicista, que junto al renovado impulso político que ha tomado la derecha francesa y ya no digamos el neo-fascismo “lepeniano”, estoy convencido de que van a dar un nuevo impulso para tratar de arrinconar, más o menos sutilmente, una parte importante de los principios de la “ley de separación iglesia Estado de 1905”, o lo que es peor: los “principios republicanos de la Ilustración”.
Para esta corriente política que propicia la que denominan como “laicidad positiva”, la “laicidad excluyente” la representamos asociaciones y plataformas como Europa Laica y otras que, en sintonía, con cientos de millones de ciudadanas y ciudadanos europeos… tratamos de de defender y exigir (a la vez): la libertad de conciencia y de expresión plenas, los derechos cívicos universales, una democracia realmente participativa y una total separación de los Estados de las confesiones religiosas.
Así están las cosas por la “vieja” Europa. En donde existe, además, una “ficción de Estado”: “El Vaticano”. Partimos de la base de que la denominación de “Estado Vaticano” y la aceptación por la comunidad internacional es gravemente errónea, si nos atenemos a las características mínimas de lo que debe ser considerado como un Estado de ciudadanos y ciudadanas con una organización y leyes civiles concretas, ya no digamos si nos atenemos a su origen (1929, otorgado por Mussolini, con el beneplácito de la internacional fascista) y al no respaldo, por ejemplo, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y esta posición de privilegio que supone un disparate político, se le “abren las puertas” por parte de organismos internacionales varios (como la ONU), aunque sea sólo a modo de “observador”.
Hasta aquí las cuestiones más de fondo político, sin embargo de vez en cuando surgen diversas polémicas con dimensiones diferentes. Es el caso, a modo de ejemplo, de la cuestión de la enseñanza de la religión en las instituciones públicas y también la de los símbolos religiosos en las escuelas.
Estas cuestiones tienen ya una larga historia en Europa y se sitúan de modo diferente de un país a otro. La laicidad de tipo francés intenta resolverlos recurriendo a una legislación especial o aplicando circulares ministeriales, por cierto cada vez menos claras. En otros países se evocan habitualmente las tradiciones más antiguas o los usos menos laboriosos y surgen enfrentamientos que los jueces suelen dirimir, en muchas ocasiones, a favor de la “religión”.
Estas disputas en la mayoría de los casos sólo tienen efectos provisionales o paliativos, nunca definitivos, ya que los Gobiernos tratan de evitarlos, vamos de “esconderse”. En otros muchos casos, sin leyes específicas, la secularización de la sociedad ha ido arrinconado, poco a poco, esta simbología particular o preponderancia de la religión en la Enseñanza o en las relaciones públicas en general.
Por todo lo expuesto y como se puede deducir no es posible, ni conveniente, invitar a un mismo modelo de estrategia laicista para toda Europa, por cuestiones obvias: Cada Estado, pueblo, territorio es y ha sido diferente, por lo tanto habría que marcar unos principios mínimos, basados en la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”, en la diferentes Convenciones de la infancia y en los derechos de las minorías o de las mujeres… por ejemplo.
De ahí que la “Carta” que Europa Laica propone se aproxima a estos principios o propuestas de mínimos:
INTRODUCCIÓN
La laicidad debe formar parte de todo proyecto jurídico y político de un Estado Democrático y de Derecho, y por tanto también de las organizaciones de ámbito superior que los pueblos europeos acuerden libremente construir para extender y unificar sus conquistas sociales y democráticas.
La laicidad se asienta en tres principios intrínsecos a la propia democracia y a los Derechos Humanos:
· La libertad de conciencia.
· La igualdad de derechos sin privilegios ni discriminación.
· La universalidad de las políticas públicas.
Lo que implica la clara distinción entre el ámbito público y el privado, y la estricta separación entre la política y las religiones u otros particularismos. Sin embargo, en el conjunto europeo, se percibe una situación acelerada de pérdida de derechos y libertades cívicas en casi todos los campos.
Ideologías, como las religiosas y las neoliberales, imponen sus formas excluyentes de entender el mundo y las relaciones interpersonales, su moral y dogmas particulares, y sus políticas sociales desiguales al conjunto de la ciudadanía, generando, con ello, enormes desigualdades sociales y económicas y recortes de derechos a la mayoría de la población y especialmente a los grupos más desfavorecidos por razón de clase social, sexo, orientación sexual, origen étnico o nacional, capacidades funcionales, etc.
Se hace, por tanto, necesario impulsar el laicismo como movimiento a favor de la laicidad en todo el ámbito europeo. Por ello Europa Laica propone a la sociedad civil y a sus organizaciones de base, alos partidos políticos, a los diferentes gobiernos y a las instituciones europeas, la siguiente:
CARTA EUROPEA POR LA LAICIDAD Y LA LIBERTAD DE CONCIENCIA
1.Libertad de conciencia
Ha de ser una prioridad de las instituciones de los Estados promover y garantizar la plena libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión de todas las personas, independientemente de su origen o nacionalidad. Así mismo, debe respetarse la estricta separación de los Estados respecto de las confesiones religiosas y los particularismos.
2.Ninguna prohibición por cuestiones dogmáticas.
Las estructuras cívicas, jurídicas, políticas, culturales y sociales deben organizarse respetando todas las libertades individuales y colectivas asociadas al interés general y al disfrute de los bienes públicos, sin que intereses particulares de carácter dogmático, ya sean religiosos o no, puedan extenderse al conjunto de la ciudadanía.
La libertad de expresión (en todas sus formas: artística, de cátedra…) estará garantizada, sin que el Estado ni ningún grupo de presión, confesional o relativo a una comunidad o corporación ideológica concreta, pueda conseguir limitarla en nombre de prohibiciones que solo afectan a sus propios miembros.
La puesta en práctica de los adelantos logrados por las investigaciones científicas y tecnológicas, gozará de una completa libertad, ateniéndose únicamente al marco de las leyes civiles votadas por las instancias democráticamente elegidas y legalmente responsables, siempre que no sean producto de interferencias religiosas o particularismos ideológicos. Las opiniones (o prohibiciones) de tipo religioso no serán tenidas en cuenta por la legislación europea en tanto suponganelementos de discriminación o privilegio alguno en contra de los principios del laicismo.
Los Estados también garantizarán la libertad de conciencia para que nadie sea sometido a tratamientos médicos contra su voluntad ni a prácticas innecesarias o degradantes, respetando siempre la voluntad de las persona en su derecho a morir dignamente, legalizando jurídicamente el derecho a la eutanasia y al suicidio asistido.
3. Independencia de los Estados en relación a las iglesias y a las religiones.
Las instituciones europeas asegurarán su independencia absoluta en relación a las confesiones religiosas, a los cleros y a sus influencias confesionales.
Los Estados eliminarán o evitarán todo tipo de Acuerdos o Concordatos con las confesiones religiosas para evitar limitaciones a la libertad de conciencia o interferencias en las leyes cívicas comunes al conjunto de la ciudadanía.
Las responsabilidades cívicas, sociales, culturales y educativas que se deriven de las políticas europeas serán asumidas por los servicios públicos correspondientes y no se pondrán en manos de entidades privadas, incluidas las dependientes de las confesiones religiosas.
En materia de religión, el ejercicio de los derechos legítimos (individuales y colectivos) estará garantizado en el marco de la esfera privada de la que emanan, sin interferir nunca con el ámbito público y político.
Las diferentes confesiones no serán financiadas por los Estados. Asimismo, deberá armonizarse el tratamiento fiscal a las entidades religiosas, eliminando todas las exenciones y bonificaciones fiscales de las que se beneficien. En su caso, hasta la total autofinanciación y supresión de privilegios fiscales, existirá un control público y transparencia total por parte de los Gobiernos de la financiación que otorguen, en sus distintas formas, a las entidades religiosas.
Las entidades religiosas deberán regularse por el derecho privado y, por tanto, no podrán ser tratadas como entes públicos, así como deberá desaparecer la regulación del delito de blasfemia de los ordenamientos jurídicos de toda Europa.
Los símbolos religiosos o de otra naturaleza ideológica particular, no estarán presentes en actos oficiales públicos, ni en locales de titularidad pública en ningún Estado europeo. También deberá eliminarse la presencia de los representantes políticos y cargos públicos, en su calidad de tales, de todos los actos litúrgicos y confesionales religiosos o de cualquier otra naturaleza ideológica particular, así como también la intromisión de los ceremoniales religiosos en los actos civiles.
Ningún Estado ni institución pública europea reconocerán al Vaticano, ni a la Santa Sede, como un Estado y, por lo tanto, no mantendrán relaciones diplomáticas de esa naturaleza, ni tampoco en el marco de las Naciones Unidas y de sus organizaciones internacionales.
4.Derechos de las mujeres
Se garantizarán, sin ambigüedad, los derechos de las mujeres y la igualdad para participar en la vida política y social. Ninguna limitación debida a especificaciones confesionales, étnicas o de pertenencia a una comunidad o corporación concreta será tenida en cuenta por las leyes europeas o de sus Estados. La libertad de conciencia de las mujeres para ejercer la maternidad o la interrupción del embarazo, en el marco de sus derechos sexuales y reproductivos, se ha de poder ejercer en todos los países europeos de forma libre y dentro del ámbito público. Quedará prohibida cualquier tipo de violencia contra las mujeres y será motivo de desarrollar una campaña en contra a nivel mundial por parte de los países europeos.
5.Derechos de la Infancia y la Adolescencia
Se protegerá específicamente el derecho a la libertad de conciencia de la infancia y adolescentes independientemente de las convicciones ideológicas de sus padres, madres o tutores.
En las leyes que rijan en Europa se tendrá en cuenta la condición de niñas, niños y adolescentes como ciudadanas y ciudadanos libres preservándolos de todo condicionamiento doctrinario o dogmático de carácter coactivo, incluyendo las mutilaciones sexuales con pretextos religiosos o supuestamente culturales y la imposición, por parte de los adultos, de cualquier religión, rito o convicción ideológica.
Se prohibirá el trabajo infantil y esa prohibición se extenderá a las empresas o corporaciones europeas que mantengan fábricas fuera de Europa, así como se tomarán medidas contra el trabajo infantil en otros países.
6.Educación Pública y Laica en Europa
Todos los países europeos garantizarán una Educación Pública, Democrática y Laica a su ciudadanía, conformada hacia el desarrollo de la personalidad, la libertad de conciencia, la igualdad y la plena ciudadanía, a través de contenidos curriculares universales de carácter científico, artístico y humanístico, sin ninguna presencia de adoctrinamiento religioso en el currículum ni en la simbología.
7.Derechos de los Migrantes
Los desplazados de otros países a cualquier país europeo por motivos sociales, económicos o políticos, gozarán de los mismos derechos, deberes y libertades que los nativos del país de acogida. Siempre prevalecerá el Derecho europeo en materia de derechos y libertades sobre las legislaciones nacionales de origen que los limiten o vulneren.
8.Respeto mutuo e identidad de derechos y deberes.
Las instituciones europeas deben permitir y promover la práctica del respeto mutuo en relación a las diferencias étnico-culturales, en el marco de una total identidad de derechos y deberes para todos los ciudadanos y ciudadanas. Deben combatir toda laxitud con respecto a movimientos racistas o segregacionistas, tanto en el plano de las políticas públicas o privadas como en la vida social. Deben respetar el principio fundamental según el cual el legítimo derecho a la diferencia no puede dar lugar a una inaceptable diferencia de derechos.
9.Solidaridad entre los pueblos.
Las instituciones y organismos internacionales europeos instarán a los gobiernos nacionales a llevar a cabo acciones solidarias entre los pueblos, en especial hacia los Estados con mayor pobreza y exclusión social. Esta solidaridad tiene como objetivo lograr soluciones de justicia social concebidas en un marco muy amplio y sin las cuales ningún desarrollo económico y en cuanto a los derechos y libertades individuales es posible.
10.Libre difusión y propagación de los valores laicistas.
Las instituciones europeas promoverán y velarán por la laicidad de todas las normas y recomendaciones que emanen de dichos organismos. La laicidad institucional será objeto de un estricto respeto por su parte, facilitarán su fomento y su propagación con vistas al interés general y a la cohesión social, instando a todos los Estados europeos a que sus constituciones y demás leyes internas se fundamenten en los principios laicistas. En su caso se instará que estos principios se puedan difundir sin ningún tipo de obstáculo en cualquier Estado.
11.La laicidad, garantía de una Europa de paz civil y de armonía.
Los valores filosóficos, éticos, morales, democráticos y cívicos sobre los que se funda el laicismo lo convierten en aceptable para todas las mentes imbuidas de libertad, de respeto mutuo y de justicia. Tiene, pues, una vocación universal, ya que propone soluciones positivas y oportunas para numerosos problemas sociales y cívicos que se plantean en la mayoría de los países europeos y en otras partes del mundo. Lo que también implica principios de justicia universal y persecución de los crímenes contra la humanidad por parte de la justicia nacional y europea más allá incluso de sus fronteras.
En consecuencia, resulta esencial y conforme al interés general de los individuos, de los grupos sociales y de las colectividades nacionales que el laicismo se tenga en cuenta y se fomente en el seno de Europa y en su política exterior y que sirva de fundamento para el logro de una ciudadanía solidaria.
Para propiciar por parte de las instituciones europeas y de los diferentes Gobiernos estatales, regionales y municipales estos principios haría falta una fuerte voluntad política y una amplia concienciación de una amplia mayoría de la sociedad europea. Esto está muy lejos.
Es más las, acuerdos y tratados comunes, tanto de la Unión Europea, como del Consejo de Europa… no están esta línea… Dejan que los Estados (¿soberanos?…) mantengan sus relaciones diferenciadas con las religiones de cada país, sin que la comunidad internacional entre a valorar ni estas situaciones, ni el grado de libertad de conciencia y de expresión que se dé en cada Estado.
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(*) Francisco Delgado. En la actualidad es presidente de Europa Laica
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