El caso se remonta al 8 de julio del 2006. Ese día, la noche de bodas de la pareja (sus nombres se han mantenido en secreto), el marido descubrió que su flamante esposa no era casta, algo que ella había afirmado antes de casarse, aunque después, tras descubrirse su secreto, reconoció que había mantenido relaciones sexuales estando soltera. El tribunal, por tanto, ha justificado su controvertida decisión en que el enlace se celebró con "errores en las cualidades esenciales de uno de los cónyuges", dándole de esta manera la razón al abogado del esposo, Xavier Labbée, quien ayer dijo que el matrimonio "estaba viciado desde su origen" y que el fallo judicial era "perfectamente lógico".
LA MORAL Y LA MENTIRA
Por su carácter inusitado, por sus connotaciones religiosas y por el –para algunos– componente machista del asunto, la decisión del tribunal de Lille ha levantado polémica en Francia. Tanta, que el Ministerio de Justicia galo ha intervenido. Tras señalar que no se recuerda que se haya producido anteriormente otro caso similar, el portavoz del departamento, Guillaume Didier, insistió en que el fallo judicial "no es de ninguna manera una disposición inspirada en la moral, sino basada en la mentira".
Para el Partido Socialista francés, en cambio, se trata de una decisión "aterradora" que "atenta contra el principio constitucional de igualdad entre hombres y mujeres y se burla del derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo y vivir libremente su sexualidad, al igual que los hombres". Más escueto ha sido el Partido Comunista: "Es una decisión absolutamente escandalosa".
EL PUNTO DE VISTA FEMINISTA
Desde el lado feminista, la escritora y filósofa Elisabeth Badinter dijo sentir "vergüenza" y se declaró "ulcerada por la decisión del tribunal de aceptar juzgar algo así, ya que la sexualidad de las mujeres es un asunto privado y libre en Francia, absolutamente libre".
En un momento en el que cada vez son más comunes en el país vecino las operaciones de reconstrucción de himen, Badinter sostuvo que un fallo judicial como el de Lille "conduce solamente a que crezca el número de jóvenes musulmanas" que deseen someterse a este tipo de intervenciones. La decisión, concluyó la pensadora, "acentúa la presión sobre ellas".