Dos grupos de cardenales se enfrentan por el futuro de la Iglesia y por la nacionalidad del Papa. Por un lado están estadounidenses y alemanes. Y por el otro, italianos y el resto de los europeos.
“Aún no se ha decidido la fecha de comienzo del Cónclave”, dijo ayer en la sala de prensa vaticana el portavoz padre Federico Lombardi. Fue la frase clave que mostró que está en curso un serio cortocircuito entre dos poderosos bloques de cardenales que podría retardar el comienzo de la asamblea de purpurados para al sucesor de Benedicto XVI en la Capilla Sixtina, prevista para el lunes 11. Como ayer señaló Clarín, los 11 purpurados norteamericanos y los 5 alemanes forman el corazón del bloque hostil a las maniobras de la Curia Romana, el gobierno central de la Iglesia, y su influencia es notable porque ambos son los principales financiadores del Vaticano y las diócesis pobres del Tercer Mundo.
Ayer el choque fue vistoso. Norteamericanos y alemanes acusan veladamente al bloque que funciona en torno a la Curia de querer apresurar las cosas para iniciar de una vez el Cónclave y forzar allí una mediación que facilite la elección de un Papa que mantenga lo más intacto posible el poder curial. Este poder está en el banquillo de los acusados por una hilera de escándalos y luchas internas por el poder protagonizadas sobre todo por los purpurados italianos, que en el Cónclave serán 28, el grupo por lejos más numeroso.
Ayer, el cardenal alemán Karl Jarsper dijo que las congregaciones preparatorias que se realizan todos los días en el Aula Nueva del Sínodo (ayer se celebró la cuarta), representan una etapa “que da tiempo para una profunda reflexión”.
“Este Cónclave hay que prepararlo con calma. Los cardenales casi no nos conocemos. No hay prisa”. Para que no haya ambiguedades, Kasper apuntó los cañones y dijo que es una prioridad reformar la Curia Romana, pues “falta diálogo interno, los ‘ministerios’ no se hablan y no hay comunicación”.
El conflicto parece abierto y otros purpurados, sobre todo los extraeuropeos, también pidieron más tiempo para reflexionar los problemas y dibujar así el perfil del nuevo pontífice. En el Colegio Norteamericano funciona una usina de información alternativa a la del Vaticano, que dio lugar a un choque apenas velado. Ayer debió ser anulada la charla con la prensa que todos los días se realiza en la sede del Colegio, que debía esta vez realizar el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia Episcopal de EE.UU.
Protestaron en voz baja los cardenales de la Curia, considerando que la Armada yanqui mantiene una excesiva apertura con la prensa. Los 11 cardenales de EE.UU. tienen a su disposición una buena parafernalia electrónica e informática, con la presencia de todo el aparato de prensa de la Conferencia Episcopal. Un poco perplejo, el padre Lombardi, que todos los días realiza con gran eficiencia la conferencia de prensa oficial, explicó que “la tradición del camino hacia el Cónclave es también una tradición de reserva para tutelar la capacidad de reflexión de cada miembro del colegio”.
Ayer intervinieron 18 cardenales en la cuarta congregación y desde el principio, el lunes, suman 51. Participaron de la reunión preparatoria 113 de los 115 cardenales previstos y se espera que mañana ya estén todos en Roma. Una figura emerge con brillo particular y naturalmente ya es considerado un papable, aunque hasta ahora se descartaba que un norteamericano pueda aspirar al trono de Pedro. Es el cardenal Sean O’Malley, que ya dijo en broma (¿en broma?) que si lo eligen seguirá vistiendo el sayo y las sandalias de capuchino “que llevo hace cuarenta años”. O’Malley fue nombrado arzobispo de Boston para arreglar el desastre que combinó su predecesor Bernard Law, ahora cardenal archiprete de una basílica pontificia en Roma para evitarle problemas judiciales y cubrirlo con la inmunidad vaticana. Law fue acusado de proteger curas pedófilos y la arquidiócesis quedó al borde de la bancarrota por las indemnizaciones a las víctimas. O’Malley vendió la suntuosa sede de Boston y vive en un convento de monjas en una austera celda.
Los vaticanistas norteamericanos hablan ya abiertamente de papables del país, con O’Mailly a la cabeza.
Dicen que alemanes y norteamericanos, más otros purpurados extraeuropeos y europeos contrarios a la Curia, han levantado un bloque de 63 votos en el Cónclave. Por debajo de los dos tercios necesarios de 77 sufragios, pero suficientes para condicionar la asamblea. A su vez el bloque que responde a la Curia también contaría con una masa operativa que no llega a los dos tercios pero que puede bloquear al Cónclave. “Es mejor que sigamos discutiendo ahora y que elijamos rápido al nuevo Papa en el Cónclave”, dijo ayer un cardenal norteamericano.
El fantasma de entrar con una crisis de bloqueo al Cónclave en la Capilla Sixtina podría cambiar la fecha que se daba por casi segura (lunes 11) para iniciar la asamblea de cardenales electores que tienen que elegir al nuevo Papa. Algunos cardenales propusieron evitar ese adelanto que parecía ya decidido y comenzar en la fecha natural, del viernes 15, dos semanas después del comienzo de la sede vacante, como indica la constitución apostólica.
Momento de oración. Un grupo de cardenales reza en la Basílica de San Pedro, en vísperas de la celebración del Cónclave para elegir nuevo Papa./AP
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