El Foro de Curas de Madrid dirige una carta a los católicos madrileños en ese sentido
La carta entre otras cosas dice:
Los desafíos que afectan mayormente al interior de nuestras instituciones nos están exigiendo el fortalecimiento de la fraternidad que, a pesar de las diferencias, nos une como Iglesia de Jesús desde la acogida, la misericordia y el perdón. Una fraternidad que se visibiliza en la comunidad y que se edifica desde el reconocimiento de la igual dignidad y la posibilidad de participar en todos los servicios que afectan a la colectividad.
Nadie debería sentirse excluido del disfrute de estos servicios comunes, como tampoco Jesús excluyó de su mesa a muchos “recaudadores como Mateo y otros descreídos”. Y nadie en la Iglesia debería sentirse apartado de la posibilidad de ejercerlos. Es sorprendente que, en nuestros días, sigamos agregando a nuestras instituciones eclesiales a personas que, por su identidad, género o situación social estas mismas instituciones les impiden ejercer su responsabilidad y gozar de los derechos que tienen en la vida civil. Aunque hoy por hoy parezca inalcanzable, no podemos dejar de seguir reivindicando la utopía de una democracia plena en la iglesia. Somos ya lo suficientemente maduros como para poder elegir —sin esperar a que lo hagan desde fuera— a quienes han de animar nuestra fraternidad y comunión y ser nuestros representantes desde las más humildes instituciones como la comunidad y la parroquia hasta la más alta representación, como es el obispo, de la propia diócesis.
A este propósito, es bien elocuente la Tradición Apostólica transmitida por algunos padres de la iglesia antigua y escritores como San Hipólito de Roma (s.III): “Ordénese como obispo a aquel que, siendo irreprochable, haya sido elegido por todo el pueblo”; y San Cipriano de Cartago: “No se imponga al pueblo un obispo no deseado”.
Los desafíos que como ciudadanas y ciudadanos nos impulsan hacia fuera van mayormente en la línea de la justicia. No deberíamos olvidar que la caridad cristiana, que como actitud todo lo impregna, no debería suplantar nunca a la justicia. Es verdad que la crisis brutal que está quebrando la espalda de tantos hermanos y hermanas nuestros, tanto nativos como migrantes, nos arrastra frecuentemente a la acción inmediata que, a veces, olvida los derechos y las exigencias de la justicia. Pero no debería dejarnos satisfechos nunca la acción caritativa que no está abierta a la reivindicación de la dignidad de las víctimas. En este sentido, nuestra pertenencia y apoyo a los movimientos ciudadanos e indignados, a los movimientos sociales y mareas debería servirnos no solo para descubrir los grandes lugares donde hoy anida la injusticia, sino para detectar también los lugares teológicos donde anida la mística cristiana. La “contemplación en la acción” sigue siendo válida también en nuestros días; entre otras razones por aquello de que “cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40).
Finalizamos esta carta con una pregunta que es también una propuesta: ¿Estarías dispuesto/a a apoyar con tu firma (http://www.exodo.org/carta-cristianxs-madrid/)una campaña informando al papa Francisco que los cristianos y cristianas de la diócesis de Madrid queremos participar de algún modo en la elección de nuestro futuro obispo?
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