Un artesano mexicano de un pequeño pueblo del oeste del país se ha ganado el mote de "diosero" por elaborar estatuillas de barro a las que algunos les atribuyen milagros, explicó hoy el propio artista en su taller de la comunidad San Juan Evangelista, en el estado de Jalisco.
"Tengo una esculturita que hice de San Juan Evangelista a la que le han atribuido milagros. Está muy pequeñita. Pero para mí eso depende de la fe y las creencias que tenga cada quien", dijo a Efe Martín Ibarra Morales, de 43 años.
Entre las anécdotas de supuestos milagros Ibarra destacó el de una tía de su esposa, quien tenía a un hijo en grave estado de salud por unos tumores en la cabeza.
"En el hospital ella le prestó la pequeña estatuilla de San Juan Evangelista a su hijo y cuando él la vio, como le tiene mucha fe, dijo: 'ahora sí sé que me voy a aliviar', y ahí anda el señor vivo todavía", señaló el artesano.
Esa historia corrió entre los habitantes del barrio Miravalle, en la ciudad de Guadalajara, la capital del estado de Jalisco, adonde la madre del paciente recuperado llevó la estatuilla elaborada por Ibarra.
En ese lugar los vecinos realizaron un novenario a la figura "y ya no la querían devolver, hasta que la pedí de regreso", manifestó el escultor.
Otras de sus creaciones generan devoción entre los creyentes, como una "Virgen de Zapopan", que realizó y regaló a un seminarista estadounidense, la cual "anda por Estados Unidos" y de vez en cuando "la sacan por los barrios", aseguró.
Según el artesano, las autoridades del estado de Jalisco han obsequiando algunas de sus estatuillas a importantes personajes y figuras de la política internacional, entre ellas la Casa Real de España.
Martín Ibarra insistió en que no tiene ningún "poder" para hacer que sus piezas se conviertan en iconos de fe para algunas personas, aunque explicó que "vierte" una parte de su "ser" en cada estatua.
"Lo que yo hago no le veo el valor económico. Yo disfruto la escultura, la siento y le pongo algo de mí, porque también depende de tu estado de ánimo", sostuvo.
"Si estoy alegre o si estoy feliz, transmito el sentimiento, y también cuando creo algo lo hago pensando en que sea para bien", apuntó.
Su taller es un pequeño espacio edificado con barro como sus esculturas ubicado justo frente la iglesia de San Juan Evangelista, el cual se encuentra en la llamada "Ruta Franciscana", una serie de municipios por los que anduvieron los evangelizadores en México durante los siglos XVI y XVII.
La iglesia tiene motivos prehispánicos, debido a que en su construcción participaron indígenas mexicanos, y en su interior se puede apreciar el sincretismo entre las creencias que profesaban los franciscanos y los cultos religiosos de los nativos, como un rostro del dios azteca Tláloc en la fachada del templo católico.
Ibarra aprendió el arte de hacer figuras religiosas de su padre, quien empezó a elaborarlas de barro después de descubrir una tumba que albergaba distintas ofrendas en cerámica.
Ahora que otros comienzan a imitar su obra, el artista piensa continuar innovando sus obras por medio de la simbiosis del estilo prehispánico y su propia manera de crear y divertirse.