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Un adolescente turco pierde un testículo después de que dos doctoras con pañuelo islámico se negaran a explorarle la zona genital

Tensión política por el pañuelo islámico de la esposa de Erdogan – El primer ministro advierte a los críticos con el símbolo religioso de que se están metiendo en “harén ajeno”.

Erdogan se encuentra en Nueva York para asistir, junto con su homólogo español, Rodríguez Zapatero, a la presentación del “Plan de Acción” elaborado por Kofi Annan para concretar la Alianza de Civilizaciones auspiciada por los dos primeros ministros. Deberían comenzar estudiando cómo ‘aliar’ a las dos Turquías, la laica y la islamista, que ya no sólo se echan en cara la pertinencia del provocador pañuelo musulmán de la mujer de Erdogan sino que ayer casi llegan a las manos en el parlamento. Con una minoritaria élite prooccidental y una población general cada vez más islamista y antioccidental, el inocente sacrificio de un camello en el aeropuerto de Estambul para celebrar un acontecimiento empresarial no sólo empapó de sangre las pistas sino de vergüenza a un gobierno que ahora se enfrenta a un nuevo escándalo de imagen, este mucho más serio: durante dos días, dos doctoras que llevaban el mismo pañuelo islámico que la esposa de Erdogan luce desafiante se negaron a atender a un adolescente que se retorcía de dolor en una zona de su cuerpo que la religión de las especialistas les impedía explorar.

En la oficialmente laica Turquía de Atartuk, el pañuelo islámico levanta las mismas pasiones que en los países europeos que se han planteado su prohibición. Sin embargo, para el islamista Erdogan, criticarlo es meterse en el “harén ajeno”. Eso es al menos lo que, extremadamente irritado, ha respondido a un general retirado y a los periodistas críticos con el polémico pañuelo de su esposa y que se atrevieron a insinuar cómo esa prenda impediría que el hoy primer ministro pudiera convertirse un día en presidente de la república turca.

“Deberían saber cuál es su sitio”, dijo Erdogan en referencia a los columnistas críticos pero también a la penúltima referencia envenenada de un ejército cada vez más nervioso con lo que considera una caída libre del país en el islamismo. “Deberían poner orden en sí mismos. Y deberían controlar su propio harén. Nos hemos callado muchas cosas y todavía intentamos callárnoslas. Entran en cada aspecto de nuestras vidas, incluyendo a nuestro harén. Pero somos tolerantes. Sólo pensamos en nuestro país. Nunca hemos entrado en el harén de nadie. Y nunca lo haremos”.

Erdogan "se esconde tras su mujer"

Sin embargo, desde la oposición socialdemócrata del CHP, el tema del pañuelo de la mujer de Erdogan es explotado de forma masiva -y muy hiriente- en el intento de minar a un primer ministro a quien se le llevan los demonios cada vez que se plantea el tema. Deniz Baykal -líder del CHP y el hombre que comparó al Papa con dirigentes de Hamas mientras calificaba la visita del Pontífice como una “provocación deliberada”– acusaba a Erdogan de “esconderse dentrás de su mujer”: “Lo que nos preocupa no es el pañuelo de su mujer sino lo que hay dentro de su cabeza (la de Erdogan). No está bien desviar los debates escondiéndose detrás de su mujer”, decía Baykal.

En este ambiente, la tensión entre los islamistas del AKP en el gobierno y la oposición del socialdemócrata CHP estallaba en el parlamento cuando un diputado de la mayoría se lanzaba entre insultos en un conato de agresión contra un legislador rival que había insinuado la existencia de documentos comprometedores para Erdogan en su época de alcalde de Estambul. Un diputado de la oposición fue sujetado por un compañero en el momento justo en que se disponía a responder con el lanzamiento de un vaso al colega rival vociferante.

La lucha de las mujeres… españolas

Por cierto, a diferencia de lo que se presenció en México con el pulso de los seguidores de López Obrador para evitar la toma de posesión del presidente constitucional, en el parlamento turco es muy improbable que en una trifulca de este tipo participen mujeres. Según el estudio de un diario local, el congreso del país tiene un 4,4 por ciento de diputados de sexo femenino, lo que le hace situarse en el puesto número 165 en el ‘ranking’ de proporción de mujeres políticas en el mundo, sólo por delante de Irán, Arabia Saudí y algunas islas polinesias. Coincidiendo con estas informaciones, la prensa turca también se mostraba interesada en un reportaje de agencia que denunciaba “la lucha de las mujeres españolas por superar su techo de cristal en el mundo empresarial” en una “sociedad tradicionalmente machista” como la española.

No se sabe si de cristal o de cemento, el techo de las doctoras turcas se encuentra en la zona media del cuerpo humano masculino. Al menos, el techo de dos de ellas, en concreto de las doctoras Kezban Anbag y Ayse Yuce Aktas, mujeres que atienden a los pacientes con el velo islámico y cuyos nombres se han aireado con profusión en las últimas horas. La noticia la adelantaba el Hürriyet con los primeros y confusos datos, y desvelaba cómo un adolescente de diecisiete años, pastor de profesión, llegó a un hospital de la ciudad de Konya, en la región turca de la Anatolia, con fortísimos dolores e hinchazón en la zona genital. Ya en el centro, y tras una primera exploración, un médico le remitió a radiología para que le fuera examinada la zona testicular, en donde el muchacho decía sentir los insoportables dolores.

Doctoras devotas y un adolescente amputado

Sin embargo, el pastor adolescente, llamado en la prensa sólo con las iniciales de su nombre, A.G., y cuya fotografía ha sido distorsionada para evitar su identificación, era atendido por una especialista en radiología que se presentó con velo y se negó a atenderle al observar la zona que debería explorar. A.G. tuvo que esperar hasta el siguiente día, en que apareció otro médico. Pero éste especialista también con otro problema: igual que el anterior, se trataba de una mujer que, así mismo, iba cubierta con el pañuelo islámico y que, igualmente, se negó a reconocer al joven, que seguía retorciéndose de dolor. Finalmente, y tras más esperas, se llamó a un especialista hombre que, éste sí, examinó al atribulado joven.

Ante la gravedad y degeneración de la situación, a A.G. se le terminó extirpando uno de sus testículos. Ahora se sabe que, de haber sido atendido con mayor prontitud, se le habría podido haber salvado el órgano. Es muy probable que la capacidad reproductora haya quedado limitada y podría quedar anulada por completo si vuelve a plantearse otro problema similar al que la religión de las dos doctoras veladas les impidió acometer. Como suele suceder en estos casos, el hospital ha abierto una investigación y el máximo responsable del colegio de médicos de Konya ha manifestado sus “dudas” de que “nuestras colegas hayan hecho algo así”.

El tema ha llegado ya al parlamento. La oposición socialdemócrata turca ha sido muy agria con el escándalo médico de Konya y lo ha puesto en relación con la islamización que el CHP, en sintonía con el ejército, ve invadiendo la administración pública bajo el gobierno de Erdogan. En Konya precisamente, un investigador acababa de dictaminar cómo en esa zona se encuentra la “auténtica raíz” de la civilización europea.

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