En su reunión de Mayo, Úbeda Laica ha tratado, entre otros asuntos, la celebración de la llamada XIIª Semana Santa Chica (relacionada con las Cruces de Mayo) organizada por la asociación El Sudario con la colaboración de la Concejalía de Cultura el pasado domingo día 10.
Una vez reconocido los derechos de expresión, reunión y manifestación que asiste a toda persona o colectivo ciudadano, entendemos pertinente ofrecer algunas reflexiones por si fueran dignas de consideración en conjunto o de manera particular.
Entendemos la buena voluntad de las personas organizadoras, la Concejalía colaboradora, las demás entidades invitadas a participar y , lo que es más importante, de las familias, quienes son los principales responsables -pero no los únicos- de la educación de sus hijos o hijas, y deben velar sobre la protección de tales en cuanto menores.
Entendemos además que es conveniente favorecer un ambiente realmente intercultural para que las nuevas generaciones no entren demasiado pronto en contacto con dogmas y creencias que supediten su futuro, antes de la mínima madurez, con integrismos.
Entendemos también que en cuanto comunidad, las personas adultas hemos de preservar la libertad de conciencia de nuestras criaturas sin condicionar, por veleidades de efímeras modas evasivas, el lógico proceso del tiempo universal que les ha tocado vivir.
Entendemos además que, no han de confundirse las tradiciones siempre criticables con otras importadas como Cruces de Mayo, o la elevación a acontecimiento festivo oficial de lo que era un juego de imitación de la chiquillería tras la semana santa.
Entendemos también que algunos ciudadanos que viven en el casco histórico se sientan molestos por el ruido que generan este tipo de manifestaciones, y las dificultades de acceso que provoca a sus garajes y viviendas.
Entendemos además que no conviene propiciar desde las personas adultas unos modelos sexistas (niñas con mantillas, hermano mayor-patriarca,…).
Entendemos también la necesidad de la protección de la imagen del menor, considerando que la promoción y difusión pública de fotografías de niños y niñas a cara descubierta, en primer plano puede ser una vulneración de su derecho a la intimidad e imagen
Entendemos además que en un momento de grandes cambios sociológicos y tecnológicos, las generaciones adultas, plegadas por la depresión de un futuro incierto, no se planteen una formación de la futura ciudadanía acorde con los desafíos para crecer en la situación de crisis.
Entendemos también que nuestras criaturas son personas que han de sucedernos recibiendo un patrimonio intelectual y ético libre de oportunismos de imágenes (minutos o de gloria) efímeras y falsas que condicionen su futuro y el de la humanidad.
Entendemos además que en un momento en que se produce un ataque al conocimiento trabajosamente construido, se propicien complicidades con las concepciones mágicas e irracionales que propicia la jerarquía de la religión católica.
Por todo ello, rogamos una reflexión de conjunto para que la próxima generación tenga posibilidades de un futuro en este amenazado planeta.
