Túnez es un país mayoritariamente musulmán y su Constitución establece que el Islam es su religión oficial pero, en la práctica, se trata de una de las sociedades más laicas del mundo musulmán.
El movimiento laicista se remonta a la época posterior a la independencia del país, durante la presidencia de Habib Bourguiba, uno de los líderes más laicistas del mundo árabe. Bourguiba es conocido sobre todo por el papel crucial que desempeñó en la promulgación del “Código del Estatuto Personal”, una serie de leyes destinadas a proteger a la mujer y garantizar el respeto de sus derechos. Durante los 23 años que estuvo en el poder su sucesor, Zine Al Abideen Ben Alí, siguió por ese camino laicista.
Pero tanto Bourguiba como Ben Alí fueron acusados de reprimir no solo a los partidos políticos islamistas y sus líderes, sino también a los tunecinos de a pie que solo pretendían participar libremente en actividades religiosas.
Durante los últimos 50 años, las mujeres tuvieron prohibido llevar velo y la policía secreta mantenía estrechamente vigilados e investigaba a quienes iban a rezar a las mezquitas. En otras palabras, el laicismo y la libertad religiosa solo beneficiaban entonces a quienes no practicaban la religión pero quienes sí querían hacerlo eran objeto de sospechas.
Desde la revolución, la laicidad y el lugar del Islam en Túnez no han dejado de centrar los debates más encendidos tanto en los medios de comunicación como en los blogs tunecinos.
Laicismo ‘Hecho en Túnez’
Liberté Conditionnelle, un bloguero tunecino, defiende “un Túnez laico pero con un laicismo tunecino”. Liberté Conditionnelle explica [ar]:
Una de las prioridades del Túnez del mañana es garantizar las libertades individuales de todos los ciudadanos. Cada individuo es libre de tener sus creencias y de practicarlas… Por eso, un Túnez laico es la única garantía de esas libertades. Sí al laicismo pero no a la clonación de otros ejemplos y a su aplicación literal de forma “estúpida” (perdón por la palabra). Túnez hizo una revolución sin apoyarse en ninguna ideología. La Revolución Tunecina es única; creó una nueva definición del término “revolución”, una pacífica y sin liderazgos. […] La revolución debe seguir adelante y crear nuevas ideas. Una de las principales cosas que deberían ser completamente tunecinas es su definición del laicismo.
Selim también habla de un laicismo tunecino. Escribe [fr]:
Para que la libertad de unos no ponga trabas a la de otros, tenemos que hablar de democracia. O, siendo más exactos, hablemos de «laicismo». No de laicismo francés ni turco, sino de nuestro propio laicismo como tunecinos.
Y explica lo que significa para él un “Túnez laico”:
Es un Túnez que no permita a un político dirigir el país amparándose en la voluntad de Dios. La religión debe formar parte de la vida privada.
Así, por un lado, las leyes no son una interpretación de los textos religiosos, para garantizar la igualdad entre todos los ciudadanos sean cuales sean sus creencias.
Y, por otro lado, las leyes no pueden prohibir a un creyente que practique su religión.
Por ejemplo, en un Túnez laica no se podría prohibir el velo.
Un Túnez dividido
El debate en torno al laicismo ha abierto una profunda grieta en Túnez, dividiéndolo en dos frentes. Uno considera que el laicismo es la única garantía de los derechos y libertades individuales mientras que el otro lo ve como una amenaza para la identidad islámica tunecina.
Amane escribe [fr]:
El laicismo […] es una ideología peligrosa cuyas consecuencias implícitas llevan a la masiva destrucción de la identidad islámica de nuestro Túnez y a la ruptura total con su pasado islámico.
Primavera añade [fr]:
Amigos míos, si su laicidad significara libertad, igualdad, respeto y tolerancia, entonces no hay nada más laico que el Islam. (…) El principio fundamental del laicismo es la separación entre Estado y Religión, es decir, ignorar las leyes divinas e inventarse las suyas propias, humanas, con todas sus imperfecciones y defectos…
Hedi Attia, bloguero del blog colectivo Nawaat, dice [fr]:
La laicidad es demonizada por sus detractores al tiempo que muchos de sus defensores la idealizan. Personalmente me considero laico en el sentido de que quiero una sociedad en la que todas las religiones y tendencias puedan vivir libremente sin que nadie imponga a los demás sus puntos de vista ni su manera de vivir.
Juriste Tunisie [fr] lamenta que este debate haya dividido tan profundamente a este país del Norte de África:
Lo que debía ser un debate en torno al concepto de Estado que queremos, se ha convertido en un cruce de acusaciones: se acusa a los laicos de ser contrarios a los islamistas (e incluso ateos) y a los contrarios al laicismo de ser extremistas y contrarios a la libertad.
Aun peor y más peligrosa y preocupante es la sensación que tenemos de que el debate enfrenta a los pro Nahdha y a los anti Nahdha (partido islamista que fue prohibido por Ben Alí), con lo que automáticamente se excluye al resto del país.
Más catastrófico todavía: reina una gran ignorancia sobre el concepto mismo de laicismo.
Manifestantes a favor del laicismo. Foto de Nawaat.
“Unidos, islámicos y laicos. Todos somos tunecinos”, dice la pancarta de este manifestante. Foto de Afef Abrougui de Flickr, utilizada con permiso.
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