Comentarios del Observatorio
La señora Ayuso es muy libre de profesar las convicciones que estime oportunas, pero no es de recibo que imparta doctrina católica en calidad de presidenta de la Comunidad de Madrid. Se trata de un acto clerical, por el que se impone al conjunto de la ciudadanía la convicciones particulares de una parte.
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La presidenta madrileña ha pronunciado un discurso repleto de referencias católicas para felicitar las fiestas a los madrileños
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha inaugurado este martes el tradicional Belén de la Real Casa de Correos, la sede del Gobierno regional, con un discurso alejado de la aconfesionalidad del Estado que recoge la Constitución. Con tono y lenguaje eclesiásticos, la presidenta madrileña se ha dirigido a los ciudadanos para pedir un “pacto por la Navidad” que recupere la “cultura religiosa” de la que “viene” el pueblo español y “necesita” para “saber a dónde ir”, según ha aventurado.
Ayuso ha pronunciado un discurso de unos seis minutos que habría podido escribir cualquier sacerdote madrileño para la eucaristía de este domingo. No solo por el vocabulario teológico y alguna referencia a Juan Pablo II, también por el tono calmado y un ligero eco en la sala más propios de un escenario con olor a incienso, piedra fría y madera vieja.
“La palabra ‘adviento’ significa venida y, con la emoción que produce siempre la anticipación de la llegada de alguien querido, preparamos la celebración de la Pascua de Navidad, el paso de dios por la tierra, que nace y se hace hombre como nosotros, disfruta y muere y, según la creencia cristiana, resucita para llevar la salvación a todos los hombres”, ha comenzado la dirigente ‘popular’.
Las palabras de la presidenta, que representa a más de 6,5 millones de madrileños, no todos necesariamente cristianos apostólicos, las habría abrazado, por qué no, el cardenal Antonio María Rouco Varela: “Si con la Epifanía, la popular celebración de los Reyes Magos, el cristianismo se hace católico, esto es, universal, y el hombre celebra por primera vez que dios llega a todos los pueblos y razas; con el propio Cristo, dios se encarna como hombre. Dios se incorpora a la historia humana, este barco de siglos en el que vamos todos”.
Quizás impelida por esta inspiración católica, Ayuso se ha olvidado de sus habituales referencias dialécticas (los boicots de la izquierda, el avance del comunismo, Pedro Sánchez) y ha optado por sustantivos sacados de los evangelios (caridad, piedad, perdón, tolerancia). Así, ha ofrecido un pacto para estas fiestas: “Que nos unamos en volver a ser niños en el mejor sentido, para recuperar la cultura religiosa que es inseparable de la cultura con mayúsculas de la que venimos y que necesitamos para saber dónde ir”.
No obstante, ha incorporado alguna crítica. “Los que sufren y los que ayudan dejan en evidencia las actitudes meramente utilitaristas [de las fiestas navideñas, se entiende], que hacen que nada quede en el corazón y lo importante nos deje insensibles, indiferentes”, ha dicho, y ha continuado con la reprimenda velada, habitual por otro lado en los sermones dominicales de los sacerdotes católicos: “La propia historia de España, desde la Hispania romana y desde la monarquía de los visigodos, no se explica sin su raíz cristiana. ¿Nos lo vamos a negar? ¿Qué gana alguien con esa falsificación?”.
A continuación, el sacerdote reconvertido en ghost writer se ha gustado con una cita del fallecido pontífice polaco. “Juan Pablo II se preguntaba si se puede apartar a Cristo de la historia de cada nación, de la historia europea. Solo en él, seguía diciendo el Papa, todas las naciones y la humanidad entera pueden cruzar el umbral de la esperanza”, ha dicho Ayuso, ante la incredulidad de muchos que se preguntan si la Iglesia se ha renovado tanto con Francisco como para que una dirigente política pueda brindar una homilía.
Ayuso ha incluido alguna referencia a los “no creyentes” (solo un 22% de los españoles afirma acudir regularmente a misa), aunque solo para aclararles que pese a esa condición, la “herencia” cristiana española prevalece sobre sus credos. “El niño dios nace en Belén un año más y el mensaje es el de la paz en la Tierra. La familia se declara sagrada; la promesa es la salvación, la vida eterna; y el mandamiento único, el amor”, ha dicho, para recordar que esas palabras impactaron, en su momento, a “quienes las oían”. Quizá también a quienes las escuchan ahora de su boca, aunque no por los mismos motivos. “Feliz Navidad”, ha concluido antes de añadir que “todos son bienvenidos” –como dicen los dirigentes de Qatar a los aficionados del Mundial– a celebrar las fiestas en Madrid.