En la Alemania nazi se hizo pasar por avances la esclavitud de las mujeres, su reducción a meros animales paritorios, propiedades y bienes del estado con los que hacer crecer la economía. Aquella violencia pronto acabó en la eugenesia: controlar la pureza de la raza y qué salía de los úteros arios. Y eso es lo que está defendiendo Gallardón con un lánguido, desganado y bochornoso discurso que no se cree ni él mismo, tan obsesionado con parecer moderno y rodearse de modernadas (será para tapar su gris, gris, gris personalidad). Porque entre legislar los embarazos como propiedad del estado y acabar decidiendo quién es feto o hijo correcto para ese estado, no hay mucho. Es evidente que Gallardón y su partido no andan muy lejos de La mujer en la Alemania nazi. La soberbia con la que dictan leyes para someter su libertad da fe de ello. Por si quieren ahorrarse trabajo, aquí les paso unos apuntes de dónde acabó esa confiscación de los derechos de la mujer, que Gallardón ya ha llevado a cabo, en la Alemania nazi:
Se favoreció que las mujeres no trabajaran fuera del hogar. “El campo de batalla de las mujeres alemanas es el hogar“, decían. En 1933 Richard Wagner, director de la clinica de mujeres del Hospital de la Charité en Berlín declaró a los ovarios de las mujeres alemanas como patrimonio nacional, propiedad del estado alemán y futuro del pueblo. Hubo premios de natalidad. Las madres en función del número de hijos que tuvieran eran condecoradas con cruces. Oro, para 8 o más hijos, plata, para 6, y bronce más de 4. Estas cruces eran entregadas el 12 de agosto, día del nacimiento de la madre de Hitler.
Con su escandalosamente absurda declaración de que “Hay una violencia de género estructural contra la mujer por estar embarazada” Gallardón, al igual que su partido (y especialmente esa ala rancia, hipócrita y cristofascista que está gobernada por el Opus y la Iglesia más virulenta), intenta retorcer conceptos, hacer absurdos malabares dialécticos que den la vuelta a la realidad y, una vez más, conviertan a la víctima en verdugo: “tu nuca está agrediendo a mi hacha mientras te corto el cuello”, es la proclama más habitual del PP en coloridas variaciones.
Acudir, una vez más, repito, al discurso de las víctimas reales, a la retórica de izquierdas, feminista y progresista, para intentar legitimar la opresión, el saqueo de derechos, el retroceso social, es una estrategia que la derecha más rancia (cuanto más casposa y reaccionaria, peor) viene haciendo desde hace tiempo. La colonización de la retórica feminista por parte de mujeres-esclavas machistas para distorsionar los derechos de la mujer hasta hacerlos pasar por estar infantilizada, invisibilizada y sometida al varón, la colonización de la retórica gay para hacer pasar por logros de la comunidad el machismo anti-lésbico, la transfobia, el clasismo y el heterocentrismo religioso, o la colonización de las reivindicaciones del pueblo oprimido para intentar disfrazar de petición social los intereses de una pequeña oligarquía que roba dinero a las arcas públicas para repartirlo a sus bancos, son las estrategias con las que la caverna ha conseguido, aprovechándose de la desidia de un pueblo acomodado y privilegiado (recuerden compararse con África o Asia), implantar el todo es alternancia: hoy feminismo, mañana machismo, hoy derechos gays, mañana homofobia, hoy trabajo digno, mañana esclavitud servilista…
Pero es en los derechos de la mujer donde realmente se ve lo “liberales” que son los cristofascistas. Por un lado van hablando de liberar mercados y por el otro se meten en los ovarios de las mujeres, las camas de los homosexuales y las muertes de todos. ¿O sea que ser liberal es sólo para lo material, no para lo que debería ser, para lo humano? ¿Qué retórica es esa vuestra que ataca las ideas socialistas tachándolas de intervencionismo y por otro lado quiere volver a la teoría del feudalismo que regía vidas, haciendas y muertes de sus lacayos?
Y encima cuentan con todo ese ejército de esclavas agradecidas que son las mujeres “neoliberadas” del PP. Que a cambio de unas horas de libertad son capaces de vender a todas las mujeres y devolvernos a la mantilla, el silencio y el infantilismo sexualizado.
Pero quizás escandalice más que nada que se atreva a vincular el aborto con la violencia de género (o machista, como prefiero llamarla yo) un dirigente de un partido que ha ido cerrando casas de acogida para mujeres que sufren la violencia machista, que ha hecho todo lo posible por volver a invisibilizar esa violencia machista y que ha desmontado los institutos de la mujer y el ministerio de igualdad dejando abandonadas a las mujeres que sufren la única violencia machista real (no vuestras pajas mentales que quieren considerar violencia de género partirse una uña en el Ritz cogiendo un canapé o que una adolescente lleve la falda demasiado corta en las procesiones de Semana Santa).
Y la Iglesia frotándose las manos: vamos a poder volver a encerrar los libros, la información y el conocimiento en nuestros monasterios, como antes. Y con un pueblo de analfabetos asustados, la única posibilidad de felicidad es el más allá. Nuestra inmobiliaria fraudulenta que vende parcelas en el más allá vuelve a estar en alza.
por cierto, #violenciaestructural ya es tendencia en twitter. Y no para bien precisamente. Cuando se impone la sinrazón, la respuesta más común es la ironía.