Recalca que Hillary Clinton ha sido hostil en temas relacionados con la vida y la libertad religiosa
Previo al segundo debate con la candidata Demócrata a la presidencia de Estados Unidos Hillary Clinton, el candidato Republicano Donald J. Trump mostró la que, seguramente, va a ser su carta fuerte en el tercero y último debate a celebrarse el miércoles 19 de octubre en Las Vegas (Nevada): el cortejo al voto católico.
Una carta enviada por Trump a la presidente de la Conferencia de Líderes Católicos (celebrada en Denver), la ex metodista Gail Buckley, el pasado 5 de octubre, pone en evidencia la intención del magnate neoyorquino de aparecer como un aliado de la Iglesia católica de Estados Unidos en temas de “importancia crítica”, tales como la libertad religiosa o la defensa de la vida.
Tras señalar el liderazgo que él y su grupo de asesores católicos reconocen en el arzobispo de Denver, Samuel Aquila, así como en su antecesor, el actual arzobispo de Filadelfia Charles Chaput, y reconocer la impronta católica “que ha tenido y tiene” la lucha por los derechos civiles, la educación, la salud y la defensa de la vida, Trump subraya: “Tengo un mensaje para los católicos: Estaré ahí (en la presidencia) por ustedes. Estaré junto a ustedes. Pelearé con ustedes”.
Hillary y Kaine hostiles al catolicismo
De inmediato delinea el rostro de su contrincante: “Como Primera Dama, Senadora de los Estados Unidos, Secretaria de Estado y dos veces candidata presidencial, Hillary Clinton ha sido hostil frente a los temas principales y a las políticas que son las grandes preocupaciones de los católicos: vida, libertad religiosa, las nominaciones a la Suprema Corte, y un abordable y calificado sistema de salud, educación y escolaridad en casa”.
El ejemplo elegido por Trump para mostrar la esencia de Clinton fue la presión ejercida contra las Hermanitas de los Pobres –quienes atienden a los ancianos desprotegidos desde 1839— para que paguen anticonceptivos en sus planes de seguros de salud (“cuando nunca los han pedido, nunca los han usado y nunca los usarán”). Y remata: “esta es hostilidad a la libertad religiosa que en la administración Trump ustedes jamás verán”.
Luego, Trump arremete contra el compañero de fórmula de Hillary Clinton, quien sería su vicepresidente, el senador Tim Kaine, a quien califica “todavía peor” en lo que se refiere a su presente, pues si alguna vez fue pro-vida, pro-matrimonio tradicional y pro-libertad religiosa, sentencia Trump, hoy es absolutamente lo contrario.
Hay dos caminos y el mío es el mejor
En la parte central de su carta a Gail Buckley y a los líderes católicos de Estados Unidos, Trump se declara pro-vida y defensor de la libertad religiosa “y del derecho a practicar su religión total y libremente, como individuos, como dueños de negocios e instituciones académicas”.
Asegura que no habrá hostilidad contra las órdenes religiosas como las Hermanitas de los Pobres; que protegerá y expandirá las opciones educativas, incluyendo la escolaridad en casa; reestructurará el sistema de salud, mantendrá la seguridad, regresará los empleos a las familias y a los trabajadores católicos y reformará –católicamente—la Suprema Corte de Justicia.
“Estamos frente a una encrucijada en nuestro país”, asegura Trump a los líderes católicos reunidos en Denver. “Hay dos candidatos que representan dos diferentes agendas para la nación, mismas que conducirán a dos muy diferentes direcciones para las generaciones futuras. Y nuestra dirección ofrece una futuro mucho más brillante para nuestro amado país”, termina diciendo el candidato republicano en una carta que puede ser su última carta el próximo 19 de octubre, en Las Vegas.