México es respetuoso de todas las creencias, y por ello, no admite despropósitos que pretendan retrotraernos a viejos conflictos que nos divida
La perseverancia del clero político es evidente: no ceja en su propósito infatigable de combatir por todos los medios al laicismo que a partir de la Constitución de 1857 rige la vida pública de México. Propósito inútil. Sin embargo, no desiste de su empeño.
Una y otra vez embiste con denuedo mayor, acaso estimulado por la presencia del partido conservador en el poder, a sus añejas determinaciones y empeños como la libertad religiosa, de educación, de participación electoral de dignatarios eclesiásticos, etcétera, añaden ahora la pretensión de atraer a las fuerzas armadas, que han empezado a dar signos de subordinación de sus símbolos y emblemas a las imágenes y alegorías de la Iglesia Católica.
Testimonio de este hecho –como ya se ha publicado– se ubica en la iglesia Cristo de la Paz, en el Distrito Federal, en la que se ha incorporado una nueva insignia a las jerarquías del Ejército, dando a los símbolos castrenses un sentido religioso.
A un lado del presbiterio, el sagrario está coronado por seis estrellas: cinco corresponden a los mandos superiores del Ejército incluyendo al Presidente de la República, y una más para la Iglesia Católica, que corresponde al “general de generales”, que se adjudica irrespetuosamente a Jesucristo, hombre de paz y concordia por excelencia, que no merece el insulto de ninguna insignia o grado militar.
Pero aún más: una orden católica de corte militar denominada como los Caballeros Templarios, que hace siglos nació durante la segunda Cruzada y que fue proscrita por el Papa Clemente V en 1312, a su vez perseguido por el rey Felipe IV de Francia, irrumpe hoy en el país, coincidiendo con el arribo de los gobiernos panistas, para debilitar el Estado laico y fortalecer a las agrupaciones católicas.
A partir de su disolución en el siglo XIV, los Caballeros Templarios han seguido activos como laicos católicos. La Orden del Temple opera a escala internacional en varios países como España, Portugal, Italia, Francia y muchos más, y su objetivo es penetrar en los ejércitos en todo el mundo.
México es respetuoso de todas las creencias, y por ello, no admite despropósitos que pretendan retrotraernos a viejos conflictos que nos divida, y que debemos considerar como definitivamente superados.
Enfrentamos bastantes problemas para que hoy, fundamentalistas religiosos trasnochados, pretendan olvidar los costos de sangre que han representado para México los conflictos con la Iglesia.
En nuestro país, todos los políticos conocen las dimensiones del engaño y los artilugios de la simulación
En México, lo de siempre: el barco hace agua por todos lados, pero se asegura que navega bien.
En el ámbito internacional, México a través de sus presidentes pontifica y erige para sus palabras sacramentales rodeadas de una liturgia exuberante y un gran escenario, para dejar en los ciudadanos la certidumbre del acto trascendente que conmueve al mundo desatando una génesis transformadora.
Cuando se trabaja para el Gobierno, debemos entender que se vende una fuerza de trabajo y no la conciencia.