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Toca laicismo

Salvo las que cocina algún medio afín, al PSOE de Rubalcaba las encuestas no le otorgan ventaja sobre el PP. Y eso, pese a que el Gobierno Rajoy tiene más que cabreada a buena parte de su parroquia por asuntos tales como la subida de impuestos, la política antiterrorista y el “quietismo” frente a los independentistas. El PP pierde apoyos, pero sigue muy por delante de un PSOE a quien los ciudadanos siguen pasando las facturas que dejó Zapatero. El caso es que no hay rueda de prensa en la que a los dirigentes socialistas no les pregunten por las primarias o lo que es lo mismo: cuándo se va a sustanciar el liderazgo al frente del partido visto que Rubalcaba suspende en todos los sondeos. Así las cosas: ¿qué hacer? -deben haberse preguntado en Ferraz-. La respuesta ha venido por boca de Elena Valenciano. Contraprogramar. Lo que los expertos llaman crear una storytelling, contar a la gente algo diferente que distraiga de lo habitual. Dicho y hecho. El PSOE ha registrado una proposición no de ley instando al Gobierno a denunciar los acuerdos con el Vaticano y a redactar un “protocolo civil” que regule la celebración de todos los actos oficiales para garantizar la laicidad de los mismos. Lo anunció Valenciano y parece que ha sido Ramón Jaúregui el encargado de darles la noticia a los obispos. Teniendo en cuenta que de los treinta y tantos años que llevamos de democracia el PSOE ha gobernado 21 y que ni Felipe González ni Zapatero se ocuparon del asunto, lo de ahora, como digo, parece una cortina de humo para desviar la atención del personal al tiempo que un guiño a los votantes de IU, coalición siempre contraria al Concordato. Si el país no tuviera otras prioridades -dramáticas en el caso de los excluidos por la crisis-, podría tener fundamento abrir un debate sereno acerca del laicismo. Si vamos a la semilla lo encontramos como fruto combinado de la Reforma y la Ilustración. Pero, como ha señalado Tzvetan Todorov (El espíritu de la Ilustración), sería ceguera ceñirlo al exclusivo ámbito de lo religioso. El sentido del laicismo es la lucha del ciudadano por mantener su autonomía tanto de los poderes eclesiásticos como frente al Estado. Lucha para separar las instituciones públicas respecto de los poderes religiosos pero también para aumentar las libertades individuales, para ampliar la libertad de toda conducta privada. Ignoro si Valenciano ha leído a Todorov, lo que sí parece es que tiene encima de su mesa las últimas encuestas. Por eso ahora toca hablar de laicismo. Hay que contraprogramar.

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