El Estado mexicano es oficialmente laico. La separación entre las instituciones religiosas y la administración pública de nuestra nación quedó registrada desde la Constitución Política de 1857 (Constitución que diera origen a la Guerra de Reforma) y fue ratificada en la Constitución vigente que data del año de 1916.
Debemos recordar que la primera Constitución Mexicana, la promulgada en el año de 1824, declaraba que la religión oficial de la República sería la católica, y en su momento Morelos señalaba que no debería haber tolerancia para ninguna otra, sin embargo a partir de la segunda mitad del siglo pasado se inició un proceso de introducción de nuevos credos diferentes al católico.
La década de 1920 fue marcada por el conflicto religioso conocido como la Guerra Cristera, en la cual muchos campesinos alentados por el clero y su jefe militar Enrique Gorostieta Velarde, se enfrentaron al gobierno revolucionario que había decidido poner en vigencia las leyes constitucionales promulgadas en 1917.
Entre las medidas que se enunciaban por la Constitución estaban la supresión de las órdenes monásticas y la cancelación de todo culto religioso. El enfrentamiento terminó con un acuerdo entre las partes en conflicto, por medio del cual se definieron los respectivos campos de acción. En el año de 1993 fue promulgada una ley mediante la cual el Estado les concedía personalidad jurídica como asociaciones religiosas. Este hecho en su momento permitió el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el Estado Vaticano.
Según cifras del INEGI, la gran mayoría del pueblo mexicano se declara católico (aproximadamente el 96%). La segunda agrupación religiosa son los Testigos de Jehová, que suman más de 1 millón de adeptos, que convierten a la congregación mexicana de esa religión en la segunda a nivel mundial. En tercer lugar se encuentra la Iglesia de la Luz del Mundo, que tiene su centro de actividades en el estado de Jalisco. Las denominaciones pentecostales tienen también una presencia importante, sobre todo en las comunidades indígenas del sureste, en donde este grupo religioso ha traducido la Biblia a la lengua nativa de cada comunidad y la utiliza en sus celebraciones.
La religión católica por muchos años manejó casi en su totalidad la educación en nuestro país, a esto se atribuye que dentro de sus educados y representantes surgieran personajes con ideas renovadoras e incluso contrarias a lo que establecía su culto religioso, sufriendo la excomunión por sus acciones, tal es el caso de personajes como: el cura Miguel Hidalgo y Costilla, el cura José María Morelos y Pavón, el cura Mariano Matamoros, entre otros, incluso figuras como don Benito Juárez García y Porfirio Díaz Morí, estudiaron por algún tiempo en el seminario de Oaxaca.
Lo cierto es que la religión católica quizá sin proponérselo, ha sido semillero de grandes caudillos que han logrado un lugar preponderante en nuestra historia patria. Los tiempos han cambiado y surge una pregunta: ¿En el presente siglo el catolicismo mexicano será capaz de seguir aportando personalidades de la talla de los anteriormente mencionados?