Viena 1884, el director de un prestigioso hospital se enfrenta a un sacerdote católico que intenta entrar en la habitación de una joven moribunda. El director y médico de la paciente, argumenta que ella no sabe que está terminal y por ello no quiere que sufra en sus últimos días y se supone que la entrada del sacerdote para darle la extremaunción afectaría y aceleraría las dolencias de la enferma.
Complementa el argumento el hecho de que la joven moribunda lo está como resultado de un aborto extra médico, a lo cual argumenta el sacerdote que si el no entra y la salva se condenará la «pecadora».
Posteriormente se produce un pulso iglesia estamento médico al que se añaden intereses políticos y las hipócritas relaciones e intereses Iglesia Estado.
Pese a los años que han pasado el tema está en pleno vigor.