En Cataluña los funerales laicos se sitúan en el 20 % en 2015, con un crecimiento de un 5 % en apenas dos años.
Uno de cada dos niños nacidos en España no se bautizan y dos de cada tres matrimonios se celebran exclusivamente por lo civil. La sociedad española va secularizando los principales ritos vitales y, aunque a un ritmo algo más lento, también lo está empezando a hacer con la muerte.
La profesión de Eloy Pastrana es orador para funerales laicos. Por su experiencia diaria, este catalán da fe de la creciente demanda de servicios no religiosos en los tanatorios de España. «Cada vez estamos desmitificando más las despedidas y, como cada cultura despide a sus difuntos de una forma diferente, también está ocurriendo en nuestro país», analiza quien se define como «músico, monologuista y actor» y lleva seis años en el Barcelona oficiando «homenajes a fallecidos».
En plena semana de los difuntos, la asociación nacional que representa a las empresas que operan en el sector de servicios funerarios, Panasef, asegura que, siendo los funerales católicos mayoritarios, las ceremonias civiles van en aumento, sobre todo en las ciudades de mayor tamaño.
Cataluña es la región de España que más ceremonias civiles de despedida organiza en la actualidad. El vocal de Panasef en la zona, Josep Ventura, indica que, según sus datos de su comunidad, el año pasado «el 19,5% de las ceremonias fueron laicas, el 80% católicas y el resto, como un 0,5%, son cristiano ortodoxas, budistas y evangélicas». Hace dos años, las ceremonias laicas constituían el 15%. A su modo de ver, el auge de las ceremonias civiles en el mundo funerario se debe a «la proliferación, desde hace años, de los tanatorios, que está desvinculando las despedidas del ámbito más religioso y tradicional».
Más personalizado
Eloy Pastrana explica que llegó a las ceremonias laicas de tanatorio por «pura casualidad», al encontrarse en un funeral con un amigo músico. «El sector de la música no es que estuviera muy bien que se diga y pensamos que cada vez había más funerales con música, así empezamos». Ahora ofrecen sus servicios en Ronda de Dalt a aquellas familias que buscan «una ceremonia de despedida personalizada para su difunto».
«Nosotros abrimos porque había demanda de un público objetivo y creemos que va a ir a más«, opina Pastrana. Cuando una familia solicita sus servicios, su labor empieza con una reunión con los allegados para preparar «un buen resumen de la vida» de la persona a la que se homenajea.
«El dolor hacer que en un primer momento, casi siempre, se muestren un poco cerrados», confiesa el oficiante laico, «pero son unos pocos minutos, porque lógicamente estás abriendo su caja de los recuerdos. Aunque no lo creas funciona, desean hablar, y hay veces incluso que algunos familiares sacando recuerdos descubren cosas que ni sabían de su ser querido».
Pastrana está convencido de que se puede conseguir elaborar «un buen resumen de la vida de alguien que no has conocido». Sin embargo, él siempre lee su discurso, de unos 20 minutos de duración, primero a la familia «para que la interpretación sobre el viaje de esa persona sea correcto y fidedigno».
Brindis con cava
Un funeral laico cuesta, en Cataluña, alrededor de 200 euros, hasta 240 € si se contrata la música en directo. «Se suelen interpretar dos o tres temas y el repertorio es cada vez más variopinto», explican el organizador de estas despedidas. Empezaron con temas clásicos, como Requiem, más ligados al mundo funerario, pero han ido incorporando temas de Serrat «entrañables, como el Paraules d’Amor» o temas cada vez más acordes con las personas a las que despiden: pop, heavy, y hasta ‘La abeja Maya’. «Son cosas curiosas, pero lo vemos muy normal, porque lo que hacemos es un viaje por la vida de las personas, y la música es una parte central, además de algo que van a recordar las personas que asisten al homenaje de su ser querido».
El último observatorio del CIS constataba que uno de cada cuatro españoles se consideran ateos o no creyentes. Los que se consideran practicantes son todavía menos. De hecho, el 61,2% admite que no acude a misa u a otros actos religiosos nunca o casi nunca y solamente un 14% de los españoles admite ir «casi todos los domingos».
Quienes se decantan por los funerales laicos, o civiles, pueden ser o no creyentes. Según Pastrana, «probablemente están bautizados, pero no son practicantes y creen que las ceremonias laicas de despedida son más bonitas que el clásico responso religioso».
Desde la asociación nacional de servicios funerarios, Josep Ventura insiste en que «lalaicidad de la sociedad es una realidad». Admite no saber «dónde está el límite de su crecimiento, pero hay que darle cabida en nuestros tanatorios y cementerios», explica.
Europa Laica, un observatorio del laicismo español, cree que la muerte es uno de los frentes más complejos de cuantos como asociación afrontan. «Es el fin de la vida y un momento en que los familiares recurren a la tradición. Incluso a personas agnósticas se les hace funerales católicos por tradición, por eso el ritmo es más lento», explica su presidente, Francisco Delgado. Existen, pero son muy escasas las denuncias que les llegan por conflictos en relación a los funerales, algo que achaca esta asociación precisamente al duelo que se vive en estas situaciones. Recientemente, sí han mantenido reuniones con empresas funerarias para evitar que los ataúdes lleven por defecto símbolos católicos. Además, están detrás de que municipios que solo cuentan con cementerios parroquiales, como ocurre en Orihuela (Alicante), cumplan la ley y los hagan civiles.
Eloy Pastrana despide a diario a varias personas con sus ceremonias laicas. Es un trabajo «duro» pero que le da muchas «satisfacciones» a este oficiante pionero de un sector en auge. «Hemos perdido el rigor que acompañaba al rito funerario. Hay personas que prefieren homenajes a ceremonias. Yo he visto brindar con cava en un funeral laico, algo que antes era considerado una herejía. Sí, lo he vivido en directo. Y lo veo bien, porque hemos roto en nuestro día a día en muchas facetas con el qué dirán, y en el tema funerario, también».