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Sobre manuales, homosexualidad y cegueras varias

Las personas que humillan, insultan y golpean a los homosexuales lo hacen porque piensan que son anormales. Los niños que se burlan y atacan a otro niño porque 'parece niñita' lo hacen porque son socializados en esa convicción. Por Azun Candina

Todavía recuerdo cómo, cuando tenía nueve o diez años y en el liceo de provincias donde estudiaba, mis compañeritos pegaban, insultaban y le manoseaban las nalgas a otro niño que había llegado de Santiago, porque era tan blanco y tan refinado al hablar, tan educado; porque en fin, 'parecía niñita'.

Todavía recuerdo su cara de terror y sufrimiento y la manera en que trataba de hacerse invisible ante los ataques, mientras nadie hacía nada al respecto. Y jamás podré olvidar, y siempre será para mí como si hubiese sido ayer en la tarde, la muerte de mi amigo y compañero de universidad Hugo Beltrán Ángel, cuando todavía no llegaba a los veinticinco años, cuando acababa de titularse de profesor de historia, en el incendio de la discoteca gay Divine de Valparaíso, en septiembre de 1993, en un atentado homofóbico que aun no se aclara judicialmente.

Es una cicatriz y una llaga no sólo en mi pasado, sino en mi presente: cómo nuestro amigo Hugo murió esa muerte horrible, y cómo no faltaron gentes a quienes lo único que les importó fue preguntar, con los ojos brillantes de curiosidad, si Hugo era maricón.

En el mes de abril de este año, el Consejo de Pastores de Valparaíso y algunos altos representantes de la Iglesia Católica reclamaron contra un manual elaborado por el Movilh, el Movimiento por la Integración y Liberación Homosexual, que definiría la homosexualidad como una conducta normal, y que reconoce la existe de la transexualidad y la bisexualidad, además. La señora ministra de Educación, Mónica Jiménez, declaró que su ministerio no apoyaba la entrega del manual, pero que nada la facultaba para retirarlo. En junio del presente, la encargada del Programa de Convivencia Escolar del MINEDUC fue removida de su cargo por haber declarado que era un aporte bienvenido. El Consejo de Pastores declaró en el diario La Estrella que no era su intención atacar a los homosexuales, sino que no se enseñara a los niños en las escuelas que la homosexualidad era algo normal.

El obispo de Chillán, Monseñor Pellegrin, habría dicho en una declaración a la prensa que "en lugar de ser una ayuda para la libertad, es más bien una imposición de criterios sobre una orientación sexual". El diario La Estrella cita al pastor José Herrera, diciendo que "estoy seguro que cuando le preguntamos a los padres si les gustaría tener un hijo homosexual, casi el cien por ciento responde que no".

La ceguera de esas declaraciones es evidente. Las personas que humillan, insultan y golpean a los homosexuales lo hacen precisamente porque piensan que son anormales y anti-naturales. Los niños que se burlan y atacan a otro niño porque 'parece niñita' lo hacen porque son socializados en esa convicción. Es decir, que ser homosexual es una desgracia y una aberración, algo que ningún padre querría en su hogar, según el Pastor Herrera: un niño que escucha comentarios como ése en su casa y su barrio, no creo que se sienta particularmente culpable por maltratar al chico afeminado que va a su escuela.

Y el absurdo va aun más allá. La cruzada 'anti-manual del Movilh' sería por las familias chilenas, como declaró el senador Arancibia en el mismo periódico La Estrella. Es decir, la lógica sería que reconocer que la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad existen y son normales es un ataque contra las familias chilenas. Pero no se aclara cómo y por qué lo sería. ¿Cuál es el argumento, en realidad? Que si las personas asumen que los homosexuales son normales, ¿aumentarán los divorcios, en nuestro país? ¿el embarazo adolescente? ¿la violencia intrafamiliar? ¿crecerán la cesantía, las deudas? Porque esos son los problemas que enfrentan las familias en nuestro país, hasta donde sé. ¿O pensará, tal vez, que si se habla a los niños de homosexualidad, se volverán gays y lesbianas, con el tiempo? ¿Pensará que los niños y adolescentes de este país no saben que existen distintas opciones sexuales, y que información como ésta va a revelarles ese gran y oscuro secreto? De hecho, y cuando se trata de homosexualidad, no es ella en sí misma, sino la homofobia la que suele destruir familias, convivencias y vidas: el padre que no le habla a su hijo porque piensa que es 'desviado', la chica oculta en los rincones para ver a la chica que ama, avergonzada, asustada y aislada. De hecho, iría mas allá: sería interesante que el pastor Herrera se preguntara por qué habría padres que no querrían que sus hijos fueran homosexuales: quizás es porque existe gente como el pastor Herrera o el concejal porteño Jaime Barrientos, que los tildará de anormales y de pecadores y organizará campañas en su contra.

Eso es, finalmente, lo más ciego o frívolo de dichas declaraciones. Eso es lo que más asusta de ellas. Que no comprendan que no se trata de 'promover la homosexualidad', sino de defender la vida. Que ataquen esa tarea supuestamente en defensa de la familia, de los niños y en nombre de Dios mismo, y que sus autores ni siquiera sean capaces de ver o reconocer cómo ayudan así a legitimar la violencia contra personas específicas, de carne y hueso, personas con padres y madres, con hijos y hermanos. Porque la homofobia mata gente y destruye vidas. Que ante ello cierren los ojos, que se cuenten a sí mismos que están a favor del familia y la libertad, de la paz y la buena convivencia, cuando lo que hacen es ayudar a perpetrar la humillación, la violencia y la ignorancia. Por supuesto, el Senador Arancibia o Monseñor Pellegrin jamás se ensuciarían las manos pegándole a una 'loca' en la calle o deteniendo su auto para insultar al 'fleto' o a la 'tortillera'. Estoy segura de que me responderían que no, que cómo se me ocurre que ellos harían o apoyarían vulgaridades o crímenes como esos. Y yo les creería, si me lo dijeran. Pero la próxima vez que un brutal e indignado heterosexual decida insultar, golpear o hasta matar a un gay (a ver si así se le quita lo miéchica, ¿no?), ya no sólo podrá decir que lo hace porque él no soporta a los anormales y a los desviados, sino que hay autoridades religiosas y seculares, gente con cargos y poder, que piensan más o menos lo mismo que él.

Azun Candina Polomer
Académica, Departamento de Ciencias Históricas Universidad de Chile
Observatorio Género y Equidad

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