Ayer, en el día internacional contra la violencia machista, he oído a una concejala del PP en Vitoria pedir a las feministas que se opongan al burka a la vez que les reprochaba que no se pronuncien con suficiente contundencia sobre el tema. Y lo hace cuando sigue resonando el episodio en el que un conductor de autobús local impidió la entrada a una persona (presumiblemente una mujer) vestida con una prenda que describió como burka, actitud que ha recibido, cómo no, el apoyo del alcalde de la ciudad (que no desaprovecha ocasión, por excepcional que sea).
Parece que desde el PP hay quien se propone darnos lecciones sobre feminismo (lo que hay que ver, San Gallardón), a la vez que se insinúa una especie de oscura complicidad entre las feministas autóctonas y el machismo de origen islámico (pero qué rabia les damos las feministas y los musulmanes). En resumen, que parece que tenemos que apoyar la prohibición del burka en los espacios públicos igualito que hacen ellos.
He tenido ocasión de hablar con otras feministas sobre esta cuestión y no estamos dispuestas a repetir lo que nos dictan algunos repentinos defensores de los derechos de las mujeres. Seguramente no estaremos todas nosotras de acuerdo en todo (¿tendríamos que estarlo?), pero puede ser que compartamos algunos criterios sobre el tema. Dejo de lado la cuestión de la seguridad (que si pasamontañas, que si disfraces en Carnaval, que si máscaras de Halloween, que si velo integral…), porque cuando esos sobrevenidos paladines de las mujeres apelan al pronunciamiento de las feministas, no es de seguridad de lo que están hablando.
Yo diría que algunas feministas
-Estamos a favor de la libertad individual de todas las personas a la hora de vestirse en todos los espacios y también en los espacios públicos.
–Apoyamos a las mujeres que sufren el patriarcado, o dicho de otro modo, que sufren opresión por razones de género. Nuestra opción no es añadir otra opresión a esas mujeres, expulsándolas del espacio público (impidiéndoles, por ejemplo, usar el transporte público o acudir a determinados servicios). Impedir su participación o su presencia dificulta aún más la vida de estas mujeres, sin incidir en la raíz del problema.
-Estamos en contra de la opresión de las mujeres por razones de género y creemos que es necesario actuar sobre quienes ejercen esa opresión. (Sobre opresiones hemos aprendido algo gracias al feminismo, dicho esto para quien sólo imagina como opresores a los hombres musulmanes).
-Creemos prioritario contribuir al empoderamiento de todas las mujeres. Las herramientas fundamentales son la formación, la participación y la visibilización, de modo que cada mujer pueda ampliar el espacio de libertad a la hora de tomar sus decisiones. Las que sean. Estamos a favor de incrementar los medios para que esas herramientas lleguen a manos de las mujeres.
Lo que vemos en estos momentos es precisamente lo contrario, un recorte económico importante en los recursos destinados al empoderamiento de las mujeres. Sería muy deseable que aquellos políticos que tanta preocupación expresan por determinadas indumentarias femeninas mostraran su implicación real a la hora de proporcionar recursos para ese empoderamiento, en lugar de criminalizar a las mujeres.
-Indumentarias como el velo integral merecen ser objeto de análisis desde el feminismo. También merecen análisis otros modos de vestir y tratar el cuerpo de las mujeres (y los hombres) que no se relacionan con el Islam. Prohibir esas indumentarias y modos (depilación, cirugía estética, velo…) no contribuye a disminuir las opresiones.
-Hay que escuchar la voz de las mujeres cuya indumentaria es cuestionada y la de otras que culturalmente se ven identificadas con ellas. ¿Cómo están? ¿Qué piensan? ¿Qué sienten? ¿Qué desean comunicar?
-Queremos buscar solidaridades entre personas y colectivos de origen local y personas y colectivos de origen extranjero, de cultura y/o religión musulmanas, etc. para co-construir alianzas en contra del patriarcado y abrir espacios de libertad para las mujeres. No como un activismo de unos colectivos contra otros, sino de unos con otros.
Un par de comentarios
Añado ahora, para ser exacta, que el conductor del autobús mencionado adujo razones de seguridad para no permitir el servicio a la usuaria. A las feministas se nos pide, además, que apoyemos la prohibición del uso del velo integral o del burka en lugares públicos por ser una prenda machista que refleja la sumisión de la mujer.
Dicho esto, impedir a una mujer subir a un autobús porque se juzga que su indumentaria es machista, es como impedírselo a una mujer extremadamente delgada porque se considera que su presunta anorexia es producto de la sociedad patriarcal en la que vivimos. Añadir otra opresión, otra violencia a las que se presume que sufren estas mujeres no puede ser la forma de tratarlas.
Dejar en la parada a esas mujeres es más bien convertir el cuerpo de estas en el campo de batalla entre quien se considera defensor de la democracia y ese enemigo imaginado como todo lo contrario. En ese tira y afloja la perdedora es de nuevo la mujer. Pero ese defensor sólo actúa así con la que lleva velo integral, no con la que lleva escasa ropa cuando hace frío. A esa última, puede que algunos de esos defensores incluso la “agasajen” con un piropo. La islamofobia de la sociedad local, tan naturalizada que ni nos damos cuenta de ella, es el factor que sesga la mirada.
(Un poquito de formación feminista tampoco les vendría mal a estos políticos que tanto hablan de lo que debemos hacer las mujeres, digo yo. Pena que se hayan perdido el curso de Brigitte Vasallo sobre “Islamofobia de género” que acaba de tener lugar en Vitoria. Si es que se aprende mucho dialogando con feministas y escuchándolas, de verdad…).