Que no dude Elena Valenciano que dejar sin regulación el velo islámico de las niñas en las escuelas españolas equivale a promulgar, con rango de ley, la Ley islámica para estas niñas.
La secretaria de Política Internacional del PSOE, Elena Valenciano, se ha referido recientemente a la reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa. En relación al uso del velo islámico en la escuela, ha explicado que no se regulará debido a que "su uso no es un problema en España". Sí lo son, al parecer, los crucifijos que pueda haber encima de la pizarra de una escuela pública, ya que es ese el único objeto de la reforma en lo referido a los símbolos religiosos en la escuela pública.
En realidad, el error está en considerar que el desafío del velo islámico sea un problema que afecta a la aconfesionalidad del Estado o al papel de las religiones en la vida pública. Lo que está en juego cuando un padre musulmán lleva al colegio a su niña de 6 años con la cabeza cubierta por un velo es algo que creíamos tener tan asentado como el Estado de Derecho y el imperio de la Ley. Lo que en realidad se cuestiona no es la aconfesionalidad del Estado sino la capacidad de las sociedades europeas de imponer las normas democráticas sobre lo que para una creciente parte de los habitantes de Europa es la Ley de Dios, y que implica el rechazo a cualquier forma de integración en las sociedades occidentales.
No cabe duda de que en un Estado no confesional la presencia de crucifijos en las escuelas o instituciones públicas resulta una reminiscencia extravagante. Ahora bien, es igualmente evidente que lo único que hay detrás de que los socialistas reformen nada más y nada menos que una ley orgánica para agitar el debate sobre la religión en las aulas es movilizar a su propio electorado y arrinconar una vez más al PP para poder presentarle como un partido confesional, conservador y anticuado. El debate sobre los crucifijos, como el de la asignatura de religión o el de las estatuas de Franco, es una estrategia de la izquierda para estigmatizar a la derecha. Una batalla propagandística que deja de lado el único desafío que se plantea contra las instituciones democráticas y al que nadie está haciendo frente.
Volviendo a las declaraciones de Elena Valenciano, afirma la dirigente socialista que no se regulará la cuestión del velo porque la ley no se inspira en el laicismo francés y no busca prohibir cualquier ostentación religiosa en el vestuario de los alumnos. Es verdad que en Francia es la laicidad el argumento de fondo para prohibir el velo en la escuela o, dentro de poco, el burka en los espacios públicos, pero lo que en el fondo se busca proteger es el respeto a los valores y a la identidad nacional de Francia, de la que la laicidad es una mera representación. En realidad, Francia es una sociedad mayoritariamente católica y significativamente practicante, y no existe acoso alguno hacia la práctica religiosa. Cuando se prohibió el velo, la batalla estaba entre una sociedad que quería preservar sus valores –la igualdad de la mujer, la laicidad, la identidad nacional– y los imanes que agitaban el uso del velo entre las niñas musulmanas como manifestación inequívoca de la voluntad de no integrarse en la sociedad de acogida y, desde luego, de afirmar la supremacía de la Ley de Dios musulmana frente a las leyes que aprueben los parlamentos democráticos.
Por otro lado, acierta la dirigente socialista al decir que no siempre es el velo una cuestión religiosa, sino que tiene otras connotaciones, culturales o identitarias. Precisamente por ello, es el velo y no los crucifijos lo que hay que regular en la escuela pública, porque son un símbolo del desafío de los islamistas que pregonan por toda Europa –haciéndose valer de la supuesta libertad religiosa de las niñas– que los musulmanes no deben integrarse en las sociedades europeas. Qué poco queda del laicismo provocador y anticlerical de la izquierda cuando se enfrenta a un crucifijo casi desprovisto de significación en vez de a la férrea voluntad islámica de utilizar a las niñas musulmanas como panfleto de rechazo a la integración, a la laicidad y a la igualdad de la mujer que dice defender la izquierda.
Si no regulamos el uso del velo en la escuela y dejamos la decisión a la supuesta "libertad individual", lo que estamos haciendo en realidad es encubrir otra ley, la Ley de los imanes que pretenden conservar, en plena Europa, el estatus de desigualdad de la mujer y de los homosexuales en el mundo islámico.
Que no dude Elena Valenciano que mientras se entretiene con los crucifijos sin atreverse a impedir que una niña de 6 años vaya tapada a clase sólo por haber nacido musulmana, está defendiendo la desigualdad de las niñas musulmanas en la sociedad española. Que no dude que dejar sin regulación el velo islámico de las niñas en las escuelas españolas equivale a promulgar, con rango de ley, la Ley islámica para estas niñas, que se verán sometidas de hecho al humillante estatus que reserva el islamismo para la mujer. Y, entonces, tendremos que oír a la Elena Valenciano de turno decir que la proliferación de velos y burkas no es sino una manifestación propia de una sociedad plural, multicultural y abierta.
Y, mientras tanto, esas niñas habrán crecido en España bajo la supremacía de la Ley islámica.