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Sexo, delitos y pecados. Intersecciones entre religión, género, sexualidad y el derecho en América Latina

En esta sección incluimos artículos relevantes del ámbito académico con el objetivo de conocer la información o los argumentos que plantean en sus estudios, aunque Europa Laica no comparta las tesis que en los mismos se exponen. 


CONTENIDO

Índice
Agradecimientos
Siglas

Introducción: Religión, género, sexualidad y el derecho en América Latina
Macarena Sáez y José Manuel Morán Faúndes  | 1

Sexualidad, derecho y religión: entramados en tensión
Juan Marco Vaggione | 18

Sexualidad, política y actores religiosos en la Argentinapost-neoliberal (2003-2015)
Mario Pecheny, Daniel Jones y Lucía Ariza | 53

La cruzada contra el matrimonio entre personas del mismo sexo en Colombia
Mauricio Albarracín y Julieta Lemaitre Ripoll  | 92

La reglamentación del aborto en Chile: el fracaso de la separación entre Iglesia y Estado
Macarena Sáez  | 124

Pentecostales y controversias de los derechos humanos en Brasil
Maria das Dores Campos Machado  | 161

Activismo heteropatriarcal: la evolución de las ONGs “Pro- Vida” en Argentina y sus desplazamientos estratégicos
José Manuel Morán Faúndes | 194

Notas  | 225
Bibliografía  | 254
Biografías  | 271


Agradecimientos

Este volumen editado es el resultado de un proyecto de dos años del Center for Latin American & Latino Studies de American University, titulado Religión y Contestación Democrática en América Latina  que fue generosamente apoyado por la Iniciativa de Religión en Asuntos Internacionales de la Fundación Henry R. Luce. El objetivo de este proyecto fue mejorar la comprensión de las respuestas religiosas a las emergentes movilizaciones de justicia social basadas en los derechos humanos en las democracias latinoamericanas, incluyendo la impugnación relativa a género y la sexualidad, elegida como tema dado el continuo debate público sobre estas cuestiones en América Latina hoy, y nuestra evaluación de que las percepciones a estos temas están cambiando. Este proyecto prestó especial atención a las interacciones entre la religión y los gobiernos, los actores religiosos y de la sociedad civil y entre las redes locales y transnacionales de incidencia, incluido el papel de los actores religiosos en la creación y aplicación de la ley, con el objetivo de identificar y explicar el rango de la variación de las orientaciones religiosas hacia los derechos, la justicia y la ley.

El volumen se benefició en gran medida por las contribuciones de los participantes en tres talleres, organizados como parte de este proyecto entre enero de 2014 y diciembre de 2015. Esto incluyó una reunión de planeación inicial en Washington, DC, durante febrero de 2014, con académicos destacados de los Estados Unidos y América Latina trabajando actualmente en cuestiones de religión, género, sexualidad, justicia y derechos en la región. En noviembre de 2014, también en Washington, DC, convocamos a un grupo de académicos destacados para presentar y discutir la investigación original guiada por casos como parte de un taller de un día dedicado en parte a comprender las formas en que la religión ha configurado las agendas públicas en torno al género y la identidad sexual en América Latina. Finalmente, en octubre de 2015 organizamos un taller sobre “La religión,la ley y el reto de los derechos LGBTI en América Latina,” junto con el Proyecto de Litigios de Impacto de Washington College of Law de American University, que convocó a abogados, académicos y actores religiosos involucrados en la lucha por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales de toda América Latina para enfocarse en las formas en que la religión ha participado de diversas maneras en todos los lados de este debate en los últimos años y para identificar oportunidades de cooperación entre defensores religiosos y legales de este problema. Muchos de los argumentos expuestos en los capítulos siguientes fueron desarrollados, discutidos con colegas y perfeccionados en estas reuniones. Esta cooperación durante varios años ha sido fundamental para ayudar a construir una red intercomunicadora de investigadores interesados en las intersecciones de la religión con el género y la sexualidad en AméricaLatina, los cuales están representados en este volumen.

Por último, nos gustaría agradecer a Selma Cohen, por la traducción de los capítulos; a Alexandra Vranas, por la edición del texto; y a Robert Albro, por la supervisión de la gestión de este proyecto desde el principio.


Acceso al PDF con el libro completo


Introducción: Religión, género, sexualidad y el derecho en AméricaLatina
Macarena Sáez y José Manuel Morán Faúndes

Las cuestiones de género, sexualidad y reproducción han adquirido una gran presencia pública en América Latina en los últimos años. Las agendas políticas han comenzado a incluir paulatinamente temas vinculados a los derechos LGBT  y el acceso de la gente—especialmente las mujeres—a la justicia reproductiva. En algunos casos, estos procesos han generado políticas, leyes y fallos favorables a las demandas de las mujeres y del movimiento LGBT. Por ejemplo, en los últimos años, países tan diversos como Argentina, Uruguay, México, Colombia y Brasil permitieron el matrimonio entre personas del mismo sexo, ya sea mediante la adopción de leyes o mediante fallos judiciales favorables luego de extensos debates sociales y políticos. Otros países, entre ellos Ecuador, Costa Rica y Chile, todavía no reconocen el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero han autorizado las uniones civiles. Argentina y Bolivia también han adoptado, entre otras cosas, leyes de identidad de género garantizando así el derecho dela identidad de género auto percibida por sobre la asignada al nacimiento. Además, en los últimos años, Uruguay y el Distrito Federal de México han legalizado el aborto basándose en un sistema trimestral de plazos, mientras que otros países han ampliado las causales de despenalización para terminar voluntariamente con un embarazo, a pesar de que mantienen la ilegalidad del aborto.

Sin embargo, la exitosa ampliación de derechos en materia de género, sexualidad y reproducción no es un proceso lineal o que esté exento de polémicas y reacciones adversas. Por ejemplo, en 1997, El Salvador prohibió, sin excepciones, el aborto; decisión que, en 2007, imitó Nicaragua. En 2015, el Congreso peruano rechazó la adopción de una ley de unión civil. Además, desde, 1998, América Latina ha asistido a una ola de demandas y procesos judiciales contra la anticoncepción de emergencia (Peñas Defago y MoránFaúndes 2014). Algunos de estos procesos fueron revocados. En Chile, en 2010, durante el primer mandato de Michelle Bachelet (2006-2010), se aprobó una ley que permite que el sistema de salud pública provea anticoncepción de emergencia, revocando así un fallo adverso de la Corte Constitucional en 2008. Sin embargo, en Honduras se mantiene la prohibición de la anticoncepción de emergencia.

Considerando la actual y a menudo pública polémica en torno a estas cuestiones,es necesario desarrollar y profundizar los parámetros con los que consideramos el modo en que estas dinámicas se producen en la región. Con este objetivo, los colaboradores en este libro consideran al género y la sexualidad como terrenos públicos y políticos caracterizados por tensiones, debates y luchas de poder, incluido el poder del Estado(Corrêa, Petchesky y Parker 2008; Pecheny y La Dehesa 2011). Los significados establecidos sobre los roles de género, el cuerpo, las prácticas sexuales y la pública expresión de deseo aceptable, entre otros, están plagados de suposiciones y discursos en disputa que se manifiestan en la construcción de los principales marcos institucionales que rigen el género y la sexualidad. Los colaboradores en este libro se apartan de todo supuesto de género y sexualidad entendidos como algo natural, biológico e inmutable. Por el contrario, parten de una concepción de los límites del género y la sexualidad según ha sido delimitada por los discursos del conocimiento y del poder que establecen qué es públicamente legítimo, verdadero y aceptable sobre, por ejemplo, la conducta sexual y los roles de género (Foucault 1976).

Uno de estos discursos es la religión (Figari 2007). Algunos actores religiosos han sido activos protagonistas en el contexto regional de avances y retrocesos en materia de sexualidad y género, haciendo que sea esencial comprender mejor, por un lado, la relación entre el género y la sexualidad y, por el otro, la religión. Los capítulos que aquí se presentan abordan varios aspectos de esta relación. De modos diversos y con distintos alcances, América Latina es una región que se caracteriza por una marcada herencia cristiana—especialmente católica—donde las instituciones religiosas continúan ejerciendo su autoridad sobre cómo se define lo que es públicamente aceptable en cuestiones de género, del cuerpo y de la conducta sexual. Así, las políticas sexuales,religiosas y de género están entrelazadas de modos complejos, lo cual, en los últimos años,ha originado una serie de debates públicos en diferentes países, especialmente en torno a los derechos reproductivos y los derechos LGBT. Hasta la fecha, las respuestas religiosas ante el cambio de los roles de género, las nuevas prácticas y tecnologías(no)reproductivas, la violencia contra las mujeres y la mayor visibilidad de los grupos LGBT han oscilado entre la ambivalencia y la hostilidad. En algunos países, estos acontecimientos han ocasionado reacciones negativas de líderes y grupos religiosos, los que, al intentar restringir los derechos legales de las mujeres y de los miembros de la comunidad LGBT, han provocado una mayor participación religiosa.

El hecho del que el Papa sea latinoamericano ha añadido un nuevo dinamismo al papel de la religión en la región. Aunque sus palabras y actitudes aún son materia de análisis y polémicas (Mallimaci 2013; Vaggione 2013), la crítica pública hecha por el Papa Francisco—nacido en Argentina—a la Iglesia por la priorización del dogma y la doctrina moral en detrimento de una actitud de inclusión y servicio es un giro notable. Las palabras y acciones del Papa Francisco nos recuerdan que las actitudes y acciones religiosas entorno a temas polémicos como la sexualidad son a menudo más dinámicas que lo que tendemos a suponer.

A pesar de la aceptación de finales del siglo XX respecto de la creciente secularización de la sociedad, y el debilitamiento y la decadencia de las creencias religiosas acaecidas con el avance de la modernidad, hoy en día la religión mantiene una marcada presencia pública en todo el mundo (Casanova 1994). Y América Latina no es la excepción. Si, en el sentido más amplio, la religión ha dejado de proporcionar los principios organizativos primarios para la mayoría de las sociedades y culturas, las creencias religiosas siguen siendo una fuente vital de sentido en la vida de muchos. Al mismo tiempo, los modos en los que la gente se identifica con las religiones, las expresiones de fe, las interpretaciones del mundo y los vínculos de las personas con lo sagrado se han orientado hacia un marcado proceso de individuación, sincretismo y autonomía (Parker Gumucio 2005; Mallimaci y Giménez Beliveau 2007; Martínez 2011;Blancarte 2012).

La abundante evidencia sobre la sostenida importancia de la religión en el mundo ha desplazado a las ingenuas teorías sobre la secularización y ha revitalizado diferentes áreas de los estudios religiosos (Casanova 1994). Una de esas áreas, que está generando una creciente y sólida producción académica, es la relación entre la religión y la política.Sin embargo, este “regreso” de la religión a las agendas académicas ha adquirido diferentes matices en diferentes lugares. En América Latina, la investigación y el análisis académicos se han centrado en diversos aspectos de la relación entre la política y la religión, tales como el intento de identificar los umbrales de laicidad del Estado y el crecimiento del pluralismo religioso. Es en este contexto que hemos observado una creciente atención a los vínculos entre religión, género y sexualidad. Aunque aún es un campo relativamente fragmentario e incipiente, este libro representa un intento de reunir algunos de sus principales aspectos y métodos de análisis desarrollados desde la perspectiva de América Latina.

En los últimos años, las posturas religiosas han influido notablemente en los debates políticos en torno a la definición jurídica—y los derechos vinculados con ella—de género y sexualidad en la región. Con frecuencia, es en el terreno jurídico donde los derechos vinculados al género y los límites de la sexualidad han ganado estatus institucional en las democracias Latinoamericanas contemporáneas. Así, la ley se ha constituido en el principal campo de batalla para los intentos de definir los límites del género y la sexualidad. En diferentes países, los procesos de promulgación de leyes que regulan el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el acceso a los métodos anticonceptivos modernos, el reconocimiento de la identidad de género auto percibida y el acceso a procedimientos y tecnologías para la modificación del cuerpo, entre otros temas, han estado marcados por debates públicos permanentes en los cuales la Iglesia ha sido un actor y una voz importante. A pesar del estatus laico de la ley, los conceptos religiosos y sus defensores han tenido una influencia notable a la hora de decidir los límites de qué está permitido y qué está prohibido, o sobre qué es legal o ilegal. En este contexto, las instituciones parlamentarias no solo se convierten en la arena privilegiada de estos conflictos, sino que los tribunales también se han vuelto un espacio notable donde dirimir estas diferencias.

La movilización en torno a lo jurídico se ha convertido en una importante estrategia entre los movimientos que luchan por expandir los límites entre la autorización y la prohibición de ciertas expresiones de la sexualidad y los derechos relacionados con el género (Cabal, Lemaitre Ripoll y Roa 2001; Yamin 2005; Cabal y Todd-Gher 2009;Manzo 2011; Sáez 2014; Peñas Defago y Morán Faúndes 2014).

Por lo tanto, los capítulos de esta edición examinan las estrategias de la Iglesia y de los grupos religiosos en tanto que estos trabajan frecuentemente con los gobiernos y están empeñados en influir en el proceso legislativo—y por lo tanto en la ley—para conseguir objetivos determinados con respecto al género, la regulación del cuerpo de las mujeres y la regulación de expresiones sexuales alternativas. Los capítulos también analizan la variedad de estrategias y de respuestas, incluyendo las respuestas religiosas,ante los esfuerzos de restringir los derechos de las mujeres o de miembros de la comunidad LGBT. Si bien hay importantes movimientos sociales con mucha visibilidad que ahora exigen que se preste atención a la violencia contra las mujeres y las personas LGBT y aunque existen significativos esfuerzos de los gobiernos para abordar la cuestión,comparativamente, aún sabemos muy poco acerca de cómo las instituciones y los actores religiosos han intentado involucrarse mediante marcos jurídicos con los derechos de las mujeres y de las personas LGBT, en todos los aspectos de estas luchas. Este es un vacío que el presente conjunto de capítulos comienza a abordar.

Sin embargo, los sistemas jurídicos no son solo arenas de disputa. También articulan discursos de poder (Sousa Santos 2009). El discurso jurídico, así como el religioso, presenta un mapa de afirmaciones, conceptos, categorías y creencias que otorgan sentido a la realidad, instituyendo “verdades” autorizadas acerca de ella (Scott1988). En las sociedades de América Latina, el derecho sigue funcionando como un marco regulador que articula verdades sobre el cuerpo que reproducen modos de estratificación sexual (Rubin 1989). Al establecer normas que regulan el cómo, el qué y el quién en relación con las prácticas sexuales (Vaggione 2012), históricamente, la ley ha decidido sobre los cuerpos y ha buscado regular los límites entre lo que está y lo que no está permitido. Aunque estas regulaciones no son estáticas y varían de acuerdo a la época y alas sociedades, producen diferentes jerarquías sexuales (Rubin 1989; Weeks 1998). Aúnhoy en día, en muchos países, las identidades heterosexuales tienen privilegios normativos por sobre las expresiones gay o lesbianas, la sexualidad adulta por sobre la adolescente, la masculina por sobre la femenina, las expresiones cisgénero por sobre las transgénero, por mencionar algunos ejemplos.

Históricamente, en América Latina, la estructura legal de la familia fundada en la religión ha precedido a la separación de la Iglesia y el Estado. Los marcos jurídicos regionales han sido influenciados por valores religiosos tales como la protección de la familia patriarcal, la celebración de la maternidad y la procreación como el fin principal del matrimonio. De este y otros modos, en toda la región, la influencia religiosa en la elaboración de la ley ha contribuido a hacer invisibles a las mujeres y a las identidades y prácticas sexuales alternativas ante las instituciones jurídicas concebidas para proteger a los individuos. Las mujeres en especial han sido tratadas como individuos incompletos,con escasa capacidad para tomar decisiones responsables. Este es un contexto relevante que hoy en día sustenta el modo en que la religión podría impedir la inclusión de las mujeres y de reconceptualizaciones de la familia haciendo uso de los sistemas penal y judicial. Son precisamente estas tensiones las que Juan Marco Vaggione (Capítulo 2)recoge y considera en su contribución a esta edición. Vaggione nos invita a comprender el vínculo entre derecho y religión como una “imbricación.” Utiliza este concepto para problematizar la estabilidad de la separación entre política y religión como parte de la modernidad latinoamericana. Al hacerlo, Vaggione destaca cómo la herencia de conceptos y supuestos cristianos subyacen en el sistema judicial laico, afectando directamente los derechos de ciertas categorías sociales históricamente excluidas por causa del género y/o la sexualidad.

En los últimos veinte años se ha observado también un aumento en la cantidad de movimientos que, en América Latina, abogan por mayor igualdad para mujeres y grupos LGBT, junto a leyes anti-discriminatorias tanto a nivel municipal como nacional en ámbitos como empleo, vivienda y derecho de familia (Pecheny y La Dehesa 2011). Si bien estos avances aún deben conducir a cambios significativos en la postura oficial de las principales iglesias en torno a la sexualidad, informal y estratégicamente han afectado el modo en que ciertos actores religiosos se relacionan con la sociedad civil y los gobiernos.En México y en Argentina, por ejemplo, grupos del clero católico, influenciados por la teología de la liberación y en diálogo con posturas feministas y queer, expresan ahora su apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo y respaldan los derechos de las mujeres, aunque no necesariamente todos los derechos reproductivos. Aunque son una minoría, hoy en día es posible encontrar algunas iglesias progresistas que están abiertamente a favor de los derechos sexuales y reproductivos (Vaggione 2005; Jones y Carbonelli 2012; Fuentes Belgrave 2013). La teología feminista representa otro ejemplo de esta disidencia religiosa (Tamez 1989; Vuola 1996; Althaus-Reid 2000; Riba 2005; Aquino y Rosado-Nunes 2008; Peñas Defago y Sgró Ruata 2009). El respeto por estado democrático laico, junto con el reconocimiento del feminismo, ha conducido a que algunos actores religiosos hayan comenzado a promover ideas más pluralistas, más allá de las objeciones morales tradicionales. Aún no está claro hasta qué punto estos avances son precursores de cambios más radicales en algunas de las posturas de la Iglesia previamente arraigadas sobre el género y la sexualidad.

La aparición de actores religiosos progresistas en torno a esta problemática cuestiona los abordajes teóricos y políticos tradicionales que asocian lo secular con avances en el ámbito de los derechos sexuales y reproductivos y donde la religión está inevitablemente vinculada a posturas conservadores (Jakobsen y Pellegrini 2008). Varios autores en este libro analizan estos complejos y raramente profundizados modos de articulación progresista entre religión, género y sexualidad. En el caso de Argentina, Mario Pecheny, Daniel Jones y Lucía Ariza (Capítulo 3) demuestran cómo los actores religiosos se ubican en ambos lados de los debates sobre género y sexualidad en el país, ala vez que señalan la existencia de una cantidad de organizaciones religiosas, iglesias y dirigentes que han apoyado algunas de las principales causas defendidas por las feministas y los movimientos LGBT en la última década. En relación con esto último, el capítulo de Juan Marco Vaggione hace hincapié en cómo la politización del pluralismo religioso, junto con la defensa del secularismo, se ha convertido en una estrategia fundamental del activismo feminista y LGBT en América Latina como un modo de separarla ley de la herencia cristiana tradicionalmente conservadora.

Al mismo tiempo, en varios países latinoamericanos estamos asistiendo a una potente reacción contra los derechos de las mujeres y de los grupos LGBT—impulsada en gran parte por algunos actores religiosos—que se caracteriza particularmente por sus esfuerzos legales y constitucionales sistemáticos para limitar o eliminar los derechos reproductivos de las mujeres y evitar el reconocimiento de la diversidad sexual. La Iglesia católica (Dides 2006; Mujica 2007; Peñas Defago 2010; Carbonelli, Mosqueira y Felitti2011; Esquivel 2013; Morán Faúndes 2013), así como las iglesias evangélicas más conservadoras (especialmente aquellas de raíces pentecostales) (Jones y Carbonelli 2012;Campos Machado 2012; Vital y Leite Lopes 2013), se han convertido en los principales actores de la oposición a las exigencias de las feministas y los grupos LGBT en la región.Los actores religiosos más conservadores han reaccionado ante estas nuevas leyes relativas a la sexualidad y a los paradigmas de género impulsados por movimientos feministas y LGBT oponiéndose a la agenda de los derechos sexuales y reproductivos. De diversas maneras, esta reacción ha significado un nuevo ingreso de la religión en el espacio público (Vaggione 2005) que se manifiesta en intentos de llevar sus posturas religiosas a las instituciones políticas.

Por ejemplo, en todos los países latinoamericanos estas iglesias han mantenido posiciones categóricas en contra del aborto, aun cuando la vida de la mujer embarazada corre peligro. A lo largo de la región, la Iglesia católica ha presionado políticamente para enmendar leyes y constituciones con el objetivo de ampliar el derecho a la vida desde la concepción y, por lo tanto, hacer que el aborto sea prácticamente imposible en toda circunstancia (Htun 2003). La jerarquía de la Iglesia también ha presionado políticamente para hacer cumplir los estatutos existentes y juzgar a mujeres que puedan haber tenido abortos ilegales, como sucede en El Salvador y en partes de México.

Varios y detallados casos de estudio exploran el desarrollo y las implicaciones jurídicas de la huella transnacional del activismo religioso conservador y su enorme impacto en las políticas de género y sexualidad. El capítulo de Mauricio Albarracín y Julieta Lemaitre Ripoll (Capítulo 4) se centra en el matrimonio igualitario en Colombia,donde todos los estamentos de gobierno han intervenido de una u otra manera. Los autores muestran con mucho detalle el camino de Colombia hacia el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, el protagonismo de los funcionarios públicos y las instituciones judiciales, y su compleja relación con la religión. Especialmente el rolde Alejandro Ordóñez, Procurador General de Colombia y reconocido militante católico de la extrema derecha de la Iglesia, ejemplifica la resistencia religiosa contra el avance delos derechos sexuales y reproductivos y sus cruces con la esfera pública.

El capítulo de José Manuel Morán Faúndes (Capítulo 7) se centra en el caso de las ONGs “Pro-Vida” en Argentina. Morán Faúndes expone cómo la sociedad civil se ha convertido recientemente en la arena política de los activistas religiosos conservadores, montando nuevos desafíos para los derechos sexuales y reproductivos. El capítulo destaca de qué manera, con el tiempo, las organizaciones “Pro-Vida” han activado una serie de estrategias a fin de maximizar el impacto legislativo y judicial en su oposición a los avances feministas y de grupos LGBT. El traslado del activismo religioso conservador a la arena de la sociedad civil ha permitido a dicho activismo ampliar su campo de intervención y diversificar los mecanismos institucionales mediante los cuales la religión podría influir en las políticas de género y sexualidad.

Por otro lado, Macarena Sáez (Capítulo 5) aborda la herencia religiosa en las reglamentaciones laicas que afectan a las mujeres. Centrándose en Chile, Sáez sostiene que históricamente la legislación que afecta a las mujeres ha sido laica en su forma y religiosa en su contenido. Esto explicaría por qué, pese a la creciente influencia de la“dignidad” como un concepto laico vinculado a la igualdad y a la autonomía, cuando se trata del perjuicio sufrido por las mujeres en ámbitos como la violencia sexual o el aborto,el concepto de dignidad ha sido usado contra las mujeres. Mediante un análisis de los documentos oficiales del Vaticano e intervenciones públicas del clero chileno en el debate sobre el aborto, Sáez muestra cómo la concepción católica esencialista de las mujeres como madres y mártires ha entorpecido su tratamiento como ciudadanas con la misma dignidad que los hombres.

Sin embargo, la capacidad de la Iglesia para dificultar a los avances de los derechos sexuales y reproductivos varía de un contexto a otro. La contribución de Mario Pecheny,Daniel Jones y Lucía Ariza analiza las variables que permitieron la creación de leyes y políticas vinculadas al género y la sexualidad en la última década en Argentina, a pesar dela marcada oposición de la Iglesia católica liderada en ese momento por Jorge Bergoglio(ahora, el Papa Francisco) aliada con las iglesias evangélicas conservadoras. Centrándose en los gobiernos de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner(2007-2015), los autores revelan la conexión entre los acontecimientos vinculados a los derechos sexuales y reproductivos y el escenario post-neoliberal argentino. Durante la última década, el kirchnerismo impulsó un modelo de desarrollo basado en un discurso de libertades individuales que buscaba consolidar un conjunto de derechos centrados en mejorar las condiciones de los sectores excluidos de la población, incluidas las mujeres y las personas LGBT. Este “populismo liberal,” como lo llama los autores, favoreció el establecimiento de una serie de leyes y políticas públicas basadas en el respeto y la promoción de los derechos sexuales y reproductivos. Por otro lado, el capítulo también analiza los límites del post-neoliberalimo de Kirchner—y los del modelo basado en los derechos que lo acompañan—representados en la incapacidad de su gobierno de aprobar una ley de aborto integral.

Así como varía el grado de oposición de la Iglesia a los derechos sexuales y reproductivos, también varía la oposición a estos temas entre los diferentes credos religiosos. Por ejemplo, en los países de habla inglesa del Caribe, el sexo consentido entre adultos del mismo sexo sigue siendo, en gran parte, criminalizado. Y las personas LGBT sufren la discriminación violenta de un modo más sistemático y tolerado por el Estado que en el Caribe hispano y en los países latinoamericanos, donde la Iglesia católica aún tiene predominio. Por lo tanto, pareciera haber diferencias en las reacciones a los derechos LGBT entre países donde la Iglesia católica es aún la institución religiosa predominante y los países donde los grupos evangélicos han tomado la delantera. En el Caribe de habla inglesa (como en algunos de los países del África subsahariana), los grupos evangélicos han concitado una reacción más severa, a veces más violenta, a todo intento de despenalizar la sodomía. A su vez, la Iglesia católica, prominente en el Caribe hispano y en América Latina, exhibe una postura igualmente discriminatoria sobre los derechos LGBT, pero no acepta explícitamente la violencia contra las personas LGBT dela misma manera en que sí lo hacen ciertos grupos evangélicos. A diferencia de los evangélicos, los grupos católicos han respondido a las demandas LGBT con un discurso doctrinario de compasión hacia gays y lesbianas, identificándolos como marginados sociales, pero no como blancos legítimos de violencia física. Si queremos entender la variedad de respuestas religiosas en América Latina que abogan por las mujeres y los derechos LGBT, necesitamos investigaciones que expliquen mejor el creciente pluralismo religioso.

En su capítulo, María Das Dores Campos Machado (Capítulo 6) aborda las complejidades asociadas al escenario brasileño, donde aún existe una mayoría católica,pero también, donde los sectores evangélicos conservadores han crecido considerablemente convirtiéndose en una importante fuerza política y social. En este contexto, los actores evangélicos han adoptado estrategias de oposición a los derechos sexuales y reproductivos. Un modo notable de esta adaptación es el uso del discurso delos derechos humanos. Si, como demuestra la autora, los derechos humanos se han convertido en un marco normativo disponible para ampliar los márgenes de la sexualidad en Brasil, los sectores conservadores, especialmente los pentecostales, también movilizan el discurso de los derechos humanos para defender su participación en debates sobre política sexual, apelando a los conceptos basados en derechos que excluyen los derechos sexuales y reproductivos.

En suma, esta edición aborda múltiples aspectos del cruce contemporáneo entre la religión con el género y la sexualidad en América Latina, en el preciso momento en que el tema se está desarrollando mediante diversas disputas en torno a la ley. Al ofrecer análisis de casos demostrativos en la región, en países tales como Colombia, Brasil, Argentina y Chile, este conjunto de capítulos inicia un diálogo activo con los debates jurídicos fundamentales que actualmente están definiendo las fronteras entre religión, sexo y género en toda América Latina. Los estudios de casos abordan cuestiones claves como el matrimonio entre personas del mismo sexo; el derecho al aborto; la relación entre pentecostalismo y catolicismo; hasta debates sobre derechos sexuales y reproductivos;estrategias religiosas pro-vida; relaciones entre la Iglesia y el Estado con respecto al género y la sexualidad; y los usos religiosos del discurso secular en estos debates jurídicos.Cada caso examina la participación de los discursos y actores religiosos en las discusiones en torno a definiciones jurídicas vinculadas a la sexualidad o al cuerpo de las mujeres. Los capítulos reunidos en este número muestran dos tendencias: 1) de qué modo, en la actualidad, los actores religiosos conservadores han reaccionado ante a los nuevos paradigmas de género y sexualidad impulsados por las feministas, los movimientos de mujeres y LGBT en el proceso de intensificar su presencia en la esfera pública a la vez que desarrollan nuevos modos de acción política, incluyendo lo secular y, en ocasiones,colaborando con los gobiernos; y 2) la incorporación de fuentes religiosas pluralistas como una dimensión importante de los esfuerzos progresistas de base para promover la agenda de los derechos sexuales y reproductivos y desafiar el monopolio de la moral tradicional ejercido por las iglesias conservadoras.

En su conjunto, esta edición ofrece una fotografía actual de la diversidad teórica y empírica existente en América Latina como parte de un continuo debate acerca de la relación entre las comprensiones religiosas y seculares sobre género, sexualidad y reproducción. Este conjunto de capítulos se ocupa de intervenciones jurídicas de inspiración religiosa y del dinamismo de esas articulaciones, incluyendo los cambios en las actitudes pastorales y en las estrategias de defensa, ya que estos a veces trascienden de manera inesperada las conocidas divisiones de “religioso/secular” y“progresista/conservador.” Los colaboradores también buscan identificar las fuentes dela actitud y las acciones de las iglesias respecto de la mujer y la sexualidad en América Latina en los conceptos y doctrinas religiosos predominantes—a menudo en conjunción con fuentes jurídicas y seculares—y el modo en que dichos conceptos se combinan y se usan para promover o descartar estas categorías de persona en tanto sujetos portadores de derechos.

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