Tras cursos de autoayuda o seminarios de temas new age, como las sanaciones milagrosas, existen sectas o grupos que explotan a sus fieles.
«Las sectas son grupos complejos, siempre con una estructura jerárquica y piramidal, con un gurú carismático que exige una dedicación explotadora»
«Estuve en una secta destructiva durante 14 años y acabé aislado de mis familiares y amigos, incluso tuve muchos problemas con mi pareja«.
Este es el testimonio de Enric Torras, un agente cultural de 38 años de Barcelona. Enric es uno de los miles de españoles que han formado parte de una secta aunque, por suerte para él, consiguió dejarla y, con ello, recuperar su vida.
Pero ¿qué es una secta? Miguel Perlado es psicoterapeuta y presidente de la Asociación Iberoamericana para la Investigación del Abuso Psicológico (AIIAP): «Las sectas son grupos con una estructura jerárquica y piramidal, con la presencia de un gurú carismático que exige una dedicación y una devoción que es de tipo explotadora y que puede acabar desembocando en diversos niveles de daño personal, económico y emocional sobre las personas».
España no cuenta con un registro oficial de este tipo de organizaciones, pero, según las estimaciones de la AIIAP en base a la asistencia que ofrecen a personas afectadas, calculan que en territorio español hay actualmente unos 250 grupos activos, de los que forman parte alrededor de 600.000 personas.
Muchas de estas sectas detectadas por la AIIAP se pueden consultar en www.educasectas.org.
La crisis, un filón para las sectas
Según Perlado, la crisis ha sido un auténtico filón para las organizaciones de tipo sectario debido al cambio de contexto social que se ha producido.
Las situaciones de desesperación personal que ha provocado han hecho que hayan aparecido nuevas modalidades de entidades que se han sumado a las tradicionales de corte religioso.
Así, dos han sido los tipos de grupos que más han proliferado en los últimos diez años.
Por un lado, los de corte curativo-sanador, que tratan de captar adeptos mediante seminarios de temática new age: «Aquí caben propuestas relacionadas con el yoga o las sanaciones mediante pseudoterapias en las que un supuesto terepeuta o sanador transmite una suerte de energía que hará mejorar el estado anímico y físico de las personas», comenta.
Por otro lado, el otro gran grupo que más ha proliferado lo forman los relacionados con las supuestas técnicas de coaching y autoayuda, en los que mediante una serie de cursos se promete al interesado liderar la empresa o la entidad a la que pertenece y aumentar de forma exponencial sus ingresos.
«A través de esos cursos, te van ofreciendo otras actividades, y poco a poco introducen al afectado en un entramado en el que acaba siendo explotado e incluso vejado y humillado a diferentes niveles».
Adentrarse en la organización
Enric se adentró en una organización relacionada con estas temáticas. En concreto, se apuntó al entonces «centro de estudios gnósticos«, ahora llamado «centro de estudios del autoconocimiento».
Según explica, en aquel momento tenía 17 años, una edad en la que le surgían «preguntas filosóficas sobre el porqué de la existencia».
Así, un familiar le habló de esta organización y finalmente decidió apuntarse: «Al principio había cosas que no me cuadraban mucho, por ejemplo, que nos reuníamos en pisos privados, pero como profundizaban en ciertos temas de antropología y psicología que me aportaban mucho y me gustaban, poco a poco fui adentrándome e implicándome más«.
Así, con el tiempo le fueron introduciendo todo tipo de ideas que le afectaban en su conducta y en su forma de ser «con la expectativa y casi con la obligación de asumir el estar en un nivel superior y ser mejor que el resto de los mortales».
Según Enric, para lograrlo, mezclan teorías filosóficas y antropológicas ciertas con otras inventadas y manipuladas para dar veracidad a sus argumentos.
Por ejemplo, destaca el control que en esta organización ejercen sobre la vida sexual de sus adeptos: «No puedes tener relaciones fuera del grupo, el sexo era visto como pecado si no era dentro del matrimonio con otro miembro del grupo, y eso es algo que me minó mucho».
Una batalla compleja
La lucha contra este tipo de entidades es compleja.
El II Encuentro Nacional sobre Sectas que tendrá lugar los días 4 y 5 de marzo en Madrid pretende avanzar, en este sentido, propuestas de actuación.
A nivel jurídico, España está en las antípodas de muchos países como Francia o Bélgica. Juantxo Domínguez, experto en grupos sectarios que preside la Red de Prevención Sectaria y del Abuso de Debilidad (RedUNE), denuncia que «en España nunca ha habido voluntad de trabajar este tema a nivel jurídico».
De hecho, asegura que, cuando en una denuncia aparece la palabra secta, «lo normal es que no prospere». Por este motivo, explica, ellos prefieren referirse a las sectas como «grupos coercitivos de manipulación de las personas».
Así, es el artículo 515 del Código Penal el que regula la materia. Este artículo establece que «son punibles las asociaciones ilícitas teniendo tal consideración las que, aun teniendo por objeto un fin lícito, empleen medios violentos o de alteración o control de la personalidad para su consecución».
Sin embargo, para Domínguez hay que dar un salto cualitativo que pasaría por que el Código Penal introdujera el delito de abuso de la debilidad tal y como está recogido en los países mencionados, o incluso en otros como Luxemburgo: «Penaliza el aprovechamiento por parte de entidades o particulares de personas vulnerables por cualquier tipo de medio que acaba causándoles un perjuicio».
En cualquier caso, asegura Domínguez, «el común denominador de toda secta es la manipulación de la persona y, si no se legisla en esa dirección, siempre habrá un vacío legal, esa es la clave».
Por otra parte, alerta del problema de salud pública que pueden crear: «Utilizan el yoga, temas de desarrollo personal y la sanación con métodos que no están reconocidos».
Del lavado de cerebro al de cartera
En el caso de Enric, a la manipulación mental le siguió la explotación económica.
Así, una vez introducido de lleno en la actividad, empezaron a ofrecerle libros para profundizar en sus conocimientos, viajes en los que se encontró con miembros de esta organización de otros países y todo tipo de amuletos como colgantes de oro.
Según cuenta, indirectamente le obligaron a comprarlos y a participar en los viajes como medios para completar su formación y su transformación en un ser espiritual: «Todo lo que tenía, lo invertí en aquello porque pensaba que era lo mejor para mi alma».
Por otra parte, añade, «en los viajes es donde realmente te adoctrinan y te atemorizan diciéndote que lo importante no es la vida física, sino la espiritual, la que vendrá después de la muerte».
Es ahí donde, según Enric, aparece la coacción, ya que amenazan con que «solo se llegará a esa vida plena a través del grupo», puesto que «para ellos eres un escogido y las personas de fuera de la secta no valen nada y están contaminadas porque solo piensan en la vida y los placeres terrenales; esa necesidad de querer ser superior y alcanzar el nivel que te piden es lo que te hace mantenerte en la secta».
Pese a la mejorable situación legal, tanto la Policía como la Guardia Civil tienen unidades especializadas para combatir estos grupos, aunque no siempre las operaciones han terminado en condenas para los acusados, precisamente por la falta de un marco legal más claro.
La última y más mediática fue el desmantelamiento de la denominada secta de Oia en diciembre de 2014, que implicó la entrada en prisión de Feliciano Miguel Rosendo de Silva, gurú y fundador de la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel, como se denominaba la organización, acusado de presuntos delitos de abusos sexuales a sus adeptas, asociación ilícita para delinquir, estafa y blanqueo de capitales.
Otro caso sonado, aunque con un final diferente, tuvo lugar en Valencia, con Ángel Muñoz como protagonista, más conocido como el padre Ángel.
Este supuesto sacerdote que dice hablar en nombre de la Virgen del Remedio es el líder de la Junta de la Esclavitud del Sagrado Corazón de Jesús, que aún hoy en día mantiene su actividad.
En octubre de 2010 fue juzgado, acusado de fraude fiscal, estafa y apropiación indebida tras reunir una importante fortuna gracias a las generosas donaciones de sus fieles.
Sin embargo, dos meses después fue absuelto, entre otras cosas, porque no se pudo demostrar que se forzara o manipulara a los fieles para realizar las donaciones.
Sectas con finales trágicos
Otros sucesos más graves han sacudido diversos países del mundo y dan una idea de hasta dónde puede llegar la manipulación de estos grupos. Por ejemplo, Japón conmemoró en marzo del año pasado el vigésimo aniversario del atentado de la secta Aum Shinrikyo en el metro de Tokio con gas sarín, que mató a 13 personas y causó heridas a más de 6.000.
El fundador de la secta, Shoko Asahara, y nueve seguidores fueron condenados a muerte, y otras cuatro personas, a cadena perpetua.
También este mes de marzo se cumplirán 19 años del suicidio colectivo que provocó el grupo Heaven’s Gate (Puerta del Cielo).
El 26 de marzo de 1997, 39 miembros (21 mujeres y 18 hombres) de esta secta se suicidaron en una mansión alquilada de California mezclando alcohol y barbitúricos.
La secta Heaven’s Gate fue fundada por Marshall Applewhite y Bonnie Nettles a mediados de la década de los setenta.
Esta pareja llegó a creerse que eran extraterrestres que habían llegado del cielo para ofrecer a los seres humanos una nueva oportunidad de trasladarse a un nivel evolutivo superior. Applewhite también se quitó la vida.
El mundo también se estremeció con la tragedia acaecida en Jonestown, Guyana.
Allí, el 18 de noviembre de 1978, se suicidaron 914 integrantes de una secta religiosa de origen norteamericano, entre ellos 300 niños.
Denominada Iglesia del Templo del Pueblo, fue fundada por Jim Jones, un hombre que se creía una mezcla de Cristo y Lenin.
Tras una serie de sucesos y con Jones acorralado por la Justicia, apeló al «suicidio revolucionario», algo que sus casi 1.000 seguidores siguieron a rajatabla quitándose la vida al ingerir cianuro potásico.
Los medios lo calificaron como el «mayor suicidio colectivo de la historia».
Más reciente es el caso de la secta ugandesa de la Restauración de los Diez Mandamientos de Dios.
En marzo del año 2000, los 800 seguidores de la organización liderada por Joseph Kibweteere se encerraron en su iglesia, tapiaron las ventanas y se prendieron fuego bajo la promesa de que se les iba a aparecer la Virgen y les iba a llevar al cielo.
Su líder espiritual estaba totalmente convencido de que ese año se iba a producir el fin del mundo y de que solo se salvaría aquel que se inmolara.
Por suerte, ninguna de estas sectas, salvo Aum, sigue activa.
Voluntad, la clave para salir
Quizás estos últimos casos sean de los más radicales, pero lo cierto es que, sin llegar a estos extremos, el daño personal que puede llegar a hacer cada uno de estos grupos por inofensivo que parezca es brutal.
Sin embargo, con voluntad y esfuerzo se puede salir de ellos. Cuenta Enric que llegó un momento en que su sentimiento de frustración era demasiado fuerte.
Nunca llegaba a alcanzar el nivel de plenitud espiritual que le exigían y esto le hizo recapacitar sobre lo que estaba haciendo: «El tener un poco de criterio me salvó, me di cuenta de que no podía seguir evadiéndome de la realidad así y que tenía que dejarlo».
Sin embargo, para él no fue fácil. Así que de forma gradual empezó a dejar de acudir a las clases y a las actividades hasta que al final lo abandonó definitivamente.
Por suerte, no recibió amenazas por dejar de ir, pero, tal y como comenta, «no hace falta», consiguieron que se sintiera «como un traidor hacia ellos».
Ahora, Enric lo tiene claro: «Por nada del mundo volvería, es como estar dentro de una burbuja en la que te chupan la sangre».