Sacudido por nuemrosos escándalos de pederastia, la Iglesia católica latinoamericana sufre una fuerte caída, que ni siquiera es capaz de detener Francisco, el primer Papa de la Patria Grande. Los fieles que huyen en estampida del catolicismo se van a las iglesias protestantes o se echan en brazos del agnosticismo y del ateísmo.
Hasta la imagen del papa Francisco se ha deteriorado en América Latina, donde el catolicismo perdió fieles frente al auge de la religión evangélica y un acelerado proceso de secularización, de acuerdo con un sondeo de Latinobarómetro presentado ayer en Santiago de Chile.
El estudio muestra la evolución de la religión en 18 países latinoamericanos entre 1995 y 2017, y llega pocos días antes de la visita que el pontífice realizará a Chile y Perú del 15 al 21 de enero.
“Lo más importante es la fuerte caída del catolicismo y el fuerte aumento de los que declaran no tener ninguna religión, que son agnósticos o ateos”, afirmó la directora de Latinobarómetro, Marta Lagos.
Según el trabajo, los latinoamericanos evalúan al papa Francisco con un 6.8, una nota inferior al 7.2 que recibió en 2013, cuando asumió el cargo.
El 6.8 promedio de la región contiene diferencias por países. Los que le dan una mejor evaluación al Pontífice son Paraguay (8.3), Brasil (8) y Ecuador y Colombia (7.5), mientras que en el otro extremo están Uruguay (5.9) y Chile (5.3).
Al filtrar las respuestas según la religión que profesan los encuestados, los católicos le dan una nota de 7.7 al Papa, los evangélicos 5.1 y los ateos o agnósticos 5.3.
Los países donde hay más personas que se declaran católicas son Paraguay (89%), México (80%), Ecuador (77%), Perú (74%), Colombia (73%) y Bolivia (73%).
El 65% de los encuestados en los 18 países de América Latina dice confiar en la Iglesia. Las naciones donde tiene más crédito son Honduras (78 %), Paraguay (77 %) y Guatemala (76 %), mientras que en Chile solamente el 36 % de los ciudadanos tiene confianza en la institución.
Según Marta Lagos, el punto de quiebre en el caso chileno es la condena por abusos sexuales contra el influyente sacerdote Fernando Karadima que el Vaticano dictó en 2011.
Antes que se destapara ese escándalo, la confianza de los chilenos en la Iglesia católica bordeaba el 60 %, pero en 2011 descendió abruptamente al 38 %.
La cantidad de latinoamericanos que se declaran católicos ha caído de manera paulatina durante las dos últimas décadas. Si en 1995 los católicos representaban el 80%, este porcentaje bajó al 59% en 2017, según el sondeo.
En el otro extremo, hay siete naciones donde la religión católica ya representa a menos de la mitad de la población: República Dominicana (48%), Chile (45%), Guatemala (43%), Nicaragua (40%), El Salvador (39%), Uruguay (38%) y Honduras (37%).
En países como Honduras y Guatemala, el brusco descenso de católicos está directamente relacionado con el auge de la religión evangélica, que se ha convertido en el credo mayoritario.
En Chile y Uruguay, en cambio, se explica por el alza de la población que no profesa ninguna religión, que es atea o agnóstica. En Uruguay este grupo representa el 41% de sus ciudadanos y en Chile el 38%, según la encuesta.
“A esta velocidad, de aquí a diez años la cantidad de países de América Latina que tendrán la religión católica dominante va a ser una minoría”, señaló Marta Lagos.
La directora de Latinobarómetro cree que el desencanto general con la religión católica en América Latina se debe al descenso de la pobreza y la aparición de una clase media más individualista que se aleja de las instituciones.
Marta Lagos subrayó que la elección de Francisco en 2013 tuvo un “efecto positivo” en el catolicismo y posee el carisma necesario para recuperar una parte de la fe perdida.
En su opinión, las visitas que ha realizado a la región y el próximo viaje a Chile y Perú reflejan la preocupación del pontífice por restituir la influencia que la Iglesia ha perdido durante los últimos años.
La encuesta del Latinobarómetro incluyó entrevistas personales a 1,200 personas de países sudamericanos y México, y 1,000 en Centroamérica, con un margen de error de entre 2.8 y 3 %.