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Sagrada impunidad en el caso del pederasta Maciel

La ignominia de Marcial Maciel fue castigada con padrenuestros y avemarías en retiro espiritual definitivo; no obstante su culpa, el líder de los Legionarios quiere ser elevado a los altares en calidad de santo.

¡Ave María Purísima! Fallaron los pronósticos. En vísperas del fallecimiento de Juan Pablo II escribíque Marcial Maciel moriría sin castigo por su delito de pederastia contra estudiantes de su legión hace más de 50 años en tierras aztecas. Sorprendentemente el otrora inquisidor y hoy Vicario crístico lo declaró culpable, le despojó de su ministerio y lo condenó al retiro para expiar sus culpas mediante la plegaria y la oración por lo que le resta de vida, según el documento presentado por William Joseph Nevada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Esta penitencia se parece al padrenuestro y los tres avemarías que te hacen rezar por tus pecados menores cuando te confiesas.

La sanción es dolorosa pero justa, consideró el arzobispo poblano Rosendo Huesca y Pacheco muy preocupado por la repercusión que el fallo de la corte celestial tendrá sobre la imagen de la Iglesia Católica. El mismo tenor tienen las declaraciones del resto de los jerarcas eclesiásticos mexicanos. O sea, no les importa realmente que impere el reino de la justicia que tanto claman en sus púlpitos (venga a nosotros tu reino…), les preocupa más la imagen de su institución porque bien saben representa pérdida de credibilidad, poder y confianza, según la teoría de las relaciones públicas.

No se trata, opina el que escribe, de la percepción que tenga la gente como si de afiliados a un club social se tratara, importa más el cumplimiento de una misión que presuntamente trasciende a los campos de la divinidad espiritual. Muy agradecidos, no obstante, deben estar los integrantes de la Legión de Cristo y de su brazo secular “Regnum Christi”, porque el suave jalón de orejas del Vaticano a su fundador, es apenas un rozón al poder político y económico que aún ostenta la organización.

Tiemblo al recrear mentalmente el episodio literario de “Mitad Oscura” de Luis Spota, donde un pequeño ve atónito al padre que lo confiesa cómo se masturba mientras le toquetea el cuerpo. Esa imagen del averno pudo ser real mil veces en las noches febriles del cuasisanto Maciel. ¿Habrá mancillado a un pequeño bajo el manto de la virgen como Gael en El Crimen del Padre Amaro? ¿O después de su infame fornicio habrá dado la ostia a la criatura que alivió su urgencia genital como Manolo en La Mala Educación? Lo acepto, son ficciones literarias y cinematográficas, ¡pero pudo ser real!, pues esos argumentos dieron forma a los dichos de la gente que rara vez son equívocos, no en vano vox populi, vox Dei.

Benedictino XVI lo declaró culpable de pederastia, elegante epíteto para un violador de niños, corruptor de jóvenes seminaristas, creador de una siniestra red de abuso sexual infantil al interior de la Legión de Cristo Rey, mentiroso, hipócrita y falso por antonomasia. Suave y lenta la justicia divina marca Vaticano, pareciera que al Papa ya le urgía quitarse de encima la papa caliente de este caso que llevaba en los archivos de la inquisición moderna más de 40 años y que su antecesor prácticamente ignoró, o tal vez no quiso quedarse sin los millones de dólares que la orden ingresaba a las arcas vaticanas.

¿Quiso con esta condena el Papa demostrar que no le tiembla la mano frente a la pederastia sacerdotal? ¿Es aviso de lo que viene? ¿Cree que el silente manto de los años hizo olvidar a los afectados la afrenta? Según testimonios de las víctimas el líder de la Legión solía engañarlos diciéndoles que tenía permiso papal para que lo masturbaran, se dejaran tocar, acariciar y penetrar para aliviar sus dolencias de salud, y que tales actos –normalmente calificados como pecados por el dogma católico y que cualquier niño lo sabe– eran “gratos a Dios”. Alevosía y ventaja, agravantes que por sí mismos deberían remitir a prisión al poderoso curita.

¿Qué fue peor: la hereje estrategia engañabobos, el sacrílego engaño, la impía hipocresía, los altares mancillados, el sacramento enlodado o el suave jalón de orejas de Ratzinger?, muy implacable contra las justas pretensiones homosexuales, pero nunca para las suciedades de su casa. Sin duda lo más grave fueron las repercusiones y daños sicológicos que tuvieron los agredidos en su infancia y que todavía perduran en su vida de adultos.

La justicia sagrada estilo Vaticano invadió los terrenos del César una vez más y se niega aún así a aceptar cualquier irrupción y reclamo del demoniaco secularismo, pistón del laicismo que hace al hombre vivir sin Dios y sin trascendencia, que arrebató a la Iglesia su poder de antaño y que hogaño deviene en relativismo moral. ¿Acaso no es Benedictino XVI culpable de lo mismo que acusa? ¿No aplicó su propio criterio de moral para “castigar” a Maciel, para impedir que se le aplique el proceso canónico de rigor y que las autoridades civiles lo lleven a proceso judicial como se le haría a cualquier mortal inculpado de cualquier delito penal?

¿Por qué Maciel pagará su culpa con oraciones y plegarias en libertad? ¿Por qué no hacerlo en una cárcel? ¿Qué lo exime, su poder económico y político, su fe? ¿Por qué tiene fuero si ya fue despojado de su ministerio? ¿El remordimiento y el desprestigio son suficientes castigos?

Desconozco el Derecho Canónico, pero en términos de justicia humana, bien lo dijo Santo Tomás de Aquino, no debe ser tan distinto o radicalmente contrario al Derecho Civil o Penal, después de todo se derivan de la ley natural y moral por igual ¿o no? ¿No puede ser ladrón o criminal un sacerdote sólo por portar sotana, no lo es acaso un obispo, arzobispo, cardenal o dueño de la Legión de Cristo si delinque sólo por tener un “fuero divino” conferido por humanos en extraños rituales casi paganos? El Derecho Canónico, supongo, norma el comportamiento de hombres mortales de carne y hueso que se dedican a asuntos del espíritu o de Dios, ¿o no? ¿Acaso regula el comportamiento de ángeles, arcángeles, santos y vírgenes que habitan los cielos? ¿Y sin son hallados culpables ­–los padrecitos, no los ángeles y demás– en el código divino luego entonces por qué no se les puede castigar con la justicia humana si son hombres y no entes espirituales? No hacerlo huele al azufre de la impunidad.

Los 86 años de edad de Marcial Maciel no debiera ser impedimento para la justicia. ¿A él le importó la corta edad e inocencia de los niños que hizo objeto de sus perversiones sexuales? El presunto castigo parece más a una jubilación por sus años de servicio y por su aportación a la fe ($), que podrá pasar en libertad y disfrutando de su ostentosa riqueza en el exilio, como lo hizo en su momento José López Portillo y Luis Echeverría Alvarez, que tienen otro tipo de fuero y que no tienen nada de divinos, que por su avanzada edad –el segundo porque Jolopo ya colgó los tenis– no pagaron por sus delitos contra los damnificados del ‘68. ¿Por qué coinciden en esto el derecho canónico y el civil?

El suave castigo será pagado con creces, por eso la preocupación del mandamás católico de los poblanos. La fe católica en México pasa una fea crisis de credibilidad y confianza. Baste hablar con los jóvenes para darse cuenta de su catolicismo disfuncional. Según cifras publicadas por la revista Encuesta, aunque el 78% de los católicos tienen buena imagen de su Iglesia, el 40% de los jóvenes la califica como autoritaria e incongruente entre lo que hace y predica; el 41% dice que no tiene trasparencia en sus actividades y el 32% supone que la curia católica esconde los casos de pederastia cometidos por sus ministros, es decir, los protege o es cómplice; más del 90% pide a su Iglesia flexibilizar sus posturas frente a los problemas sociales, más de 3 millones de mexicanos profesan algún tipo de secta a diferencia de años atrás, cuando menos del 1% de la población no era católica.

Mi labor como docente universitario me ha permitido conocer que los jóvenes ya no creen ni confían en los preceptos de su Iglesia y reconocen que no siguen sus ritos y no profesan sus principios y muchos menos les preocupa su condena sobre el uso de anticonceptivos, el condón, el sexo fuera del matrimonio, el divorcio o la unión libre. Asusta tanto escepticismo, confían más en las palabras y acciones de Madonna, Black Eyes Peas o de RBD.

Regresando al suave jalón de orejas papal, la mayoría de publicaciones periodísticas serias en el país condenan el timorato fallo contra Maciel pese a que el mismo Ratzinger se encargó de la investigación del caso décadas atrás y extrañamente hizo demasiado lento el proceso, lo cual levanta una ola de “sospechosismo” encubridor, ¿lo protegió por la querencia de Maciel hacia Wojtyla, éste impidió el castigo? No sólo impidió la sanción sino que el fenecido Vicario declaró que Maciel era un ejemplo para la juventud católica mexicana y lo homenajeó por su labor educativa y formadora de valores en la familia mexicana a través de sus colegios particulares (los más caros de todo el país).

Según informa la revista Proceso –que en su portada lo califica como depredador sexual–­ Maciel tomó la noticia de su condena con “serenidad y tranquilidad de conciencia”, lo declara demente y decrépito, quizás como los grandes ruines que en la historia de la humanidad vieron con resignación y cinismo acabarse sus días de poder y de gloria. Quizás sus víctimas no se enteren de su real opinión y estado de ánimo, ni nunca jamás reciban la tan ansiada solicitud de perdón ni la tan añorada reivindicación.

Benedictino XVI, si bien dio un gran paso al quitarle a la Iglesia la venda de los ojos que le impedía ver la pederastia sacerdotal como una realidad, y su condena es una aceptación implícita del hecho en aras de querer aparentar que tienen la mano dura, perdió no obstante la gran oportunidad de recuperar la fe perdida por su débil actuación sobre los escándalos sexuales de sus ministros, que despierta la creencia popular de que toda la Iglesia es corrupta y de que todos sus ministros son igual de ruines y pervertidos.

La historia no termina con la sentencia emitida por el Papa, aún hay que esperar la reacción de los Legionarios y de todos los militantes de la “Regnum Christi”, notables mexicanos millonarios igual que conservadores, e incrustados en las altas esferas de la política y de la economía, y no se crea que únicamente están entre los panistas, no, están en todas las corrientes de la polaca mexicana. Expertos opinan que las reacciones serán muy virulentas, casi casi como las del Opus Dei cuando alguien se les pone en frente intentando frenar su avance.

En su locura senil, y ya como corolario a este comentario, Marcial Maciel Degollado, nombre completo del angelito inculpado, extrañando quizás el antiguo glamour de la Iglesia Católica, tan prolija en producción de santos que morían en aroma a santidad, trabajaba en un nuevo proyecto, el más grande y definitivo: ¡ser canonizado en vida!. ¿A poco se puede? ¿Y por qué no lo hicieron con La Madre Teresa de Calcuta?, ella sí tenía méritos. Semejante aberración no es cuento, según publicaciones, como Milenio, el pederasta confeso intentaba ser alzado a los altares en vida para que cuando muriese lo hiciera como Santa Rosa de Lima o San Felipe de Jesús, con olor a flores y a cielo. Porque si San Agustín o San Francisco de Asís, fundadores de órdenes religiosas son santos, por qué jijos rayos él, Marcial, fundador de los “millonarios de Cristo” ¿no iba a ser premiado con el tan alto honor de ver su iconografía en un altar en la misma Villa de Guadalupe, en Catedral, o mucho mejor en un templo especial en Santa Fe, DF,. o en un santuario de Cotija?.

Tanto dislate da risa o coraje, si estamos amargados

Si la lógica sigue existiendo y la congruencia y la rectitud moral también, y ajustándome al más popular documento del dogma católico, el catecismo, pregunto: ¿Un homosexual reprimido que tiene como perversión la violación de niños, que lucra con la fe y la educación cristiana, cómplice de la corrupción vaticana, mentiroso, infame, hipócrita, entre otros eufemismos, puede aspirar a la santidad cuando todos son antivalores y comportamientos condenados por el dogma católico? Con esto no afirmo que los homosexuales no seamos dignos de entrar al cielo si es que existe como figura de salvación, sólo expreso mi convencimiento de que es más fácil que un millón de camellos con todo y joroba retocen en las altas nubes diáfanas que ver a San Marcial Maciel siendo adorado al pie de un altar con veladoras en su entorno y con miles de exvotos de agradecimiento de un pueblo atormentado y manipulado por la visión de mil infiernos pecadores y castigadores.

De que Maciel morirá lo podemos jurar, pero no será en aroma a santidad, sino con el putrefacto olor de la impunidad, que huele peor que el incienso de los sahumerios frente a los altares antes de la consagración de la santa misa.

Nota: Para terminar, una aclaración a los Legionarios que me mandaron e-mail condenatorios y ofensivos por anteriores colaboraciones en Anodis sobre su líder. No difamo con mentiras a Marcial Maciel, me baso para este escrito en la aceptación tacita que tiene el resolutivo emitido por el Vaticano sobre su culpabilidad, ¿No que no? ¿No que eran mentiras míos en Cristo?.

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