El “semanario católico de información” Alfa y Omega está previniendo a sus devotos lectores de los inminentes peligros de “la legislación catalana que se avecina”, esto es, el Estatut. Eso sí, el periódico editado por el Arzobispado de Madrid de Antonio María Rouco Varela, también presidente de la Conferencia Episcopal, ha dado un nuevo enfoque al debate, alejándolo de la cuestión identitaria o nacionalista. La novedad, no obstante, se queda ahí: por lo demás, la gacetilla de Rouco repite el mismo argumentario que reedita cada jueves con cualquier excusa, es decir, que el Estatut (o Zapatero, o el Gobierno, o los ministros, o EpC, o la ONU, u Obama, o las instituciones internacionales…) nos impone la eutanasia, el aborto, la escuela laica –“y en catalán”, en la variante estatutaria-, la destrucción de la familia, la homosexualidad, el feminismo y la memoria histórica, por ese orden. Destacan en esta lista las críticas a la tipificación del “delito de homofobia”. ¿Teme Rouco alguna represalia?
“El presunto delito de homofobia, que se espera incluya el Gobierno en la Ley de igualdad de trato, ya tiene su avanzadilla en el Estatut. En su artículo 40.8, los redactores del texto igualan la homofobia con el antisemitismo y el racismo, y remarcan que se promoverá la erradicación -cursiva en el original- de toda actitud homófoba, esto es, que condene, de un modo u otro, la práctica de la homosexualidad”. ¡Paren las rotativas! La homofobia, ¿delito? ¿equiparable al antisemitismo? ¿discriminatoria? ¿práctica a erradicar?
Homofobia, ¿delito?
Blasfemia, pecado y maldad en estado puro es lo que destila la norma catalana. Para comprobarlo, basta con leer el artículo antes citado reproducido con pavor por Alfa y Omega: “Los poderes públicos deben promover la igualdad de todas las personas con independencia de su origen, nacionalidad, sexo, raza, religión, condición social u orientación sexual, así como promover la erradicación del racismo, del antisemitismo, de la xenofobia, de la homofobia y de cualquier otra expresión que atente contra la igualdad y la dignidad de las personas”. Por si fuera poco, el Parlament, no conforme con reproducir estos improperios, también creó “en 2007, la figura de un Fiscal contra la homofobia”.
Eutanasia y aborto
Pero la Generalitat no se ha dado por satisfecha con estas tropelías. Por suerte para los católicos, la gacetilla de Rouco ha resumido los artículos del Estatut que, junto al “delito de homofobia”, “más van a afectar a la visión católica de las realidades más esenciales de la vida”. A tomar nota. En primer lugar, la norma “abre la puerta a la práctica de la eutanasia” en el artículo 20 “sobre el derecho a vivir con dignidad el proceso de la muerte”, a “dejar constancia” de la voluntad de recibir o no determinadas “intervenciones o tratamientos”. Además, “el Estatuto también promociona el aborto desde la expresión salud sexual y reproductiva, empleada, sin ir más lejos, en la polémica Ley del aborto” del Ministerio de Igualdad.
Laicismo, y en catalán
Hay más. En el artículo 21.2 se “deja claro el modelo educativo catalán, vinculando el derecho a la educación con la obligatoriedad de que ésta sea laica”. Por si fuera poco, “los redactores el Estatuto catalán hablan, en su artículo 40.5, de los ‘distintos tipos de familia’, consagrando la equiparación del matrimonio con las uniones entre personas del mismo sexo” -¿no estaba ya legalizado el matrimonio-gay?-. Todo buen católico puede pasarse, además, una semana sin dormir tras leer los artículos dedicados a la promoción de “acciones y proyectos encaminados a la implantación de la ideología de género”, la “igualda” y el “feminismo”. Finalmente, “el Estatut no es ajeno al afán revisionista de la Ley de Memoria Histórica” y define “quiénes deben ser honrados y quiénes no, dejando al margen a todos aquellos que, por ejemplo, perdieron la vida mártires de su fe”. Las beatificaciones masivas saben a poco.
¡Que los detengan!
“Como se ve, y más allá de toda consideración política y nacionalista, el Estatut construye la sociedad desde unos parámetros abiertamente contrarios a la doctrina social de la Iglesia, por ser contrario a realidades humanas como el derecho a la vida, el matrimonio basado en la unión de un hombre y una mujer, y el derecho de los pares a elegir la educación de sus hijos. Y aunque sólo cabe esperar a la Sentencia del Constitucional, no parece que el Alto Tribunal vaya a ponerle freno a estas premisas…”, concluye el rotativo. Con Cataluña hemos topado, amigo Sancho.