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Rouco culpa del aborto y la crisis a «la negación de Dios»

Cree que el surgimiento de «una militancia insospechada» alienta al hombre a convertirse «en dueño del bien y del mal»

El cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio María Rouco Varela, realizó ayer un duro alegato contra la aparición de «una radicalidad intelectual y una militancia insospechadas hasta hace poco tiempo» que promueven en la sociedad «formas de negación de Dios», y cuyas consecuencias se revelan sobre todo en dos dramas actuales: el incremento en el número de abortos y la crisis económica.
Una semana después de que el Ministerio de Sanidad revelara que en 2007 el número de interrupciones voluntarias del embarazo aumentó un 10%con respecto al año anterior, situándose en más de 112.000 casos y colocando a España a la cabeza de las subidas en esta materia en la UE, el cardenal se preguntó si esta alarmante cifra no revela «la osada pretensión del hombre» de «querer ser como Dios» para «decidir en ultimidad sobre la vida y la muerte de sus semejantes».
«No hay otra explicación»
«¿Cómo se explica sino la teoría y la práctica contemporáneas en el tratamiento del derecho a la vida del ser humano desde que es concebido en el vientre de su madre hasta la hora de su muerte natural?», insistió Rouco Varela, ante los cientos de fieles que, pese al mal tiempo, se congregaron ayer en la Catedral de la Almudena para participar en la Gran Vigilia de la Inmaculada, una celebración litúrgica que se repitió en todas las diócesis españolas.
La crisis económica y financiera que ha dejado hasta el momento a cerca de tres millones de españoles en el paro y ha forzado un aumento del 40%en las demandas de ayuda a Cáritas, también fue considerada por Rouco como una consecuencia más de la «fascinación» del hombre por considerarse el «dueño y garante último del bien y del mal». «Tampoco se encuentra otra explicación lógica -indicó- para el fenómeno de la crisis que no sea la autodivinización de sí mismo, propugnada y realizada por el hombre en nuestra sociedad».
La política no lo puede todo
Durante su homilía, el cardenal alertó sobre los numerosos «espejismos» que produce esta forma de concebir la realidad, al permitir que el hombre piense que «los procedimientos técnicos, económicos, sociológicos y políticos lo pueden todo» y hasta el punto también de «pasar incluso de los principios más elementales de la ley moral y de la ética». Y es que ese dios en el que el hombre pretende erigirse es «un «Dios despótico», un «No-Dios», lo contrario del Dios verdadero», recordó.
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